Más del 90 % de las mujeres trabaja y la cifra supera a la de los hombres
El número surge de un estudio de la UCA que incluye a asalariadas y a quienes realizan tareas no remuneradas.
Se dice -como si fuera un inalterable designio nacional- que, en comparación a las mujeres, los hombres trabajan más. Pero es al revés. Según confirma el informe “Empleo y trabajo no remunerado. Una mirada en profundidad sobre la distribución del trabajo remunerado en el Conurbano Bonaerense”, del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA), en los terceros trimestres de 2017 y 2018, el 93 % de las mujeres del país se encontraba ocupada o en búsqueda de empleo, o realizaba (las subestimadas, pero imprescindibles) tareas de trabajo no remunerado, o sea, llevar adelante una casa, cuidar ancianos y chicos. En los hombres es el 86,2 %.
Entender esta realidad requiere –como insisten los investigadores del ODSA- superar el tradicional enfoque limitado a variables cuantitativas. Porque, visto “a la antigua”, la tasa de actividad en el mercado de trabajo (esto es, gente que trabaja y/o que busca empleo) favorece siempre a los hombres: a nivel país, el 80,6 % estaría “ocupado” en el sentido clásico; de ellas, el 47,5 %. Sin embargo, esa cosmovisión creó la falacia instalada de que mayormente los hombres traccionan el motor productivo nacional. Es al revés.
Así lo explicó a Clarín Cecilia Tinoboras, socióloga del equipo de autores del informe de la UCA: “Está la idea de que la producción y reproducción de la economía de un país pasa por el mercado de trabajo. Hay toda una esfera del trabajo de producción y reproducción de la sociedad que no está en el mercado laboral sino en los hogares. En general lo hacemos las mujeres. Por eso generamos una variable nueva, que es la tasa de actividad integrada”.
La experta resumió el concepto: “Lo que hicimos fue considerar ‘activas’ a las personas que trabajan en el mercado, las que buscan trabajo y las que realizan tareas no remuneradas. Cuando vas a las tasas estadísticas considerando la actividad bajo esos términos, es mayor entre las mujeres, con lo que la idea de que la mujer está afuera de la producción y no contribuye al mercado se vuelve falsa”.
Como aclaró Agustín Salvia, director del Observatorio de la UCA, “las tasas de actividad, que tienen que tienden a ser muy superiores en los hombres, se equiparan, vistas así. Es otra manera de analizar las tasas de actividad en el mercado de trabajo. Aquí lo que estamos viendo es la tasa de actividad en el proceso de reproducción, y las mujeres tienen un papel destacado, en especial en las tareas domésticas más intensivas”.
Claro que dar el salto del 47 % de mujeres “en actividad” al 93 % en “actividad integrada” no refleja una realidad a favor sino en contra, remarcó Tinoboras: “Una parte de ese trabajo está socialmente reconocido como tal, pero otra parte no”.
Saliendo del escenario nacional, las cifras del Conurbano reflejan más desigualdades. La foto general muestra que, en esa parte del país, los niveles de desempleo son un poco más altos (7,4 %, los varones; 12,9 %, las mujeres) en comparación al promedio nacional (7 % y 11,9 %, respectivamente), cosa que, para colmo, empeora en los hogares más pobres. Pero, a la vez, mientras el informe de la UCA especifica que el promedio de empleo de las mujeres jóvenes y adultas (18 a 59 años) del país es más alto que en el Gran Buenos Aires, aclara que con los hombres se da al revés: es mayor la tasa de empleo entre los del Conurbano. O sea que la brecha de género entre el segmento juvenil bonaerense económicamente activo es más amplia que a nivel nacional.
Esto está en sintonía con la situación del trabajo no remunerado en el Gran Buenos Aires: a nivel país, el 41 % de los varones realiza tareas domésticas o de cuidado, mientras que entre las mujeres asciende al 86,4 %, o sea, 2,1 veces más. En el Conurbano es levemente mayor: 2,3 veces más. La peor brecha se da entre los mayores de 60: los hombres que hacen ese tipo de tareas son el 35,9 %. Las mujeres, el 92,2 %.
Hay que hacer foco en las tareas no remuneradas de tipo “intensivo” para ver la verdadera brecha de género y cómo además se profundiza en el GBA. O sea, las obligaciones que requieren dedicación diaria, incluyendo limpieza, cocinar, comprar. Las hay también “ocasionales”: básicamente, hacer algún arreglo en la casa o algún mandado. Y además están las tareas de cuidado de personas. “La realización de tareas domésticas intensivas entre las mujeres es 2,8 veces la de los varones” a nivel nacional, indica el informe. ■