Aprender a convivir
Fascina ver a los políticos afirmar que están encarnando un “cambio cultural”. Lo escuchamos de sobra en la época del kirchnerismo, y ahora (aunque con distinto sentido) también baja desde los despachos oficiales. Pero por definición, un cambio cultural surge desde los pliegos de una cultura. Los políticos, en el mejor de los casos, podrán interpretarlos y sumarse a ellos.
Todo esto viene a cuento de, quizás, el principal cambio cultural que estamos viviendo estos días, que tiene que ver con la cuestión de género. El mundo y la Argentina caminan firmes hacia nuevas normas de convivencia. En este sentido, es sintomático la unanimidad con la que se aprobó la “Ley Micaela”, que establece la capacitación obligatoria en perspectiva de género y violencia contra las mujeres para todas las personas que trabajan en la administración pública nacional.
Lo más interesante es que esa ley “está viva” y ahora avanza hacia el mundo de la educación. Los ministros de todas las provincias acordaron hace 10 días incluir la capacitación de género obligatoria para todas las instancias de formación docente. Y la semana pasada, los rectores de las universidades decidieron adherir a la norma y obligar a la capacitación a todos los docentes, no docentes y autoridades. Un cambio cultural realmente sucede cuando pasan este tipo de cosas. Cuando hay acciones además de discursos.