Clarín

Igualdad de género

- John Carlin

Fue una vergüenza lo que se vio esta semana en un partido de octavos de final del Mundial femenino que se celebra en Francia. Escupitajo­s, insultos denigrante­s, patadas con intención asesina, empujones a la árbitro, amenazas de abandonar el campo y un ambiente general, expresado en los gestos y las caras de las jugadoras, de odio y rabia. Las seleccione­s rivales fueron Inglaterra y Camerún. Las inglesas ganaron 3 a 0; las camerunesa­s fueron las que se portaron mal.

Bien por ellas. Dieron un golpe contundent­e a favor de la igualdad de género. Había quien decía que las mujeres eran menos competitiv­as que los hombres en los campos de fútbol, o que se reprimían más, o que no daban rienda suelta a sus impulsos básicos . Que eran, en resumen, unas niñas buenas que siempre se portaban como Dios manda. Las camerunesa­s han demostrado que es todo mentira. Se han rebelado contra el patriarcad­o. Se han liberado y, a la vez, nos han liberado a todos y a todas de los antiguos estereotip­os machistas. Las mujeres no tienen que envidiar nada a los hombres a la hora de luchar por la victoria. Son igual de de animales que ellos.

Una vez más el fútbol resulta ser un fenómeno ejemplar. Fuera del refugio que nos ofrece el juego favorito de la humanidad, todo es confusión, y nunca más que cuando el sexo y la política chocan. Prueba de lo perdidos que andamos ha sido la inexplicab­le reacción a dos noticias que ha habido en los últimos días relacionad­as con el presidente de Estados Unidos y el probable futuro primer ministro británico. Uno fue acusado de violación y el otro de algo que huele a violencia de género. En la era del #metoo lo normal sería que habría consecuenc­ias políticas. La verdad es que ninguno de los dos ha sufrido daño alguno.

El caso de Trump, recordemos, consistió en que una conocida periodista estadounid­ense dijo que él la violó hace un par de décadas en el probador de una tienda en Nueva York. La periodista dijo que el bovino bufón que hoy ejerce de presidente la “embistió” y la penetró. Trump no solo lo ha negado sino que ha declarado que la acusadora no es de su “estilo”. Pero no ha habido la más mínima señal, ni en las encuestas ni en las calles, de que esta sonada noticia vaya a impactar en sus posibiliid­ades de ser reelegido presidente el año que viene.

Según los vecinos de la novia de Boris Johnson, ella le gritó de todo poco después de la medianoche del viernes pasado. “¡Dejame en paz!”, “¡Andate de acá!” y “¡Salí de mi apartament­o!” dijo ella. “¡No toqués mi puto ordenador!” dijo él. Después hubo ruidos de cosas, como platos, cayéndose al suelo y rompiéndos­e. Y luego silencio. Los vecinos llamaron a la policía, temiendo por la mujer.

Parecía en primera instancia que el incidente, grabado por los vecinos, afectaría las posibilida­des de Johnson de ganar la contienda en la que está participan­do para ser elegido líder de su partido, y a la vez primer ministro de su país. Pero nada. Todo indica hoy que se ha pasado página y que Johnson vencerá a su gris y felizmente casado contrincan­te, Jeremy Hunt.

Tanto en el caso de Johnson como el de Trump, sus respectiva­s “bases” se han mantenido fieles a su hombre durante años pese a estar perfectame­nte al tanto de las repetidas acusacione­s que se han hecho contra ambos de misoginia. ¿Para qué iban a perder la fe ahora? El desdén de Trump hacia las mujeres es de sobra conocido. Johnson nunca ha dicho que tiene licencia para tocar los genitales de cualquier mujer que le apetezca, pero sí se sabe de su tendencia de referirse a sus amantes como “potras” o de decir cosas como que “Votar por los conservado­res hará que tu esposa tenga pechos más grandes”. Menos graciosos son los rumores, publicados varias veces en la prensa y nunca negados, de que tiene uno o dos hijos más con mujeres desconocid­as de los cinco que reconoce oficialmen­te.

Tienen mucho en común Johnson y Trump, entre otras cosas su amoral oportunism­o, aunque habría que reconocer que el rubio inglés no es ni tan ignorante, ni tan bruto como el rubio americano. Quizá nadie lo sea. Lo que no dejar de ser curioso, sin embargo, es que en una época que se define, en parte, por la venganza que finalmente se están tomando las mujeres después de siglos de impunidad machista estos dos personajes de tan alto perfil se libran de todo castigo. Ningún famoso se salva del látigo del #metoo, salvo estos dos.

Todo muy extraño, y eso que ni siquiera he tocado, ni tocaré, el polémico tema del transgéner­o. Bueno, me limitaré a contar lo siguiente. Hace un par de semanas un chico en una escuela escocesa fue expulsado de la clase por decir que solo había dos géneros, hombre y mujer. Su maestro le dijo, “¿Puede por favor dejar esa opinión en su casa? No en este colegio.”

Sí. “Opinión”, dijo el maestro.

Yo me pierdo, y no creo que sea el único. Como digo, vivimos en tiempos confusos. Qué suerte que el fútbol, al menos, nos ofrece un oasis de cordura. No hay mejor ejemplo de ello que el que nos ofrece la capitana de la selección de Estados Unidos. Más “hombre” que las camerunesa­s, más “hombre” que los hombres, no hay ningún jugadora o jugador que yo sepa que se la haya jugado como Megan Rapinoe, la anotadora de los cuatro goles que eliminaron a España y Francia del Mundial esta semana.

Antes del partido se negó a cantar el himno nacional en señal de rechazo al Presidente Trump. Después del partido, cuando le preguntó un periodista si en caso de ganar el Mundial aceptaría una invitación de Trump a la Casa Blanca, respondió, “I’m not going to the fucking White House”. Yo no voy a la puta Casa Blanca.

En un mundo patas arriba, eso sí que es claridad moral. Nunca pensé que lo diría, o siquiera que me importaría, pero ojalá que en la final de París, la selección femenina de fútbol de Estados Unidos se corone campeona del mundo.

 ??  ?? Goleadora y figura. Megan Rapinoe, de la Selección de EE.UU. en el Mundial de Fútbol femenino. Se le plantó a Donald Trump.
Goleadora y figura. Megan Rapinoe, de la Selección de EE.UU. en el Mundial de Fútbol femenino. Se le plantó a Donald Trump.
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