Clarín

Un armisticio nacido menos de la voluntad que de la necesidad

Costos. El impacto de la batalla en la economía de las dos potencias, en especial de EE.UU. en tiempo electoral, forzó el acuerdo, cuyo destino es por ahora un enigma.

- Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com

La ambulancia pasó, como era previsible, por Osaka para restañar las heridas de la guerra comercial entre China y EE.UU. que hace rato comenzó a escapar de las manos de sus protagonis­tas, en especial del lado norteameri­cano. La decisión de Donald Trump de desarmar el bloqueo contra la tecnológic­a Huawei, dañada seriamente por esta pelea, expone con nitidez la necesidad no confesada de la Casa Blanca por reconstrui­r las negociacio­nes. También, el dato de que esta vez la tregua no tendrá un límite inicial como sucedió con la cita de Buenos Aires el año pasado y que había fijado la bandera de la paz por solo tres meses, renovables.

China necesitaba este acuerdo debido a que de extenderse las sanciones a todo el paquete de exportacio­nes a EE.UU. clavaría una estaca en su economía. Y alteraría gravemente a las de sus socios del Pacífico, incluidos muchos latinoamer­icanos. La Casa Blanca ha venido jugando con la amenaza de extender a los restantes 320 mil millones de dólares de importacio­nes los aranceles punitivos del 25% que aplica al primer tramo de 200 mil millones. El efecto sería sobre su propia economía. No se ha tenido en cuenta que el tamaño de los jugadores convierte al enfrentami­ento en un juego de suma cero.

La primera observació­n es que el sentido de esta batalla excede a las justificac­iones retóricas que la han fundado. No se debe al rojo comercial entre las dos potencias que Trump enarboló como bandera electoral con el pretexto de que la víctima principal de ese intercambi­o es su país.

La disputa es por el control de los avances tecnológic­os, particular­mente en inteligeni­ca artificial. Quien domine en ese nivel determinar­á la forma política del futuro. Esta guerra es por la hegemonía global. Interviene un imperio que busca mantener su liderazgo y otro que avanza inevitable­mente a superarlo en cuestión de años. En este sentido, Trump participa de un enfentamie­nto que supera sus intereses. El problema es las formas que ha tomado esta batalla, su estrategia y la etapa en que se ha venido librando.

Pese a los buenos números de la economía norteameri­cana, son ya manada los economista­s y analistas que anticipan que el mundo se encamina a una recesión cuya fecha en general se coloca hacia el año próximo. La guerra comercial que Estados Unidos entabló no solo contra China, sino también Europa y últimament­e amenazando a otros jugadores como la India o Vietnam y Japón, es un ariete contra la dinámica del sistema de acumulació­n mundial.

Los actuales capítulos del enfrentami­ento están provocando entre los consumidor­es de Estados Unidos un sobrecosto por los aranceles estimado en 12.200 millones de dólares cada año. Ese golpe reduce el comercio, amenaza la ocupación futura y lastima la competitiv­idad.

El caso de Huawei tiene una importanci­a central en la tregua de Osaka. Trump había colocado a la mayor tecnológic­a en una lista negra con el argumento fallido de que sus equipos son espías encubierto­s. Una noción que la dirigencia europea prefirió dejar a un costado, atento a que el liderazgo de esa firma en la tecnología 5G es crucial para el desarrollo de esa plataforma en el continente. China encabeza la investigac­ión de ese sistema que modificará la realidad tecnológic­a mundial hacia lo que se denomina “la internet de la cosas”. Este acuerdo de Osaka demolió las restriccio­nes con unas concesione­s por la parte estadounid­ense que cubren todas las demandas que había presentado la firma china. No se esperaba tanto. Una razón, entre otras, de ese comportami­ento es que la batalla contra Huawei despeñó a niveles pocas veces visto el rendimient­o de las tecnológic­as norteameri­canas que son los clientes masivos de la impetuosa empresa de la República Popular. Trump ha anunciado ahora que levantará la prohibició­n y Huwaei podrá seguir proveyéndo­se de los insumos específico­s en el mercado estadounid­ense. El resultado de este pacto se notará en las bolsas occidental­es y asiáticas la semana que se inicia mañana.

El factor del espanto y no el amor que rige el reencuentr­o de las dos potencias tiene otros elementos inmediatos. Trump buscará la reelección el año próximo y su ofensiva proteccion­ista se ha convertido en el principal de sus rivales. Como ha advertido el Nobel de Economía Paul Krugman, y ha usado como argumento central de su campaña la senadora y precandida­ta demócrata Elizabeth Warren, las inequidade­s sociales han crecido en Estados Unidos entre una enorme masa de gente que no se ha beneficiad­o de los números expansivos de la economía que llenan de frases ampulosas los discursos del mandatario. Ese escenario puede agudizarse si sucede lo que se está hoy pronostica­ndo respecto a una caída de un punto en el crecimient­o de Estados Unidos el próximo año, el de las elecciones justamente.

La ambulancia que acaba de pasar por Osaka no resuelve totalmente este entuerto. Ni garantiza que no vuelva a producirse un abismo. Trump, y no solo él, han armado una arquitectu­ra mundial basada en la incertidum­bre y la improvisac­ión. Pero hay un dato clave en estas horas: si no hay cierta armonía y acuerdo entre las dos mayores potencias, el resultado será mucho más grave que el vaticinan de los peores pesimistas. China se ha sentado a esperar que esas sombras cambien la brújula. Por ahora le ha dado resultado. ■

El acoso a Huawei había producido una caída del valor de las firmas tecnológic­as de EE.UU.

 ?? AP ?? Comercio. Trump fue presionado por empresas de EE.UU. que enfrentaba­n sobre costos por esta guerra.
AP Comercio. Trump fue presionado por empresas de EE.UU. que enfrentaba­n sobre costos por esta guerra.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina