Un “ejército” de civiles, listo para ir a buscar la ayuda
La oposición dice que hay 800.000 personas dispuestas a ir a la frontera para entrar y repartir víveres.
Mientras el gobierno de Nicolás Maduro se prepara con miles de militares y misiles para defender a Venezuela de lo que imagina es una intervención extranjera, desde la oposición se organiza un ejército distinto, en el que médicos, enfermeras, abogados, estudiantes y hasta amas de casa están dispuestos a pelear por su país. Las tropas de civiles, que se estiman en decenas de miles, se aprestan a realizar en los próximos días uno de los retos más ambiciosos de la oposición: lograr el ingreso de toneladas de alimentos y medicinas en abierto reto a Maduro, quien ha descartado la entrada la ayuda humanitaria internacional alegando que es un pretexto para encabezar una intervención militar.
Para impedir el ingreso de la ayuda, las autoridades bloquearon hace dos semanas uno de los puentes fronterizos que comunican Venezuela con la ciudad colombiana de Cúcuta, y esta semana se cerraron las fronteras aérea y marítima con las islas caribeñas de Aruba, Curazao y Bonaire, que están frente a las costas venezolanas.
La posibilidad de que la oposición pueda lograr la entrada de la ayuda internacional y superar los controles que mantienen los militares en las fronteras y principales vías del país parece hoy remota, pero eso no desalienta a los voluntarios ni a los organizadores de la iniciativa.
El dirigente opositor Roberto Patiño, organizador del movimiento de voluntarios, dijo que el 23 de febrero, fecha que se fijó para el inicio de la entrada del apoyo, sólo representa un “punto de partida”, y sostuvo que la oposición seguirá insistiendo hasta que se abra el canal humanitario. El escenario adverso tampoco amilana a Danny Golindano, un médico hematólogo que se incorporó al movimiento de voluntarios que, según los organizadores, ya alcanza a más de 800.000 inscritos en la página web voluntariosxvenezuela.com, cifra que no se ha podido comprobar de manera independiente.
Entre los voluntarios figuran médicos, enfermeras, camilleros, abogados, ingenieros, psicólogos, bioanalistas, paramédicos, estudiantes universitarios, jubilados, y amas de casa, entre otros. Desde una rudimentaria plaza del norte de Caracas, con jardines de piso de tierra e inmensos arboles tropicales golpeados por la sequía, Golindano da a decenas de voluntarios, en su mayoría ancianos, las últimas instrucciones sobre la ayuda humanitaria. Luego de ser expulsado de un hospital público capi- talino donde trabajó por años tras denunciar la muerte de ocho pacientes oncológicos por contaminación debido a la falta de agua en el centro de salud, el médico de 32 años asegura que asumió como misión de vida evitar que mueran más venezolanos por carencia de medicinas e insumos.
Por eso Golindano, coordinador nacional de la ONG Médicos por la Salud, se incorporó como voluntario a la iniciativa opositora para organizar el apoyo médico del movimiento que tendrá entre sus tareas recibir la ayuda humanitaria que ingresarán al país diferentes ONG y la Iglesia, y distribuirla entre los hospitales y comunidades más vulnerables. En una primera fase se espera enviar los insumos internacionales a cuatro grandes hospitales que funcionarán como centros de acopio y que se encargarán de distribuir los recursos al resto de los centros de salud de país.
Desde uno de los rincones de plaza, sentada sobre uno de los muros de los jardines, Alesia Santacroce, una abogada y profesora universitaria de 30 años, escucha atenta a los organizadores del voluntariado mientras ve caer la tarde en la capital venezolana. Santacroce reconoce con emoción que decidió incorporarse al movimiento de voluntarios movida por una “gran esperanza”, que asegura que ha embriagado a muchos venezolanos luego de que el congresista Juan Guaidó, de 35 años, asumiera la dirección de la Asamblea Nacional y se declarara presidente interino de Venezuela el pasado 23 de enero. ■