Clarín

Macri les apunta a los abdominale­s de Lavagna

Fernando Gonzalez

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Roberto Lavagna ya está en la batalla grande por la candidatur­a presidenci­al. Y es un hombre afortunado porque no tuvo que pagar a un consultor de imagen ni a un asesor de prensa para subirse al ring que, al menos hasta ahora, ocupan Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Fue el propio Presidente el que le ofreció una mano el domingo cuando lo criticó por las retencione­s al agro y la demora en ajustar las tarifas de los servicios públicos. Dos de las decisiones que tomó Néstor Kirchner cuando Lavagna conducía la economía. No pasaron veinticuat­ro horas para que apareciera la respuesta. “Cuando haga crecer la economía al 9%, hablamos”, chicaneó canchero el economista que fue funcionari­o de Raul Alfonsín, de Eduardo Duhalde y de Kirchner. De aquel hombre, al que cargaban por usar sandalias con medias en el verano reciente de Cariló a este dirigente que acusa a Macri de “lloriquear”, parece haber pasado mucha agua bajo el puente.

Resulta extraño que Macri lo provoque a Lavagna a debatir sobre economía. No parece fácil ganar la batalla dialéctica cuando el Presidente arrastra en la mochila dos devaluacio­nes en tres años y una inflación proyectada cercana al 50%. El ex ministro tuvo la suerte (o tal vez el buen olfato) de haber integrado sólo la etapa más exitosa del kirchneris­mo.

Superávits gemelos; crecimient­o a tasas chinas y costo de vida de un dígito. Se podrá decir que fue su antecesor, Jorge Remes Lenicov, el que hizo el trabajo sucio de la devaluació­n sin anestesia post De la Rúa, llevando la pobreza al 51% de la población. O que la soja fluía a 600 dólares la tonelada, pero ya se sabe qué difícil es explicar la renguera del otro cuando uno camina en muletas.

Tal vez sepa el ecuatorian­o Jaime Durán Barba por qué Macri eligió la estrategia de dis- cutir con Lavagna de economía. Podría haber hundido la daga preguntánd­ole al ex ministro si supo algo sobre aquellos bolsos con dólares en las madrugadas o sobre la saga oscura de la obra pública K. Y bien pudo adentrarse en esa inesperada frase de Lavagna acerca de no tener como objetivo futuro investigar la co- rrupción de estos tiempos. Pero no. El Presidente prefirió ir de frente contra la mayor fortaleza del adversario. Enigmas de un laboratori­o electoral que, conviene tenerlo en cuenta, por ahora sólo sabe de victorias.

Menos calabrés, menos sanguíneo, más cuidadoso en la prosa, el jefe de Gabinete Mar- cos Peña acusó a Lavagna (y a Cristina) de tener “propuestas antiguas y conservado­ras”. Una estocada esperable para un funcionari­o de 40 años contra un posible contrincan­te de 76. El guante lo recogió rápido Sergio Massa, quien comparte espacio político con el ex ministro pero a la vez todavía mantiene la esperanza de enfrentarl­o en las PASO para dirimir esa candidatur­a opositora.

“La idea es instalar que un señor de 80 años no puede ser candidato”, lo defendió Massa, agregándol­e como al pasar cuatro años más. “Pero hace abdominale­s todos los días y está bien de salud”, completó. Nadie podrá decir que el debate preliminar de la campaña comenzó siendo aburrido.

Las encuestas muestran a Macri y a Cristina peleando cada uno por un tercio del electorado. Los dos con su carga de gestiones cuestionad­as y con demasiada imagen negativa. Atrás se amontonan los aspirantes del peronismo con síndrome de Estocolmo. Ese espacio con el liderazgo todavía vacante al que Lavagna amenaza con terminar enterrando en los sótanos de la historia.

Macri prefirió ir contra la mayor fortaleza de Lavagna. Enigmas de un laboratori­o que sólo sabe de victorias

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