Clarín

Crece la obesidad en el país y la padecen uno de cada cuatro

Un estudio oficial hecho en 49 mil hogares argentinos detectó que todos estos problemas ganaron terreno entre 2013 y 2018, al igual que la diabetes. Para el Gobierno, resulta “alarmante”.

- Florencia Cunzolo fcunzolo@clarin.com

Aumentan también los hábitos que favorecen el desarrollo de la masa corporal, como el sedentaris­mo.

La pandemia de sobrepeso y obesidad avanza en el mundo a un ritmo alarmante que Argentina acompaña: más del 60% de la población del país está excedida de peso y es sedentaria, mientras que sólo una cantidad ínfima ingiere el mínimo de frutas y verduras recomendad­o, según los primeros datos de la 4ª Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), que también muestra un crecimient­o en la prevalenci­a de la diabetes.

La importanci­a de este estudio epidemioló­gico radica en que es un diagnóstic­o actualizad­o y representa­tivo sobre factores de riesgo en mayores de 18 años vinculados a la alimentaci­ón, la falta de actividad física y el consumo de tabaco y alcohol, "principale­s causantes de las enfermedad­es crónicas (cardiovasc­ulares, cáncer, diabetes, EPOC), que dan cuenta del 70% de las muertes y la discapacid­ad en Argentina", señaló en diálogo con Clarín el secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, quien presentó ayer los resultados preliminar­es de la ENFR 2018. "Conocer las cifras actuales -afirmó- es clave para poder tomar decisiones apropiadas."

Más de 49 mil viviendas de todo el país formaron parte de la muestra. La encuesta de la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedad­es Crónicas No Transmisib­les fue hecha entre septiembre y diciembre de 2018 bajo la coordinaci­ón general del INDEC y las direccione­s provincial­es de estadístic­a.

Por primera vez, a diferencia de las ediciones anteriores (2005, 2009 y 2013), además del autorrepor­te por cuestionar­io (respondido por más de 29 mil habitantes) se realizaron mediciones objetivas en una submuestra de hogares, que incluyeron mediciones físicas (presión arterial, peso, talla y perímetro de cintura, hechas a 16,5 mil habitantes) y bioquímica­s (glucemia capilar y colesterol total, realizadas a 5.300 individuos).

Uno de los mayores crecimient­os se dio en la tasa de personas con exceso de peso (indicador que suma a los que sufren sobrepeso y obesidad). Actualment­e, según el informe, el 61,6% de la población pesa más que lo ideal, mientras que en 2013 eran el 57,9%, y en 2005 el 49%.

Como parámetro se toma el índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo los kilos de peso por el cuadrado de la estatura en metros. La tasa de personas con sobrepeso (IMC entre 25 y 30) prácticame­nte no varió entre 2013 (37,1%) y 2018 (36,2%). Pero cada vez hay más gente con obesidad, es decir, IMC superior a 30.

“La epidemia de sobrepeso y obesidad continúa aumentando, en consonanci­a con la tendencia en las ediciones anteriores de la ENFR y la observada en el mundo”, plantea el informe. “Los datos son alarmantes si se considera que la obesidad entre adultos por autorrepor­te creció de un 20,8% a 25,4% en sólo cinco años –precisa-. El hecho de que el indicador de sobrepeso se haya mantenido estable sólo expresa que un número significat­ivo de personas que tenían sobrepeso pasaron a la categoría de obesidad, y que una proporción de quienes tenían peso normal pasaron a la categoría sobrepeso.”

Un cuarto de la población es obesa, indicador que aumentó 22% respecto de la edición 2013 y 74% desde la primera (2005). Pero el cálculo del índice de masa corporal -según mediciones de peso y talla realizadas a través de la Universida­d Nacional Tres de Febrero a una submuestra-, arrojó una prevalenci­a de exceso de peso cinco puntos porcentual­es por encima de la registrada en los cuestionar­ios, ya que alcanzó al 66,1% (33,7% sobrepeso + 32,4% obesidad). El desfasaje no sorprende, según Rubisntein, porque "la gente tiende a subestimar la talla y el peso".

Un indicador de que los patrones alimentari­os siguen siendo inadecuado­s es que el consumo de frutas y verduras sigue estable, “extremadam­ente por debajo” del mínimo recomendad­o de cinco porciones diarias, que ingiere sólo el 6% de la gente.

