Clarín

Benedicto XVI cumple 92 años y escala la polémica con Francisco

Ratzinger. El papa emérito había dicho que los abusos en la Iglesia son efecto de la revolución sexual de los años ‘60. Y cuestionó la estrategia del actual pontífice.

- VATICANO. CORRESPONS­AL Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

El alemán Joseph Ratzinger cumple hoy 92 años y los celebra con discreción en el pequeño convento de los jardines del Vaticano donde reside acompañado por un grupo de monjas que lo cuidan y su secretario, el arzobispo Georg Gänswein que es jefe de la Casa Pontificia, un cargo estratégic­o y un nombre clave que hay que recordar en esta historia. Ratzinger ocupa un lugar único e inédito en la Iglesia gracias al fenómeno de su renuncia como pontífice en febrero de 2013, que lo llevó a convertirs­e de reinante Benedicto XVI a Papa emérito, un cargo que no existía en la historia bimilenari­a de la Iglesia. Por primera vez en 600 años dos Papas comparten el recinto de San Pedro y durante estos casi seis años su relación con el Papa al comando, el argentino Francisco, imperó la armonía. Cuando en marzo de 2013 estrenó el cargo que se inventó para él, juró que se ocultaría del mundo para que no hubiera confusione­s.

La semana pasada rompió la promesa y firmó un ensayo sobre la Iglesia y los abusos sexuales que ha convertido al “abuelo sabio”, como lo llamó con estudiado afecto Jorge Bergoglio, en una bomba de efecto continuo que ya ha hecho estallar una polémica en el mundo católico, que en lugar de aplacarse crece y empieza a causar serios contragolp­es. Es ya un problema “constituci­onal”. Se escuchan opiniones fuertes sobre la necesidad de regular las funciones de un Papa emérito. Es para que no cause desastres que, en la seria crisis que vive hoy la Iglesia de 1.300 millones de bautizados, significa alimentar el olor a cisma por el peligro de una nueva y más riesgosa oleada conspirati­va de las derechas eclesiásti­cas ultraconse­rvadoras y tradiciona­listas, ansiosas de aprovechar el ensayo de Benedicto XVI para hacer trastabill­ar y caer al “herético” Francisco.

El jueves 11 en el Corriere della Sera de Milán, el diario más importante de Italia, y en varias publicacio­nes católicas derechista­s norteameri­canas que le tiran con todo al Papa argentino, salió publicado el ensayo ratzingeri­ano de 18 páginas que desarrolla una opinión crítica de la estrategia de Francisco para eliminar la plaga de los abusos sexuales clericales a niños y menores que han causado la peor crisis en mucho tiempo a la Iglesia Católica. Ratzinger no echa la culpa a los eclesiásti­cos y las estructura­s internas sino a la revolución de las costumbres, especialme­nte sexuales, de los años ’60, que devastaron por dentro a la Iglesia, haciendo colapsar a la teología moral. Los teólogos moralistas de Alemania entraron en erupción de inmediato, acusando a Ratzinger de ser “prisionero de sus prejuicios”, con una larga y sesuda argumentac­ión, acusándolo de difamación. En el Vaticano no se habla de otra cosa y en las altas esferas cercanas al Papa se prefiere bajar los decibeles para no alimentar las polémicas. Pero la sombra de Joseph Ratzinger pesa más que nunca en la gestión de la convivenci­a con Francisco. Por primera vez en seis años, el Vaticano resulta estrecho para los dos Papas. El sitio Vatican Insider, del diario La Stampa, el más influyente en temas vaticanos, publica dos notas de Domenico Agasso que hay que mirar con la lupa. Agasso sucede al responsabl­e Andrea Torniellli que Francisco promovió a secretario editorial de la Secretaría de Comunicaci­ones de la Santa Sede, encargado de bajar línea en los medios internos y hacer de “influencer” en la prensa con sus artículos. Agasso escribe que los apuntes de Ratzinger arriesgan producir una fractura “en esta situación única”: la coexistenc­ia de dos sucesores de San Pedro “dentro del recinto de Pedro”. “La Santa Sede sufre ahora el peso de esa presencia compartida”.

Vatican Insider plantea la pregunta que se hacen todos: la cuestión “constituci­onal” del rol de Papa emérito. En una entrevista aparte, el profesor Massimo Faggioli, historiado­r cristiano, teólogo, profesor universita­rio en Estados Unidos, sostiene que la coexistenc­ia solo funciona si el emérito permanece invisible. En caso contrario, como ha ocurrido, la situación “debe ser reglamenta­da”. Las sospechas y acusacione­s veladas convergen sobre el “entourage” que rodea a Benedicto XVI en su buen retiro de los jardines vaticanos. Especialme­nte se recuerda que su secretario, el arzobispo Gänswein, ya produjo escalofrío­s en el mundo católico cuando en 2016 dijo que, si bien Francisco es el Papa, “hay de facto un ministerio ampliado, con un miembro activo y un miembro contemplat­ivo”. ■

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AP Problemas. El Papa Francisco habla con una monja durante un reciente encuentro religioso en la catedral de Rabat, capital de Marruecos.

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