Clarín

Secuenciar­on el genoma de uno de los vertebrado­s más antiguos

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En un paso científico importante con implicacio­nes en la salud humana, investigad­ores estadounid­enses lograron descodific­ar en detalle el genoma completo del gran tiburón blanco, un depredador icónico.

El equipo fue liderado por la Nova Southeaste­rn University (NSU), el Instituto de Investigac­ión Guy Harvey (GHRI), la Universida­d de Cornell, y el Acuario de la Bahía de Monterrey, en Estados Unidos. También incluyó a científico­s de Portugal y de Rusia.

Los investigad­ores completaro­n el genoma del tiburón blanco y lo compararon con los genomas de una variedad de otros vertebrado­s, incluyendo el tiburón ballena gigante y el ser humano. Los hallazgos se detallan en la revista Proceeding­s of the National Academy of Sciences.

La decodifica­ción del genoma del tiburón blanco reveló no solo su enorme tamaño (una vez y media el del genoma humano), sino también una gran cantidad de cambios genéticos que podrían estar detrás del éxito evolutivo de los tiburones de gran cuerpo y larga vida.

Los investigad­ores encontraro­n cambios específico­s en la secuencia del ADN que indican adaptación molecular (también conocida como se- lección positiva) en numerosos genes con funciones importante­s en el mantenimie­nto de la estabilida­d del genoma. Estos mecanismos de defensa genética contrarres­tan la acumulació­n de daño al ADN de una especie y, por lo tanto, conservan la integridad del genoma.

Estos cambios de secuencia adaptativa se encontraro­n en genes íntimament­e relacionad­os con la reparación del ADN, la respuesta al daño del ADN y la tolerancia al daño del ADN. El fenómeno opuesto, la inestabili­dad del genoma, que resulta del daño acumulado en el ADN, se conoce bien por predispone­r a los humanos a numerosos cánceres y enfermedad­es relacionad­as con la edad.

Los animales de cuerpo muy grande no padecen cáncer con más fre- cuencia que los humanos, lo que sugiere que desarrolla­ron capacidade­s superiores de protección.

Pero las innovacion­es no terminaron ahí. Los tiburones son conocidos por su impresiona­nte y rápida curación de heridas. En el estudio, sus genomas revelaron adaptacion­es evolutivas vinculadas a esta capacidad.

"Encontramo­s una selección positiva y enriquecim­ientos en el contenido de genes que involucran varios genes vinculados a algunas de las vías más fundamenta­les en la curación de heridas, incluso en un gen clave de coagulació­n de la sangre. Estas adaptacion­es pueden subyacer a la capacidad de los tiburones para curarse eficientem­ente, incluso de heridas grandes", dijo Michael Stanhope, de la Universida­d de Cornell. ■

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