Clarín

“No estoy buscando el éxito, estoy haciendo la música que me gusta”

Radicada en Los Ángeles, compuso hits para estrellas latinas como Ricky Martin, Jennifer Lopez y Enrique Iglesias. Y viene de ganar el Premio Grammy por su propio álbum, “Sincera”.

- Darío Doallo Ddoallo@clarin.com

En 1998, Claudia Brant estaba a punto de editar su segundo álbum con una importante discográfi­ca. Pero, de pronto, el presidente de la multinacio­nal cambió y todas sus expectativ­as se derrumbaro­n. “Yo no te firmé y por eso no voy a hacer nada por tu trabajo”, le dijo.

Ella tomó la caja con los discos que se llevó de recuerdo y se subió a un taxi, donde se desahogó en llanto. “Imaginate mi corazón a los 20 y pico cuando escuché eso. Ahí me puse a pensar que no podía vivir así”, recuerda ahora Claudia, ya con una sonrisa, pocos días después de haber ganado el Grammy a Mejor Álbum Pop Latino por su trabajo Sincera.

¿Qué pasó en el medio? Primero desestimó la idea de ser intérprete y estar en los primeros planos. Y como había trabajado como autora para artistas como Natalia Oreiro y Diego Torres, viajó a Los Ángeles para probar como autora. A los dos meses ya tenía cinco contratos de trabajo. “Volví a la Argentina, metí a mi perro en una jaula, hice las valijas y me fui. A partir de ahí no paré nunca de trabajar”.

Desde ese momento, sus regresos al país eran únicamente para descansar, visitar familiares y amigos. Nada de chapear con alguno de los tantos premios que ganó como autora o decir “esta canción la hice yo” cuando sonaba un estribillo súper popular de Luis Fonsi, Jennifer Lopez, Ricky Martin o Enrique Iglesias, algunos de los tantos artistas con los que trabajó a lo largo de estos últimos 20 años.

Hasta ahora, que el reconocimi­ento de la Academia de la Grabación la volvió a ser requerida por la prensa, a ser invitada por el español Antonio Carmona para cantar Ni blanco ni negro (tema de Sincera que habla de la migración) en el Teatro Colón, dentro del Festival Únicos, y a comenzar a pensar en un show propio. “Este es un regreso con gloria que jamás pensé. Me muero por venir a tocar el disco junto a amigos. Además, ahora me gusta cantar en vivo, antes odiaba tener que producirme, maquillarm­e... todo eso me caía pesado. Estoy convencida del disco que hice y tengo mucha seguridad para salir a defenderlo”, cuenta Claudia.

-¿Cómo fue tomar la decisión de volver a grabar un disco?

-El que empezó a insistirme fue (el productor) Ezequiel Cheche Alara, que es como mi hermano. Yo le decía “¿Volver a cantar?”... Por la pereza que decía. Pero me siguió insistiend­o. Y en un momento le dije que si lo hacía, lo hacía con todo. Sin estar pensando en los parámetros que tengo que seguir cuando trabajo con otra gente, como que la canción tiene que durar cierta cantidad de minutos, que el estribillo tiene que entrar a los 60 segundos, que no puedo usar más de cinco o seis acordes porque si no es muy complicada... La canción Sincera habla de eso, de mi faceta como compositor­a. Porque siempre cuando me voy muy lejos me dicen: “Aterrizame­lo porque esto no lo vamos a poder pasar en la radio”. En el disco hay canciones que duran cinco minutos y medio. Liberarme de esa presión hizo que el disco sonara libre. Hicimos lo que se nos dio la gana con los mejores músicos, le pusimos orquesta, coros, invitados de lujo...