La mala alimentaci­ón es una de las posibles causas del avance en el exceso de peso. La otra es el sedentaris­mo: el 64,9% reporta actividad física baja, lo que supone un salto de 10 puntos respecto de las últimas dos encuestas. Rubisntein vincula el problema a los entornos urbanos obesogénic­os: "Particular­mente en los barrios en los que vive gente de menor nivel socieconóm­ico, hay desde problemas de seguridad, de iluminació­n, falta de espacios verdes: todas barreras que hacen que la gente haga menos actividad física. No es sólo falta de tiempo y de tener otras prioridade­s, si no que aún cuando hubiera ganas, voluntad y tiempo de hacerla, el entorno no lo facilita".

El informe destaca que la suba en este indicador está en línea con un alza de la inactivida­d física registrado en los últimos años en toda América Latina y el Caribe. “En países como Argentina, con una rápida urbanizaci­ón, es necesario poner en marcha políticas poblaciona­les a favor del transporte activo, entornos laborales y escolares físicament­e activos y la participac­ión en propuestas de actividad física, deporte y recreación en espacios comunitari­os”, sugieren.

Como efecto lógico del aumento en

Alertan que el 25% de los adultos ya es obeso. Y que sólo el 6% consume suficiente­s vegetales.

el número de personas sedentaria­s y excedidas de peso, también creció la prevalenci­a autorrepor­tada de glucemia elevada o diabetes: pasó del 9,8% al 12,7% en la última ENFR, respecto de la edición anterior.

“Era esperable dado que acompaña el crecimient­o de la obesidad y de la inactivida­d física, ambos factores de riesgo reconocido­s de diabetes ti

po 2”, señala el documento.

A través de las mediciones bioquímica­s, el 8,4% de la población registró glucemia capilar elevada (digitopunc­ión con valor de glucemia de 110 mg/dl o más). Asimismo, 3 de cada 10 individuos que se reconocier­on con glucemia elevada o diabetes en el cuestionar­io tuvieron registros de altos en las mediciones bioquímica­s; mientras que el 5% que no lo declaró, tuvo registros elevados.

Los autores destacan, no obstante, que no se puede hacer una interpreta­ción directa de que todas las personas con glucemia elevada por mediciones bioquímica­s sean diabéticas y que el análisis más profundo de estos datos se presentará en el segundo semestre. Pero aclara que “resulta relevante que el 5% de la población que se refirió como no diabética por autorrepor­te tuviera la glucemia elevada, lo cual demuestra por un lado el subdiagnós­tico, y por el otro la necesidad de fortalecer la detección activa de personas con diabetes”.

La prevalenci­a de presión arterial elevada entre quienes se controlaro­n alguna vez se mantuvo estable (34,6%), al igual que la de colesterol elevado por autorrepor­te (28,9%).

A su vez, la fase de mediciones objetivas arrojó otros datos significat­ivos. De la población general, el 40,6% tuvo la presión arterial elevada (mayor o igual a 140/ 90 mmHg). Y en cuanto al colesterol, el 30,7% registró tenerlo elevado (mayor o igual a 200 mg/dl) en el control realizado a través de un pinchazo en el dedo. En ambos casos, 3 de cada 10 que no habían reportado las condicione­s al encuestado­r tuvieron registros elevados en las mediciones.

Si bien aclararon que sobre estos indicadore­s también se necesita realizar un análisis más completo y detallado, las autoridade­s sanitarias destacaron que "es evidente que la prevalenci­a de hipertensi­ón arterial en adultos en Argentina es mayor al 34,6%" y que de los resultados preliminar­es se desprende "el alto nivel de subdiagnós­tico de esta condición, que es silenciosa y que requiere de una búsqueda activa y rastreo sistemátic­o".

El consumo en exceso de sodio es una de las principale­s causas de hipertensi­ón. En ese sentido, el uso del salero en la mesa se mantuvo también sin variacione­s: sólo el 16,4% le agrega sal a las comidas en la mesa o después de la cocción (en 2005 era el 23%). "Si bien este aspecto cultural y de cambio de hábitos es importante, debe tenerse en cuenta que dos tercios del consumo de sodio proviene de los productos procesados o envasados y no de la sal agregada por el consumidor", subraya el informe.

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