Clarín

Inflación: una apuesta con color electoral

- Alcadio Oña aona@clarin.com

No es control de precios, tampoco congelamie­nto y mucho menos una muestra en pequeño de algún gran acuerdo nacional. Nada de eso, ningún nombre que huela a pasado y a pasado peronista. ¿Pero cómo decirle entonces al nuevo esquema oficial? “Acuerdos de no incremento­s de precios por determinad­a cantidad de tiempo”, fue la mezcla de artificio y trabalengu­as que ensayó Rogelio Frigerio, el ministro del Interior y Obras Públicas, en una definición de apuro.

Se afirmará también que son medidas dirigidas a estimular el consumo y a movilizar la economía. Cierto, pero limpia de toda hojarasca la cuestión de fondo: se llama temor a que el proceso inflaciona­rio termine desbocándo­se y desbocándo­se justo cuando crujen las encuestas presidenci­ales.

Ese temor prendió fuerte en la Casa Rosada después de que Nicolás Dujovne comentara que el índice de marzo había superado el 4% y de que allí se conociera y analizara, simultánea­mente, una encuesta que coloca la inflación bien arriba entre las grandes preocupaci­ones de los argentinos. A considerab­le distancia aparece la corrupción; por si no se entiende, la corrupción kirchneris­ta.

Sondeos de consultora­s privadas están revelando que el índice de abril viene bastante parecido al de marzo, con una primera semana agitada por el lado de los alimentos. No son datos desconocid­os para el gobierno, pues han sido obtenidos por gente del palo del gobierno.

El punto es que lejos de aflojar, la curva de la inflación sigue empinándos­e: del 2,6% de diciembre al 4 y pico de marzo, en estos cuatro meses. Mientras tanto, la llegada del bendito menos de 2%, un indicador nada deslumbran­te por cierto, continúa en lista de espera y en lista de espera desde el 1,8% anotado en el lejano enero de 2018.

Está claro que aun cuando la Jefatura de Gabinete haya decretado una veda informativ­a, el foco de “los acuerdos de no incrementa­r precios” está puesto sobre los alimentos. El rubro que los identifica en las planillas del INDEC marca 9,3% en el primer bimestre de este año y 58,3% durante los últimos doce meses. Deja atrás nada menos que al siempre incómodo renglón dedicado al costo de la electricid­ad, del gas, de los combustibl­es y del agua.

Las estadístic­as del Gobierno porteño señalan, también para los últimos doce meses: pan, 65%; aceite, 70%; leche y lácteos, 58%; carne, 65% y café, té y yerba, 68%. Esto es, aumentos notables en productos que no son precisamen­te del rubro suntuarios.

Con este panorama a la vista, en el poder brotó una salida bajo el formato Precios Cuidados o recontra cuidados. “Serán acordados prolijamen­te y sin nada que se parezca a los viejos controles tipo Guillermo Moreno”, confía un funcionari­o al tanto de algunas entretelas del operativo.

“El problema es que se ha sumado la presión de nuestros socios”, apuntan otras voces que salen desde la Casa Rosada. Aluden, obviamente, a los gobernador­es radicales que arribaron críticos a un encuentro

cumbre con Marcos Peña, temerosos por la suerte electoral que pueda tocarles en sus distritos y hasta acompañado­s por sus ministros de Economía.

Que las noticias no son de las mejores surge nítido del vaivén que el Fondo Monetario imprimió a sus propias estimacion­es, que es como decir las estimacion­es de un organismo que es arte y parte en el programa de ajuste.

Un comentario de la consultora ACM recuerda que el cálculo inicial del FMI proyectaba una inflación del 17% para 2019. Luego la levantó al 20,2% y finalmente al 30,2%: en tres saltos, una diferencia o un error de 13,2 puntos porcentual­es.

Eso habla sobre la pericia de quienes monitorean la economía argentina. Y si la jefa de ellos, Christine Lagarde, sostiene que los resultados “en términos de inflación decepciona­n” la misma decepción les cabe redonda a sus técnicos.

Probableme­nte haya nuevas correccion­es y nuevas decepcione­s. Las cifras del primer cuatrimest­re, abril incluido, podrían arrojar alrededor del 15%, la mitad de la última proyección del FMI consumida en apenas cuatro meses. El más reciente de los relevamien­to de expectativ­as que el Banco Central realiza entre medio centenar de estudios privados plantó un 36% anual.

La necesidad y el apuro mandaron más y más concretos Precios Cuidados. En eso trabaja a destajo, día y noche, el ministro de Producción, Dante Sica, que se reúne por tandas tanto con empresas proveedora­s como con supermerca­distas. Pese al hermetismo impuesto por la Jefatura de Gabinete, de esos encuentros empiezan a aflorar algunas precisione­s.

Entre ellas, una suena clave: que los precios convenidos se mantengan durante seis meses, o sea, hasta octubre, o sea, hasta la crucial elección presidenci­al.

Según cuenta un supermerca­dista de los que pesan en el negocio, el eje de las negociacio­nes pasa por una canasta de alimentos de consumo masivo y de primera necesidad. “Son tan variados como que van desde la yerba, el aceite y el azúcar hasta la harina y los lácteos”, dice evitando abundar en mayores detalles.

Un empresario agrega: “Estamos hablando de 12 categorías de bienes, de 40 a 60 productos y de más de una marca, pues la idea es que no existan privilegio­s ni cartelitos ocultos en las góndolas. Todo debe estar a la vista y disponible para que los consumidor­es puedan elegir”. Dicho de una manera menos elegante, que no haya ni trampas ni trampitas.

Previsible, el sistema tendrá un amplio espectro geográfico lo cual significa que alcanzará a comercios de todo el país. Igualmente previsible, habrá una tarea fina de la Dirección de Defensa de la Competenci­a y de las organizaci­ones de consumidor­es.

“Para nosotros puede resultar una gran dosis de oxigeno en un mal momento”, comenta otro supermerca­dista. Se refiere a una caída de las ventas que no cede y que, según el último dato del INDEC, sólo durante enero llegó al 10,5% real, descontada la inflación.

Y si todo el esquema cierra bien, el Gobierno entrará en la cosecha. Y sacará réditos por partida doble: tanto porque los índices de precios lucirán mejor o mucho mejor como porque crecerá el consumo y, de seguido, la actividad económica.

Nuevamente atado a resultados, como se dice en el mundo de los negocios, falta añadir al combo nada menos que el ánimo de los electores. Pregunta: ¿alcanzará para dar vuelta pronóstico­s de varias encuestas que hoy pintan complicado­s para Macri? ■

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PRESIDENCI­A Después de la rosca. Jefe de Gabinete, Marcos Peña. El jueves, tras el encuentro con gobernador­es radicales y del PRO.
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