-¿Volviste a chocar con la industria? -Mirá... yo de alguna manera di la vuelta. Yo empecé acá, gané el concurso de Viña del Mar (en 1995) y firmé con una discográfi­ca que me decía lo que tenía que decir, cómo me tenía que vestir y qué tipo de canciones tenía que grabar. Todo eso a los 22 años. A esta altura, a los 52, ¡qué me van a decir! Yo no estoy buscando el éxito, estoy haciendo la música que me gusta. Y creo que por esa razón pasó lo que pasó con el disco. Pero sí cuando fui a las primeras reuniones en Miami con los ejecutivos de las compañías, que son los mismos que me llaman a mí para escribir canciones para otros, me decían: “Estás loca, ¿por qué estás haciendo esta música tan complicada a tu edad?”. Todos me decían que sonaba de puta madre, pero no entendían por qué me largué con esto. Tenía esa necesidad. Hasta

que fui a Sony. Dudaron, pero igual me lo editaron; pusieron algo de plata para la distribuci­ón y good luck (buena suerte). Yo dije: “Bueno, dale. Eso es lo único que necesito”.

Claudia Brant logró ser reconocida y cada vez más gente le presta atención a sus canciones en un momento en que los números de reproducci­ones y la cantidad de seguidores en las redes sociales es lo que manda. Ella bien lo sabe de primera mano. “Un altísimo porcentaje de los artistas con que trabajo quieren hacer un éxito comercial que vaya al número 1 de la Billboard”, asegura. Aunque Claudia se encuentra en la vereda de enfrente: “Yo no tengo 500 mil followers en Instagram, apenas llego a los cuatro mil. ¿Y sabés qué? Me importa muy poco, porque la música es la que habló por sí misma”.

-¿Hay mucha desesperac­ión si un single no rinde de entrada?

-Sí, me llaman y dicen: “Sacamos el single de tal y no funcionó. ¡Necesitamo­s un sencillo para dentro de dos semanas, tiene que ser un palo!” Y a veces sale y a veces no. Yo busco llevarlos para algo que sea radial. -¿Y cómo es trabajar con los artistas más reconocido­s? ¿Te juntás con e- llos o directamen­te les mandás las canciones?

Al principio, cuando me decían que Ricky Martin o Chayanne estaban buscando canciones, me ponía esa meta y componía. Después algunas me las grababan y otras no. Con el tiempo fue cambiando el panorama y me empezaron a proponer juntarme a trabajar con los artistas, que es la situación ideal. Entonces laburé con Fonsi ( No me doy por vencido), Paulina Rubio ( Ni rosas ni juguetes), me mandaron a escribir con Ricky ( Lo mejor de mi vida eres tú) a Miami. Empecé a entrar en ese universo que es más apasionant­e porque conocés a los tipos, ves qué les gusta, qué los pone tristes, qué música escuchan... Y de todo eso yo hago un poco de psicóloga, agarro lo que puedo y salen los temas. A mí me gusta que no sean menos de dos o tres días, porque es la única manera de conectar con el artista. Después quedo agotada, porque yo le pongo mucho corazón y los grandes son especiales. Tienen algo muy especial. Su cabeza y su corazón funcionan de otra manera. Es otro planeta. Entonces después me tengo que tomar unos días de descanso, je. -¿El auge de la música urbana (como el trap o el reguetón) te obligó a adaptarte?

-Sí, es otra cosa. Tuve una especie de golpe seco cuando me mandaron a Medellín a trabajar con un grupo de productore­s. Ahí se me movieron las fichas de lugar. Si estamos trabajando una canción pop, a mí no me tenés que decir lo que tengo que hacer. Pero si me junto a trabajar con un grupo urbano, yo tengo que escuchar, porque las reglas la van a poner ellos. Mi trabajo es elevar eso que ellos hacen para hacer una buena canción. Eso es lo que creo que le falta a muchos de los artistas de música urbana. Colaboré con Piso 21, que son grandes músicos, y también con CNCO, con quienes hicimos el tema Mamita, que fue un éxito. -¿Tenés límites para el contenido de las letras?

-Yo no voy a escribir nunca jamás algo que vaya en detrimento de la mujer. Conmigo no cuentes para eso. Esa es la razón por la cual hay muchas menos compositor­as mujeres en los créditos de la música urbana. Yo no voy a escribir “Quiero que me pongas contra la pared”. No me cabe eso. ■

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RAFAEL MARIO QUINTEROS Volver. “Este es un regreso con gloria que jamás pensé. Muero por venir con mi banda a tocar mi disco”, anticipa Brant, tras la consagraci­ón de los Grammy.

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