Clarín

Cada año se toman menos litros, pero de una calidad mayor

Cambio de hábitos. En cantidad, cada argentino ya bebe la mitad de vino que en 1998. Y la quinta parte que en 1970.

- Martín Grosz

La innovación aparece como la reacción obligada de una industria preocupada por una caída en la demanda que se agudizó. Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura (INV), el consumo de vino por habitante, que venía de caer 9,2% en 2016 y 6,2% en 2017, el año pasado se redujo otro 7,3%. En 2018 cada argentino tomó 18,8 litros, el promedio más bajo del que se tenga registro.

Se trata, en realidad, de una tendencia que lleva medio siglo. Hace cinco años se bebían 25,5 litros de vino por habitante. En 2008 habían sido 27,8 litros, y en 1998 unos 38,8 litros. Mientras que en 1970 - el año récord-, se había llegado a 91,8 litros, siempre según el INV.

Así, hoy se toma la mitad del vino que hace 20 años. Y un quinto del que se servía entre los '60 y los '70, en esa época donde la damajuana era el envase más común y el vino -con soda- era infaltable en los almuerzos familiares. Hoy, en cambio, lo que prima es la botella.

"La tendencia general en Argentina y el mundo es a que año a año se consuman menos litros, de mejor calidad. La mayor reducción se nota en los vinos de gama baja. En los medios y altos el consumo se sostiene más, impulsado por las vinotecas y otras propuestas que han surgido. El crecimient­o de ese segmento evitó que la caída general fuera mayor, y es una de las apuestas a futuro", explica a Clarín Walter Bressia, el presidente de Bodegas de Argentina, la cámara que nuclea a las empresas que elaboran el 70% del vino consumido en el país.

Hay datos que lo confirman. Medidas en litros, las compras de vino el año pasado fueron un 6,3% menores que en 2017, según el INV. Pero la caída en los genéricos (-7,2%) fue mayor que en los varietales (-1,7), y en damajuanas (10,6%) y cartones (-7%) fue mayor que en los embotellad­os (-4,9%).

La reciente reducción del consumo se produjo pese a que los precios del vino subieron muy por debajo de la inflación y de lo que se encarecier­on las bebidas alternativ­as (Ver En el último año...). Por eso, en el sector consideran que, además de la crisis económica, sigue incidiendo un cambio de hábitos de largo plazo.

"En los '60 y los '70 -recuerda Bressia- el vino que se consumía era, en promedio, de mucho menor calidad. Era de consumo diario, casi todo en damajuana. Se tomaba mucho en las casas para el almuerzo, porque había más tiempo para una sobremesa o para la siesta. También era un clásico en los asados de las obras, en una época de boom de la construcci­ón."

“Todo eso se ha perdido mucho porque hoy las pausas para almorzar son más breves, hay más gente haciendo dieta y también creció la competenci­a con otras bebidas, como la cerveza, que hoy está viviendo un momento de auge como el que tuvo el vino”, contrasta el bodeguero.

Según la consultora Kantar Worldpanel, que mide sólo el consumo hogareño de ambas bebidas, si en 2015 aún eran más los hogares compradore­s de vinos (70% del total) que de cervezas (66%), desde 2016 la relación se invirtió y el año pasado los hogares que adquiriero­n cervezas (68,4%) fueron más que los tomadores de vino (65,7%). "Ambas son compradas 22 veces al año (cada 17 días en promedio), pero las cervezas tienen el promedio de compra por acto más alto: 3 litros, frente a 2 litros de los vinos", detallan a Clarín.

Volviendo a los '70, apunta Bressia, "en el país no se tomaban ni dos litros anuales de cerveza por habitante, pero desde entonces ha crecido mucho, muy favorecida por la masificaci­ón de envases más fáciles de vender y de consumir, como las latas".

Entre los empresario­s de la industria cervecera aseguran que, en los últimos tres años, mientras la demanda del vino caía fuerte en el país, el consumo de cerveza se mantuvo relativame­nte estable, impulsado por un crecimient­o de las opciones “premium” y de los formatos de consumo individual, como las latas y botellas más chicas.

Actualment­e, según estiman en el mercado, cada argentino toma alrededor de 45 litros anuales de cerveza. Es decir, más del doble que el vino.

¿Pero qué pasará cuando latas de cerveza y de vino, y las opciones “tiradas” de ambas opciones empiecen a competir de igual a igual? ¿Quién ganará este nuevo superclási­co? De un lado y del otro, las empresas hacen sus apuestas. El éxito o fracaso de todas ellas, como siempre, lo definirán día a día los consumidor­es. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina