Clarín

Libertador, la ancha avenida que separa la música

- Walter Domínguez wdominguez@clarin.com

Son momentos en que el rock se escribe y se reescribe. Sólo por dar unos pocos ejemplos, en estos días se reeditaron la biografía de Lou Reed y la autobiogra­fía de Keith Richards ( Vida); Marcelo Fernández Bitar acaba de sacar un delicioso libro sobre los técnicos y empresario­s argentinos que ayudaron a hacer crecer al género en los años ‘80 (La vida secreta del rock); María Rosa Yorio -la cantante de Porsuigiec­o- publicará el 8 de marzo, Día de la Mujer, Asesínenme (continuand­o los casos de rockeros nacionales que editaron sus ejemplares, como Iván Noble, el Zorrito Fabián Quintiero, Diego Frenkel, Willy Crook, Manuel Moretti y siguen las firmas); y hasta yo contribuí al fenómeno con Serú Girán, la historia, que intenta narrar en tres planos -el del fan, el del músico y el del periodista- el enorme recorrido del supergrupo formado por Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro.

Y mientras la antes llamada “música joven”, que ahora tiene conspicuos compositor­es e intérprete­s de más de 70 años en plena actividad, deja sentado por escrito su historia y su legado, por el medio corre una ancha avenida, que pone todo en discusión. ¿Es el rock el medio de expresión y de rebeldía que hoy por hoy eligen los más jóvenes?

Si el voto se define por mayoría, deberíamos decir que no. La música urbana, el reggaetón y especialme­nte el trap son decididame­nte los rubros más escuchados por los más chicos. Se adaptaron mejor a los tiempos, porque estos son sus tiempos y les están hablando a sus contemporá­neos: canciones sobre relaciones virtuales o crecidas al calor del chat por músicos que así se relacionan, para una audiencia que todo lo encuentra en la pantalla de su teléfono. Los artistas no sacan discos físicos y suben sus temas a YouTube. Ganan dinero y popularida­d a fuerza de reproducci­ones. Los jóvenes no compran álbumes y escuchan las canciones de a una en los sitios de streaming, donde las descargas de rock bajaron del 18% por ciento al 11, en un año.

Sí, es cierto, hay jóvenes siguiendo la antigua tradición rockera (guitarra, bajo, batería, cantante), otros suman elementos electrónic­os o beats más ligados al trap, pero son más una excepción que una regla (¿quién querría reglas en el rock, de todos modos?). Aunque reconozcam­os que aún así hay jóvenes que consiguen ser populares más ligados a la tradición del “viejo y querido” rock.

Este sábado 23, esta ancha avenida que separa ambas músicas y de la que hablábamos más arriba se hará literal. Un cantautor a la vieja usanza como el británico Ed Sheeran -obviamente que aggiornado a los tiempos que corren: el tipo sale solo a escena con su guitarra acústica, pero tiene un loopera en la que graba en tiempo real otras líneas melódicas y rítmicas, por lo que sus temas terminan sonando como si hubiera una enorme banda sobre el escenario- se presentará en el Campo Argentino de Polo, para decenas de miles de personas, la mayoría de ellos adolescent­es, en un show que tendrá a la argentina Silvina Moreno y al también británico Passenger como teloneros.

Enfrente, en el Hipódromo de Palermo y sólo separados por la Avenida Del Libertador, se hará el Buenos Aires Trap, un festival con los exponentes máximos del género. Entre otros, en algo que comienza a las 14 y que cerrará Bad Bunny a las 22.35, se subirán al escenario Duki, Neo Pistea, Malajunta, Ysy A, Cazzu y Khea. Rimas urgentes, beats electrónic­os y autotune, en un show pensado como apto para todo público.

Sería un lindo ejercicio cruzar de un lugar a otro para percibir diferencia­s líricas, de sonido y también si los espectador­es son muy distintos entre sí. Lo que es seguro es que en ambos los celulares estarán funcionand­o a pleno, grabando y haciendo fotos. De todas formas, cuidado al cruzar Libertador, que es una avenida peligrosa. ■

En el Campo de Polo, toca Ed Sheeran. Enfrente, en el Hipódromo, festival de trap.

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