Preocupación en River por la seguidilla de lesiones
Ya suman 16 en dos meses. La más grave, Juanfer Quintero.
El escaso tiempo de vacaciones, el apretado calendario, las exigencias del alto nivel de competencia, el estrés...Son todos ingredientes de un cóctel que le produjo a River varios dolores de cabeza en poco tiempo. Hubo 16 lesiones en apenas dos meses y medio. La mitad, musculares y la otra mitad, traumáticas. ¿Cuáles son los motivos?
Las lesiones no son hechos aislados. Hay que situarlas en un contexto. En primer lugar, River tuvo un final de 2018 agitado, con mucha carga emocional. Hubo un hecho que hasta ese momento era inédito: una final de Copa Libertadores contra su eterno rival. Una final que duró 40 días, con todas las complicaciones que hubo en el medio. Los propios protagonistas admitieron que les causó un gran estrés aquella definición que culminó el 9 de diciembre en Madrid.
Así y todo, River terminó entero aquel encuentro ante Boca en el Bernabéu. En un muy buen estado físico. Mucho mejor que su rival que tuvo al menos tres jugadores lesionados. El único futbolista de River que había tenido complicaciones y que no pudo estar en la final fue Ignacio Scocco, quien padecía un desgarro en el gemelo derecho del que no pudo recuperarse. El propio delantero, en diálogo con Clarín en la pretemporada en Punta del Este, admitió luego que se apuró por querer estar.
"Mi lesión empezó con una contractura en el gemelo derecho en el partido contra Gremio en Porto Alegre. Después me sentí mejor, jugué contra Estudiantes, se me vuelve a contracturar el gemelo y se venían las finales con Boca. Entonces, el gemelo no tuvo el descanso que tenía que tener por la clase de partido que se venía. A lo mejor si se daba en otro momento, en 15 días estaba recuperado. Pero por querer llegar a ese partido terminé desgarrándome. Era arriesgarme a llegar o romperme. Y lamentablemente me terminé rompiendo", admitió Nacho.
Justamente, Scocco fue el que inició la racha adversa este año. El delantero volvió a desgarrarse el 13 de enero, en medio de los trabajos de una pretemporada atípica. No sólo por la corta duración (menos de dos semanas) sino también porque la estadía en Punta del Este (estuvieron cinco días) se interrumpió porque las canchas para ha- cer fútbol no estaban en condiciones. El plantel volvió a Buenos Aires, siguió el trabajo en Ezeiza y retornó a Uruguay para jugar un amistoso ya pactado con anterioridad contra Nacional de Montevideo. Más que una pretemporada fue una puesta a punto.
Es que River había culminado la competencia oficial el 22 de diciembre, en el encuentro que le ganó al Kashima Antlers de Japón por el tercer puesto en el Mundial de Clubes. Llegó un día después a Buenos Aires, hubo festejos en el Monumental por la obtención de la Copa Libertadores y las vacaciones recién arrancaron el 24. Apenas 13 días después, el 6 de enero, los jugadores volvieron al trabajo.
River tenía cuatro partidos postergados de la Superliga. Y el calendario que le organizaron fue letal. Arrancó a jugar el 19 de enero (es decir 13 días después de haber retomado los entrenamientos) contra Defensa y Justicia en el Monumental, una semana antes del reinicio del torneo local. Y en el primer mes del año sumó otros tres compromisos oficiales más, dos de ellos que también adeudaba, ante Unión y Godoy Cruz. El restante, con Patronato. Y el último encuentro perteneciente
al calendario del año pasado lo jugó el 14 de febrero ante Rosario Central.
Desde que comenzó su competencia oficial, el 19 de enero, hasta el 17 de marzo (el último que jugó por ahora, ante Independiente) River disputó 14 partidos en 58 días, lo que marca un encuentro cada 96 horas. Lo que refleja que el tiempo de recuperación fue escaso entre un compromiso y el otro.
En el mismo lapso, en 2018 había jugado 10 partidos; en 2017, 3 (por la huelga); en 2016 fueron 10 y en 2015, 8. En lo que va de este año River es el equipo argentino que más encuentros disputó (lo siguen Boca, Defensa y Justicia y Talleres, con 12).
De las 16 lesiones que hubo en lo que va del año, la mitad fueron musculares. La mayoría de ellas leves. El más afectado fue Scocco, con un desgarro en el gemelo derecho. El resto fueron distensiones o sobrecargas. En tanto, las otras lesiones fueron traumáticas. Las más duras: Juan Fernando Quintero (rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda), Milton Casco (fractura de la clavícula derecha) y Exequiel Palacios (fractura del peroné derecho). Esas dolencias se produjeron por el impacto en las acciones de juego. Y River afronta los partidos con un alto nivel de intensidad.
¿Podrían haberse atenuado, las lesiones de Palacios y Quintero si los médicos hubieran notado el proble
ma con anterioridad? Es que el juvenil jugó rengo los últimos 15 minutos del clásico contra Racing tras la patada que recibió de Darío Cvitanich. Y luego del encuentro se informó que sólo se trataba de un golpe. Por su parte, el colombiano terminó el primer tiempo del clásico ante Independiente con dolor en su rodilla izquierda tras el choque con Nicolás Figal. Sin embargo, salió a la cancha en el segundo tiempo y 11 minutos después se lesionó luego de trabar con Fabricio Bustos.
La de Juanfer Quintero fue la última lesión de una racha adversa. No hay que pasar por alto que el colombiano venía de un pequeño bajón futbolístico y mal de ánimo tras la muerte de su abuelo hace tres semanas. Le dieron licencia para que pueda viajar a Medellín a despedirlo. Para él era como un padre, ese padre al que casi no conoció porque fue desaparecido en Colombia cuando él tenía dos años.
El mal de las lesiones no solo aqueja a River. Pareciera ser un fenómeno globalizado. A fin de 2018, el diario Marca de España consignó en una nota ("El Madrid paga el precio de la gloria", se titulaba) la gran cantidad de lesiones que tuvo el Real Madrid, campeón del mundo. Fueron 43 durante el año y afectaron a 20 jugadores del plantel. Y el Atlético de Madrid tuvo 27 lesiones en los primeros seis meses de la temporada 2018/19.