La moda, con estilo propio
KARL LAGERFELD
Nació en Alemania y murió en París a los 85 años. Trabajó en Chloé, en Fendi y revolucionó a Chanel.
El rigor, el Kaiser de la moda y la creatividad, el heredero de Coco Chanel ha muerto. En un martes soleado de invierno parisino, el diseñador alemán Karl Lagerfeld murió envuelto en el misterio que había rodeado su fantástica vida. Tenía 85 años y el alma de un genio juvenil.
Gran modisto, fotógrafo, diseñador de su propia marca, con sus anteojos negros porque “me gusta mirar sin que me vean”, y una disciplina que lo hizo reducir 40 kilos en el 2000, Lagerfeld falleció en París. La ciudad de donde nunca se fue, desde que lo mandaron sus padres alemanes a terminar la escuela secundaria en el Liceo Montaigne del barrio VI .
No dio un solo indicio de su enfermedad. En la presentación de su última colección el 22 de enero, en el Grand Palais, no se presentó al final del desfile. Le pidió a Virginie Viuad, la directora del studio Channel, que lo reemplazara. “Wo ist Karl”( “¿Dónde está Karl?”) se preguntó el diario alemán Franfurter Allgemeine Zeitung ante su ausencia. Chanel emitió un lacónico comunicado: “Karl está fatigado esta mañana” y no sé habló más de su ausencia.
Hijo de un empresario alemán y una madre que vendía lingerie chic en Berlín, pasó la guerra en Alemania. Abandonó los suburbios elegantes de Hamburgo para ser educado en Francia por decisión de su madre. Nunca regresó a su tierra, pero jamás abandonó la estructura mental alemana, el perfeccionismo, la estética.
Es Chez Pierre Balmain, la gran casa de moda de los 60 en Paris, donde Karl comenzó su carrera como asistente. Allí aprendió con método y el perfeccionismo que lo iba a acompañar en su carrera los secretos de un metiér único. En la Escuela de la Cámara Sindical de la Costura Parisina encontró otro genio: Yves Saint Laurent, de quien se vuelve inseparable.
Pero los egos y las historias de amor iban a separarlos junto a su talento. En 1953 ganaron todos los premios del Concurso de la Secretaría Internacional de la Lana: YSL por un vestido, Karl por un tapado. Se pelearon. Un enfrentamiento que duraría 40 años. Pero fue algo más que diseñadores celosos: Jacques de Bascher, el compañero de vida de Karl, se con- virtió en el amante de Yves Saint Laurent. Este doloroso conflicto es uno de los más famosos de la historia de la moda. Jacques murió al lado de Karl finalmente.
Lagerfeld abandonó Pierre Balmain para unirse a la casa Jean Patou en 1962. Pero su gran posición la consiguió en 1963, cuando obtuvo su primera cargo importante en Cholé después de Gaby Aghion, la fundadora de la casa de moda parisina.
Pero es en Chanel donde Lagerfeld se revelaría como el genio que fue. Fue nominado director artístico en 1982, cuando la casa se encontraba al borde de la quiebra. Karl fue más alemán que nunca: decidió salvar Chanel, firmar más de una docena de colecciones anuales y revitalizar con esa disciplina de trabajo alemana una herencia: el ADN de Coco. Revisó sus archivos, sus cuatro bolsillos, sus twin sets, su tweed masculino, su tailleur, la “petite robe noir” o vestido negro, la cartera matelasé y los recicló, con su irreverencia.
Mundano, misterioso, íntimo amigo de la princesa Carolina de Mónaco, con una gran colección de arte en su petit hotel de la Rive Gauche, Karl creó para Chanel, recreó su propia marca, hizo fotos para Vogue y diseñó. Se peleó y se reconcilió con su musa, la modelo Inés de la Fresange.
Con su coleta blanca empolvada, sus espesos cuellos imperiales, trajes oscuros con pantalones bombín, sus guantes negros con los dedos al aire, sus anteojos negros colgados de la nariz para mirar y no ser observado. Un personaje de ópera, un Luis XV del siglo XXI. Caminaba lentamente y recorría a pie el boulevard St Germain , con un “stop” en el Café Flore, donde todos lo saludaban al atardecer. ¿La delgadez? Un culto.
Millonario, soltero, discreto, su gran heredera será Choupette, su gata birmana que adoraba. Hasta tiene una cuenta de banco a su nombre.
Lagerfeld fue internado el lunes en el Hospital Americano de Paris. Nadie sabe la causa de su muerte. El Papa de la moda se fue sin entierro. “Mejor morir” repetía, sin saber que su fin estaba próximo. Se ha ido el creador más conocido del mundo, déspota y genial, sensible y caprichoso autoritario. Unico y fulgurante. ■