Sólo para perseverantes: la misión de sacar la licencia de conducir digital
Nuevo servicio. Una periodista de Clarín hizo el “paso a paso” para obtener el carnet. Para la fecha de nacimiento, hay que ir mes por mes. Lo más difícil es sacarse la foto.
No es una misión imposible, pero solo es apta para perseverantes o los más afortunados. Porque hay que tener mucha suerte para, de un intento, tener la nueva versión digital de la licencia de conducir. Lo probé. Me pareció algo engorroso, me llevó unos 15 o 20 minutos, pero finalmente lo logré.
Antes de empezar, son necesarios dos preparativos. Tener a mano el DNI y el número de CUIL. No me lo acordaba, pero un compañero me dio un buen “tip”: ese dato figura en el documento, al dorso, debajo de la foto.
Ahora sí. El primer paso fue entrar al Play Store de mi celular (o el App Store si se tiene un iPhone). Busqué “Mi Argentina”, descargué la aplicación y puse “Abrir”. Hasta acá, todo perfecto.
Hice clic en “Todavía no estás registrado?”. Pero los problemas empezaron cuando me pidió cargar los datos. En especial, la fecha de nacimiento: tuve que deslizar, mes por mes, todos los calendarios hasta llegar a agosto de 1981. Me llevó dos minutos, contados con reloj. No quiero imaginar cuánto demora una perso- na que nació en los ‘50.
Luego tuve que cargar una dirección de mail, me envió un correo, lo abrí y pulsé “Activá tu cuenta”. Para activarla, tuve que volver a ingresar el CUIL junto a la contraseña que ha- bía elegido (y recordarla, algo siempre difícil).
Me equivoqué y no hubo marcha atrás: apareció una cruz roja que indicaba “el enlace de activación ha expirado”. Nuevamente tuve que cargar los datos, me llegó un nuevo mail y esta vez sí activé la cuenta exitosamente.
Después, tuve que escanear el DNI por la parte de adelante y el dorso. Fueron necesarios varios intentos hasta que el sistema finalmente lo aceptó.
En el medio del proceso, aparecieron mensajes que me desalentaron. “La acción no se pudo completar, intentá más tarde”, decía uno. “Servidor en mantenimiento”, fue el peor de todos. Pero no les hice caso. Para “marear” un poco al sistema, volví a la pantalla anterior y seguí con mi camino.
Entonces llegó la parte más difícil: identificar mi cara para comprobar que la persona del DNI era yo. Tal como me pidieron, me ubiqué en un lugar bien iluminado, con el fondo claro, sin anteojos, y sin pelo en la cara. Estaba lista para la acción.
Puse el celular a la altura de mis ojos y seguí las instrucciones. “Poné tu cara dentro del círculo”. “Guiñá un ojo”. “Cerrá los ojos”. “Sonreí”. La prueba más difícil fue “girá la cabeza hacia la derecha, cuando escuches el sonido regresá, y mirá hacia el frente”. Si no lo hacés con la lentitud y exactitud que pide el sistema, te bocha. Ya seguir participando.
Una vez que confirmó mi identidad, hice clic en “Ir a mi perfil” luego en “Mis credenciales” y por último en “Licencia Nacional de Conducir”. Listo. Ahí estaba mi flamante carnet.
¿Para qué me sirve? En palabras de Mauricio Macri, “esto termina con el trauma de que si te olvidaste la licencia de conducir tenés un problema, y si la perdiste tampoco tenés un problema; ya está validada acá”, dijo en un video publicado en Twitter, donde mostró su propia credencial.
En mi experiencia, ver tantas cruces rojas me hizo recordar a mis épocas de estudiante. Pero debo asumir que, cuando al final tuve mi flamante licencia digital en la palma de mi mano, fui feliz por un instante y me sentí una millennial. Al menos por un rato, hasta que un nuevo avance digital me vuelva a poner a prueba. ■