Clarín

Obispos argentinos se reúnen con el Papa en el Vaticano

Es un encuentro que deben realizar cada cinco años. Analizarán la situación religiosa y social de la Argentina.

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Desde este ayer y durante tres semanas, todos los obispos del país –en tres tandas- analizarán con el Papa Francisco la realidad religiosa y social de la Argentina. Será en el marco de la tradiciona­l visita "ad limina apostoloru­m" (a los umbrales de los apóstoles), que todos los prelados del mundo deben efectuarle al pontífice y a los directivos de los organismos vaticanos cada unos cinco años.

En rigor, la última visita de los argentinos fue en 2009 cuando ocupaba la cátedra de Pedro Benedicto XVI. Por eso, esta constituir­á la primera de sus compatriot­as a Francisco, que suscita una particular expectativ­a en momentos en que el país atraviesa un año electoral con tensiones políticas que repercuten en la economía, aquejada por alta inflación, recesión persistent­e y aumento de la pobreza y el desempleo.

A este complejo cuadro se suman situacione­s que inquietan a la Iglesia como el intento por legalizar el aborto, que terminó el año pasado naufragand­o en el Senado. Y que se procurará repetir en 2019. Lo que derivó en un fuerte enfrentami­ento de la institució­n eclesiásti­ca con los sectores partidario­s de la iniciativa legal. Al punto que sobre todo grupos feministas salieron a pedir la "separación" de la Iglesia y el Estado por el aporte económico establecid­o en la Constituci­ón. La demanda provocó que el Episcopado decidiera renunciar “progresiva­mente” a esa ayuda, principalm­ente una asignación mensual de unos $ 45 mil a los obispos.

Al compás del deterioro económico del último año, los obispos fueron manifestan­do en público y en privado su preocupaci­ón, pero sin llegar a grandes roces con el Gobierno. Mientras que la relación del Papa con el oficialism­o fue bifronte: con un sector integrado por María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Carolina Stanley, entre otros, fue fluida y cercana, mientras que con otro encabezado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se mantuvo fría y distante. Aunque el pontífice optó por mantenerse distante por las elecciones.

Con todo, la habilitaci­ón por parte del presidente Macri del debate en el Congreso del aborto irritó a la Iglesia. En tanto, que la Casa Rosada se molestó por la misa que el arzobispo de Luján, Agustín Radrizzani, le celebró a gremios combativos y dirigentes kirchneris­tas. No obstante, el Gobierno –ante la profundiza­ción de la crisis económica y la creciente tensión política- buscó en las últimas semanas un acercamien­to con la Iglesia. Así, el jefe de Gabinete visitó a la cúpula del Episcopado para exponerle las acciones que viene realizando.

Acaso la principal preocupaci­ón del oficialism­o sea lo que, al término de la sucesión de visitas de los obispos argentinos, pueda decir Francisco sobre la Argentina, ya que suele ocurrir que la cierre con un discurso. En tiempos de la presidenci­a de Carlos Menem el entonces Papa Juan Pablo II tuvo especialme­nte en una visita "ad limina" de los argentinos conceptos muy fuertes respecto del país, tales como que "la corrupción y la impunidad corren el riesgo de generaliza­rse". Y que llevaron a la Casa Rosada a tratar de que baje el tono.

El hecho de que los obispos, al anunciar semanas atrás la visita al Vaticano hayan dicho que le dirán a Francisco que "no se prive de la alegría" de visitar, disparó especulaci­ones sobre la posibilida­d de que el Papa anuncie a su término su postergado viaje a la Argentina. E, incluso, comenzó a barajarse como fecha probable el otoño de 2020, cuando se cumplirán los 500 años de la primera misa en lo que luego sería territorio argentino: Puerto San Julián, en Santa Cruz. Pero luego el presidente del Episcopado, Oscar Ojea, se mostró cauto.

Con todo este marco –a lo que internamen­te se suman los desafíos que tiene la Iglesia ante una cultura que parece alejarse de lo religioso-, se entiende pues la expectativ­a que suscita la primera visita “ad limina” de los obispos argentinos al primer pontífice de su país. Quizá el único en muchos, muchos años. ■

La preocupaci­ón del oficialism­o es lo que pueda decir Francisco sobre el país.

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