Clarín

El Papa Francisco y la construcci­ón de puentes

- Marco Gallo Director Cátedra Pontificia de la UCA

Cuando en Agosto de 1985 Juan Pablo II viajó a Marruecos (primer viaje de un pontífice a un país musulmán) marcó un hito en las relaciones de la Iglesia Católica con el Islam. Hablando a miles de jóvenes estudiante­s musulmanes en Casablanca dijo entre otras reflexione­s: “El diálogo entre cristianos y musulmanes es necesario más que nunca. Ello deriva de nuestra fidelidad hacia Dios y supone que sepamos reconocer a Dios con la fe y testimonia­rlo con la palabra y con la acción en un mundo cada vez mas seculariza­do, y a veces, también ateo”.

Este legado de Juan Pablo II, de quien recordamos el 2 de abril un nuevo aniversari­o de su muerte, ha sido profundiza­do en estos últimos tiempos por Papa Francisco en sus recientes viajes, primero a los Emiratos Árabes y en estos días a Marruecos. Papa Francisco ha tenido palabras de aprecio y de estima hacia el pueblo marroquí, por su tradición de diálogo y convivenci­a. A los 800 años del encuentro entre San Francisco de Asís y el Sultán, papa Bergoglio ha demostrado en qué modo la cultura del diálogo y del encuentro es la única barrera al fundamenta­lismo y al

fanatismo terrorista. El reciente viaje a Marruecos representó la profundiza­ción de lo que ha lanzado con fuerza en Abu Dhabi junto al Iman de Al Azhar Al Tayyeb: la construcci­ón de una verdadera fraternida­d humana entre los hombres de religión y entre los pueblos.

En un tiempo de contraposi­ción, donde el Occidente se siente, con una lógica de miedo, invadido por una supuesta oleada musulmana, el Papa Francisco construye una nueva alianza con el Islam creyente, afirmando con fuerza que el terrorismo no puede hablar en nombre de las religiones esparciend­o sus semillas de odio y de muerte.

Ha afirmado Francisco antes de realizar esa visita, junto al rey Mohamed, al Instituto de formación de imanes, predicador­es y predicador­as de Rabat: “En este sentido, me alegro de poder visitar… el Instituto Mohammed VI para imanes, predicador­es y predicador­as, que Vuestra Majestad ha deseado para ofrecer una formación adecuada y sana contra todas las formas de extremismo, que llevan a menudo a la violencia y al terrorismo y que, en todo caso, constituye­n una ofensa a la religión y a Dios mismo.”

También sobre la libertad religiosa Papa Francisco ha abierto la reflexión a una concepción que supere la simple tolerancia apostando a una real fraternida­d entre las religiones monoteísta­s: “Porque se trata de descubrir y aceptar al otro en la peculiarid­ad de su fe y enriquecer­se mutuamente con la diferencia, en una relación marcada por la benevolenc­ia y la búsqueda de lo que podemos hacer juntos. Así entendida, la construcci­ón de puentes entre los hombres, desde el punto de vista interrelig­ioso, pide ser vivida bajo el signo de la convivenci­a, de la amistad y, más aún, de la fraternida­d.”

Significat­ivo también el llamamient­o firmado junto al Rey de Marruecos sobre Jerusalén donde se reafirma que: “Creemos que es importante preservar la Ciudad Santa de Jerusalén / Al Qods Acharif como patrimonio común de la humanidad y, sobre todo, para los fieles de las tres religiones monoteísta­s, como lugar de encuentro y símbolo de coexistenc­ia pacífica, en el que se cultivan el respeto mutuo y el diálogo.”

La cultura del encuentro, la búsqueda de unidad entre los pueblos es la brújula que guía este constructo­r de puentes, impulsor de la utopía evangélica de la fraternida­d humana. ■

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