Jorge Faurie. Canciller. “La imagen y la vocación del Mercosur están cambiando”
- Mercosur y Argentina tienen en el mundo una imagen proteccionista. ¿Cómo cambia eso este acuerdo?
- La imagen de Mercosur está cambiando porque particularmente a partir de 2016 Mercosur ha emprendido una campaña de vinculación con diferentes espacios regionales, de los cuales el más importante es el de la UE. Pero estamos negociando al mismo tiempo con Canadá, con Corea, con Singapur, con los países de la EFTA (Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein). Y ya indicamos que tenemos interés en hacerlo con Japón y con Nueva Zelanda. Son negociaciones en curso en este momento. La mejor forma de probar la vocación de ser un espacio económico más abierto, más flexible, más vinculado al mundo está establecida.
- La UE es un gigante regulatorio. ¿Este acuerdo puede marcar las formas de los futuros acuerdos de Mercosur?
- A través de este acuerdo, nosotros incorporamos al Mercosur una enorme institucionalidad. Pero la que decidimos aceptar o practicar con la UE no necesariamente tiene que ser la que vamos a usar por ejemplo con Canadá. Si bien todas terminan pareciéndose, pero no puedo fijar a priori que lo que haga con Canadá va a ser exactamente igual que lo que hice con la UE.
- En Argentina el sector que más teme el acuerdo es el industrial. ¿Tiene que temer el acuerdo?
- No. A lo largo de 20 años de negociación hemos ido pudiendo explicar a los distintos sectores cuáles eran los beneficiados y cuáles los que podían verse perjudicados. Y cuáles eran las medidas que podíamos tomar para darles la protección correspondiente. En las líneas acordadas hay sectores que tienen protección por un tiempo porque tienen una debilidad relativa, es una definición de un tiempo para estar en condiciones de ser competitivos. No podemos continuar teniendo indefinidamente una economía cerrada en la que el proteccionismo opera como barrera que protege la ineficiencia y genera dentro de ese sector un núcleo de privilegio. Como no tienen que competir con nadie venden de la forma que quieren y al precio que quieren. Para, para esos sectores que tienen que adecuarse, hay un tiempo y una paulatina reducción arancelaria. No hablamos de nuevas tecnologías que requieren todo el apoyo en la fase inicial. Pero por ejemplo, la industria textil, la industria del calzado…si en 70 o 100 años no pudieron competir, no podemos conservar una política arancelaria que proteja indefinidamente. Obviamente hay mano de obra involucrada. Por eso es un acuerdo de libre comercio, no un acuerdo de protección arancelaria. Se trata de ir ganando competitividad. El industrial tiene que prepararse para competir con Francia, con Grecia… ver cómo integra su producción a lo que hace la UE. Beneficiarse de tener acceso a la tecnología, la maquinaria, para hacerlo de manera mucho más eficiente.
- Se lo vió emocionándose, casi llorando, cuando comunicaba el acuerdo al presidente Macri. ¿Qué significa esto para usted?
Mucho. Yo fui el primer director de Mercosur en la Cancillería. Fui a Madrid en 1995 cuando el rey de España invitó a los cuatro presidentes de aquel entonces y al presidente de la Comisión Europea de aquel momento para firmar el acuerdo base que daba pie a las negociaciones. Fui vicecanciller, me tocó negociar muchas veces en esa etapa. Es como una visión que teníamos de cómo tenía que ser la política exterior de Argentina que termina consolidándose 25 años después. Creo que la fuerza de Argentina reside en parte en su inserción en el Mercosur. Y el acuerdo con la UE, modelado un poco sobre la experiencia de integración europea, es la posibilidad de tener un espacio económico ampliado. Pero básicamente para que los argentinos nos acostumbremos a ser competitivos. Y que estemos vinculados al mundo. Para mí fue un logro. ■