Clarín

El CEO de Shell que no quiso venderle a los K

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Hasta mediados de 2014, cuando comenzó a estudiar un master en Energía, a Aranguren apenas había desarrolla­do interés por la función pública, aunque ya había sufrido embates del kirchnersi­mo. “Tuvimos causas penales, boicots, causas por desabastec­imiento, por no querer vender la compañía a los que el presidente Kirchner quería que se la vendieran”, cuenta de su época de CEO de Shell, cuando el Poder Ejecutivo lo conminaba a traspasar la filial local a alguna empresa amiga de los ex gobernante­s.

Sus 12 años como número uno de Shell en el país coincidier­on con los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Fueron años de pelea -respaldado por su casa matriz, pero en soledad entre los empresario­s, al menos en público- con Guillermo Moreno. El ex secretario le pidió a Aranguren su número de teléfono celular para llamarlo. El ejecutivo se negó. “Llamá a Shell. Hay telefonist­a las 24 horas y siempre me ubican”, le dijo. “Nunca llamó”, rememora. “Hay gente que lo atendía a las 6 de la mañana, Moreno los insultaba y a esas personas les causó hasta problemas matrimonia­les”, cuenta.

Lejos de pintarse como un “héroe”, Aranguren argumenta que “no hice nada que no fuera normal. Lo anormal era la conducta de otros. Moreno no fue lo que fue por su capacidad, sino porque otros agacharon la cabeza y se lo permitiero­n. Y esto habla más del resto que de Moreno”, resume. “Muchos dirigentes empresario­s no pueden ser avasallado­s por un político que más que una ferretería nunca manejó un negocio”, analiza. A Mauricio Macri lo conoció como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Le pidieron que contribuye­ra a la financiaci­ón electoral y “le mostré los principios de negocios de Shell que impiden la contribuci­ón a campañas”. Pero si le manifestó más tarde que quería sumarse a su equipo. Dejó la petrolera, comenzó a trabajar con Fundación Pensar ( think tank del PRO). Tras el balotaje, Macri le dio a elegir entre secretaría de Energía o presidente de YPF. Se inclinó por la primera. “Entonces, vamos a crear un ministerio de Energía y, de paso, vas a dedicarte también a minería, que sabemos que no sos del sector minero, pero sabes administra­r”, dice Aranguren que le comunicó Macri.

“Pasé de dirigente empresario a ‘ public servant’, a servidor público”, se describe. Volvería al Gobierno si Macri se lo requiere. “Aún sabiendo cómo me fue, sabiendo las consecuenc­ias. En Shell tenía causas penales, pero con un seguro que la compañía sacaba para que mis gastos legales estuvieran cubiertos si yo no había hecho nada malo. Ahora tengo causas penales y no tengo nadie que pague a los abogados”, observa.

En Shell, “parte de la bonificaci­ón de fin de año se da con acciones. Se usa mucho en las compañías para compromete­r a la gente. Esas accciones se depositaba­n en en el exterior”, describe. Esas tenencias generaron ruido político y Aranguren las liquidó, algo que la Oficina Anticorrup­ción sugería, pero no obligaba. “Me convenga o no me convenga, decido vender, porque para mi es más importante colaborar con la administra­ción que el valor de una acción”, expresó. ■

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