Ferrer: “Pagué físicamente haberme matado para pelear contra los grandes”
El español compitió en el ATP de Buenos Aires y contó por qué decidió que ésta será su última temporada profesional.
Lo disfrutó a cada paso. Las sonrisas, los saludos, las remeras firmadas, el amor en los tiempos de selfies... Los 15 puntos que debió ganarle al tunecino Malek Jaziri para arrebatarle un tie break. Los aplausos de la gente cuando perdió con su compatriota Albert Ramos y supo que las aventu- ras en el ATP de Buenos Aires se habían terminado para siempre, al menos como las conoció hasta ahora.
David Ferrer no volverá como tenista a la Argentina, pero seguirá disfrutando el tiempo que le queda como profesional. Y le dice a Clarín, antes de volverse a Europa: “Tenía bien claro que me despediría jugando los torneos en los que más querido me sentí. Buenos Aires ha sido uno de ellos. Me llevo muchísimo amor”.
Del polvo de ladrillo porteño se llevó una buena victoria contra Jaziri, casi 100 puestos por encima suyo en el ranking. Hoy Ferrer es el 144° del planeta, un número que no se condice con su historia ni con lo que puede dar, pero sí con la falta de respuestas físicas que encontró en los últimos tiempos y que se convirtieron en el factor número 1 de la determinación de cerrar su carrera a los 36 años.
“La decisión no fue fácil”, asegura de pie, a metros del inmenso ventanal que le permite ver los últimos rayos de sol cayendo sobre Retiro. Cada tanto observa algún avión despegar del Aeroparque con el Río de la Plata de fondo, un paisaje que ya no verá como tenista pero que asegura que seguirá viendo en el futuro, “como entrenador o como lo que sea”.
Y prosigue en el análisis de la determinación: “El año pasado, cuando fui padre y veía que físicamente no podía tener una regularidad sobre la pista, lo fui asumiendo. Fue algo que se fue desarrollando dentro de mí y lo pude ir asimilando y hoy estoy muy bien, muy feliz. Decidí retirarme porque no podía tener el ranking que yo quería, porque entendí que mi mejor etapa ya pasó. Tengo a mi familia, me entreno para acabar en España de una buena forma tenística y espero con ansias la evolución de la que sea mi próxima etapa en la vida”.
David dice con firmeza que esto no será un mero tour de despedida (”Me preparé para competir al máximo en todos estos torneos”), pero sabe que algunas cosas cambian. Como por ejemplo, que cada match point en contra puede significar el final.
“Intento que mis pensamientos no se modifiquen, que nada de eso me afecte y que mis sensaciones sean las mismas -asegura-. No es fácil, pero intento aparcar eso y concentrarme en ofrecer un buen tenis, que es mi objetivo de aquí hasta que todo termine. Me enorgullece saber que podré irme dejando todo hasta el último punto”.
Se ríe cuando piensa en cuánto más alto podría haber llegado de no ser por algunos nombres en particular. Por caso, jugó 17 veces contra Roger Federer: jamás le ganó. Sí pudo contra Andy Murray (lo venció en 6 de 20 partidos), Novak Djokovic (cinco veces en 21 encuentros) y Rafael Nadal (6 en 31), aunque está claro que también le costaron mucho.
Lejos de lamentarse, agradece el haber sido contemporáneo de esos megacracks: “El Big Four me mejoró muchísimo y me ayudó a evolucionar. Si llegué donde llegué es porque me pude medir con ellos y eso me enorgullece, porque son de los mejores de la historia”.
Salvo Murray, aquejado por las dolencias físicas, los otros tres se mantienen ahí, en los primeros lugares del mundo. Y otra vez la cuestión física se impone. “En mi caso, a esta edad ya me resulta imposible mantenerme en el top. Yo no puedo aguantar ya dos o tres partidos al nivel que me gustaría. Llega un punto en el que pagué físicamente haberme matado para pelear contra los grandes”.
Alguna vez, el sitio oficial de ATP lo definió como el mejor de la historia entre los que nunca ganaron un Grand Slam. Llegó a ser número 3 del mundo, estuvo siete temporadas entre los 10 mejores, ganó 27 títulos (entre ellos tres veces Buenos Aires), tres Copas Davis, hizo final en Roland Garros y el Maestros, semifinales en los Abiertos de Australia y de Estados Unidos y cuartos en Wimbledon.
No pudo levantar ninguno de los grandes. Lejos de deberse o deberle algo al tenis, da la sensación de que es todo lo contrario: es el tenis el que le habrá debido a David Ferrer un Grand Slam. Aunque no lo haya necesitado para ser un grande. ■
El cambio de formato de la Copa Davis es bueno, pero fin de año no parece el mejor momento para jugarla”.