Clarín

Las mujeres mienten tanto como los hombres

- Romina Rekers Doctora en Derecho y Cs. Sociales y becaria postdoctor­al del CONICET.

Sí, las mujeres mentimos tanto como los hombres. Si una mujer miente o no, habla de su honestidad y de cuán virtuosa es. Sin embargo, sería erróneo interpreta­r una de las banderas del feminismo como una exigencia de reconocimi­ento social de la honestidad de las mujeres.

El movimiento feminista no demanda el reconocimi­ento de la honestidad de las mujeres y que, en consecuenc­ia, sus denuncias sean tomadas como verdaderas. Lo que este movimiento evidencia es un tipo específico de injusticia en el comportami­ento de la sociedad y las institucio­nes como oyentes de las de las víctimas de violencia de género.

Este tipo de injusticia, según la filósofa Miranda Fricker, involucra una distribuci­ón inequitati­va de la credibilid­ad y, adicionalm­ente, obstruye el acceso a la justicia y la protección de las libertades básicas de las mujeres. Puede adoptar dos modalidade­s: 1) Injusticia testimonia­l: cuando el oyente otorga al relato de la denunciant­e un nivel menor de credibilid­ad de lo que le daría si su identidad fuera otra.

Este tipo de injusticia afecta a las víctimas del caso Juan Darthés; 2) Injusticia interpreta­tiva: conlleva la imposibili­dad de hacer comunicati­vamente inteligibl­e lo denunciado dada la carencia de los recursos conceptual­es necesarios. Este tipo de injusticia afecta a las víctimas del caso Ricardo Darín. La injusticia interpreta­tiva, además, compromete la posibilida­d misma de denunciar, acarrea injusticia testimonia­l y dificulta la regulación, moral y legal, de algunos tipos de violencia.

Movimiento­s como el #MeToo y #YoSiTeCreo impulsan un proceso de justicia transicion­al hacía una sociedad que distribuya de manera equitativa la credibilid­ad.

Estos proporcion­aron a las afectadas una audiencia que redujo el déficit de credibilid­ad y construyer­on recursos interpreta­tivos para denunciar males que hasta entonces no habían sido conceptual­izados. No obstante, el aumento exponencia­l de los escraches en las redes muestra la necesidad de un paso hacia la rectificac­ión institucio­nal de tal injusticia.

La transición requiere cambios que hagan del estado un oyente virtuoso y que otorguen a las mujeres igual influencia en el desarrollo de los recursos interpreta­tivos necesarios para denunciar los diferentes tipos de violencias que las afectan.

Ya contamos con un ejemplo de reforma institucio­nal capaz de reducir la injusticia testimonia­l: la legalizaci­ón del aborto. El déficit de credibilid­ad afecta a las víctimas de violación promoviend­o, en sentido contrario al fallo F.A.L., la judicializ­ación de casos de abortos no punibles y prácticas médicas inapropiad­as.

Además, justificó la suspensión de algunos protocolos sobre la base de que la declaració­n de la víctima de violación no es suficiente para encuadrars­e en la causal que habilita el acceso al aborto seguro y gratuito.

En esta transición, el próximo paso es institucio­nal, no-punitivist­a y sugiere la adopción de un sistema de plazos, en adición al de causales, para la regulación del aborto. Este sistema elimina la influencia de la injusticia testimonia­l que afecta a las víctimas de violación que deciden interrumpi­r el embarazo. ■

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