Vivaldi y una gran batuta argentina
Como cualquiera de las actuales agrupaciones barrocas, el Bach Consort de Viena intenta recuperar el sonido de aquel periodo. Pero el grupo deja traslucir en cada una de sus versiones el rico intercambio surgido entre América y Europa, luego del descubrimiento y conquista.
En Vidala, disco del 2015, la Folia de Vivaldi se abre a un sinnúmero de asociaciones rítmicas que energiza- ban las danzas latinoamericanas (desde México hasta Argentina, con música de los hermanos Simón, Yupanqui y Leguizamón, entre otros) y que se incorporaron al corpus del barroco europeo. La sarabanda, la chacona, la zamacueca o el pasacalle, danzas que para el oído europeo del 1500 eran exóticas, enriquecieron el vocabulario de los músicos españoles e italianos y se estilizaron en las composiciones de Bach y Haendel.
El conocimiento del lenguaje de uno y otro lado del océano, la chispa de la curiosidad siempre encendida para investigar y rescatar esos ritmos rituales de raíz africana son parte de la naturaleza del violonchelista, guitarrista y hoy director del Bach Consort, Rubén Dubrovsky. Argentino, pero radicado en Austria desde hace más de dos décadas, Dubrovsky fundó el Bach Consort en 1999, y hoy dirige también El Third Coast Baroque Ensemble, de Chicago.
La vivacidad de los ritmos, la sutil marcación de sus polirritmias, y la transparencia de la más fina elaboración vocal barroca están presentes en el Filiae Maestae Jerusalem (RV 638), Stabat Mater (RV 621), Lauda Jerusalem (RV 609) y Gloria de Vivaldi (RV 589), que el Bach Consort registró en el Monasterio de Klosterneuburg, el 6 de abril del 2017, y que Gramola editó en el 2018.
Quien haya escuchado al angelical Andreas Scholl -quizás el mejor tenor del movimiento historicista-, en algún registro anterior del Stabat Mater admirará la profundidad de su expresión actual. La liviandad y exactitud con las que las sopranos Hanna Herfurtner y Joowon Chung ( Lauda Jerusalem y Gloria) realizan las más complejas coloraturas son algo más que un contrapunto necesario para ese timbre inmaculado.
El Concerto en sol menor RV 156 -cargado de figuras retóricas relacionadas con la cruz y la Pasión-- y la sonata a cuatro en Mi bemol mayor Al Santo Sepulcro RV 130, completan un disco exquisito. ■