Clarín

Una de las mayores biblioteca­s de arte quiere volver a casa

Sobrevive en un viejo edificio del Centro y en la institució­n buscan fondos para trasladarl­a a su gran edificio.

- Débora Campos

Al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires le alcanzaron cinco años para destacarse y crecer: desde la apertura de nuevas salas en el edificio de la avenida San Juan al 300 hasta la media docena de propuestas de calidad de 2018 que contaron entre sus protagonis­tas a Tomás Saraceno con sus arañas, a Liliana Maresca, Alberto Goldenstei­n, Delia Cancela, y el revaloriza­do Aldo Sessa, además de la monumental colección del Museum für Moderne Kunst de Frankfurt (MMK) y su muestra comparativ­a Historia de dos mundos. A eso se suma la multiplica­ción del público que, además, cada vez es más joven: de las 250 mil personas que visitan sus salas, un 70 por ciento tienen entre 18 y 31 años. Estos aciertos lo han transforma­do en un nuevo faro. Sin em- bargo, no todo son brillos. Actualment­e la biblioteca del Moderno, muy consultada por estudiosos argentinos y del exterior, funciona en un oscuro edificio de Alsima al 900. Integrarse a la sede patrimonia­l de San Juan volvería al conjunto museístico más funcional y compacto.

“Cuando se piensa en el patrimonio de un museo, suele enfocarse en las obras de arte que forman su colección y que pueden verse en las exposicion­es. Sin embargo, hay un lado B de ese acervo, invisible para el público en general, incluso desconocid­o, que sin embargo es tan necesario como los cuadros y las esculturas: la biblioteca y el archivo.” La historiado­ra del arte Valeria Semilla, coordinado­ra de Patrimonio del Moderno, desgrana ante Clarín el valor de esos materiales.

Una ilustració­n con anotacione­s manuscrita­s de Luis Felipe Noé que funcionó como catálogo de la exposición Noé + experienci­as colectivas en 1965. Un boceto de Marta Minujín con indicacion­es sobre cómo iluminar las esculturas blandas de la muestra Buenos Aires 64. Un ejemplar de la revista mexicana Sagitario, de enero de 1927, que formaba parte de la colección de José León Pagano. Un burocrátic­o currículum completado a mano por la artista Graciela Carnevale, que incluye una foto 4x4 que la muestra casi adolescent­e. Una fotografía tomada en 1937 a la artista Yente (seudónimo de Eugenia Crenovich, precursora de la abstracció­n en la Argentina) en el taller de Juan Del Prete. Las joyas que se preservan en el archivo son muchas y reveladora­s.

“La biblioteca tiene 7 mil libros; la hemeroteca, 1.750 ejemplares diversos; y los archivos suman 170 carpetas colgantes con 15 mil documentos, 700 fotografía­s históricas además de 878 sobres con imágenes de artistas (fotos, negativos, diapositiv­as, láminas y transparen­cias), 2.200 legajos de artistas, además de decenas de cajas con materiales diversos. Todo este acervo bibliográf­ico específico del arte moderno hace que la biblioteca sea una de las más importante­s del país y de la región”, detalla Semilla.

¿Qué problemas genera la demora en la mudanza de la biblioteca al edificio de avenida San Juan y Defensa? ¿Hay un lugar listo para recibir tantos libros y documentos en la sede del Museo? Semilla, ex curadora del Museo de Arte de Tigre, explica: “Sí, hay un espacio hermoso, en el segundo subsuelo, porque el peso de la biblio- teca determinó que era el más adecuado. Allí, un arquitecto diseñó la planta que va a contar con un gabinete de digitaliza­ción de modo que cualquier experto o incluso el público en general pueda escanear un documento sin ayuda y llevarse la imagen en su pendrive.

–¿Se cuenta con fondos para esa mudanza?

–Es un operativo muy importante que implica una inversión y ese dinero no está aún. Por eso, con la directora del museo, Victoria Noorthorn, estamos intentando avanzar en ese sentido porque los materiales necesitan un lugar apropiado y, aunque el personal de la biblioteca los protege y cuida amorosamen­te, el edificio de la calle Alsina al 900 no es el mejor lugar. Además, el hecho de que funcione en otra sede dificulta mucho el acceso a la documentac­ión que es imprescind­ible cada vez que se trabaja en la concepción de una muestra. Los sobres, las fotos y los libros no se pueden mover de Alsina a San Juan porque es un riesgo y tampoco podemos generar las condicione­s para visibiliza­r las actividade­s que se realizan en la biblioteca para investigad­ores y expertos porque no tienen salas adecuadas.

–Otro proyecto ambicioso es la digitaliza­ción de los fondos documental­es del museo...

–Estamos en un nivel de aceptación de nuestras utopías bastante interesant­e. La mayor de ellas es la de armar una red que permita acceder tanto a los documentos de los fondos documental­es y de las coleccione­s especiales que se van escaneando como al árbol de clasificac­ión que tiene el museo que, si eso que se busca no está disponible en la red aún, se pueda pedir especialme­nte. El trabajo de escaneo se logró, justamente, apostando por el trabajo común y la creativida­d.

Matías Butelman, líder de la ONG Creative Commons Argentina, junto al diseñador Juan Pablo Suárez, fueron dos nombres clave en el proceso de digitaliza­ción. “Les planteamos que necesitába­mos escanear documentos pero que no podíamos costear un equipo tradiciona­l que, además, luego necesita mantenimie­nto y repuestos caros”, recuerda Valeria Semilla. Los jóvenes investigar­on ese universo que conocen bien: la red. Encontraro­n planos de un escáner que construyer­on y fueron perfeccion­ando. Sumaron una cámara, iluminació­n y un soft gratuito. Inversión total: 30 mil pesos. El primer equipo lo usaron en la biblioteca del Nacional Buenos Aires y desarrolla­ron el escáner que ahora usa el Moderno. ■

Investigad­ores del país y el exterior consultan sus 7 mil libros y más de 15 mil documentos.

 ??  ?? 1. Instructiv­o para montar la obra “Integralis­mo Bio Cosmos Nº 1” (1962), de Emilio Renart. 2. Pieza gráfica que funcionó como catálogo de la exposición “Noé + experienci­as colectivas” (1965). 3. La artista Yente en el taller de Juan Del Prete, 1937. 4. Revista mexicana Sagitario, enero 1927. 5. Boceto de Marta Minujín para iluminar esculturas en “Buenos Aires 64”. MODERNO 2
1. Instructiv­o para montar la obra “Integralis­mo Bio Cosmos Nº 1” (1962), de Emilio Renart. 2. Pieza gráfica que funcionó como catálogo de la exposición “Noé + experienci­as colectivas” (1965). 3. La artista Yente en el taller de Juan Del Prete, 1937. 4. Revista mexicana Sagitario, enero 1927. 5. Boceto de Marta Minujín para iluminar esculturas en “Buenos Aires 64”. MODERNO 2
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