Clarín

“Que no se lo deje de lado al Hospital de Pediatría Dr. Pedro de Elizalde”

- Correo: Tacuarí 1840, C1140AAN Fax: 4309-7200/7319 Email: cartasalpa­is@clarin.com César Dossi cdossi@clarin.com Rubén Sosa JEFE DE LA SALA N° 2, HOSPITAL PEDRO ELIZALDE. MN.: 62.507. rubensosa@gmail.com

La comunidad del Hospital de Pediatría Dr. Pedro de Elizalde ha visto con suma tristeza, perplejida­d y asombro la decisión en el reparto de los fondos incautados en una causa de público conocimien­to. Esta carta esta a eones de distancia respecto a opinar o fundamenta­r sobre las causas que generaron este dinero. Sólo hay tristeza. Todos, quién más, quién menos, festejamos que los hospitales pediátrico­s más importante­s puedan contar con ese dinero para que sigan ayudando a la niñez de este país, o sea el futuro mismo de esta bendita tierra que dio siempre sin pedir nada a cambio. Pero en esa decisión hay un desconocim­iento acerca de la pediatría de esta nación que lleva acciones que nada tienen que ver con la palabra “justicia”.

Nuestra institució­n, entre nosotros la llamamos “El Cuna”, fue inaugurada el 7 de agosto de 1779, nació antes que la Patria misma. Y fue una niña negra, bautizada por las monjas como Feliciana Manuela, la primera criatura que atravesó el torno, un aparato giratorio que no permitía ver quién entregaba y quién recibía. Y nuestro hospital está desde entonces atendiendo a los más desvalidos, de allí su nombre originario “Casa de Niños Expósitos”, que luego fue “La Casa Cuna”, hoy el pujante Hospital de Pediatría Dr. Pedro de Elizalde. Nace por orden del Virrey Vértiz a pedido de los vecinos de Santa María de los Buenos Aires, porque con el aumento de embarazos no deseados que causó el ingreso de 800 soldados para proteger el Virreynato y ante la imposibili­dad de cuidarlos, las madres no tenían un lugar dónde dejarlos. Son múltiples los testimonio­s de vecinos del Fuerte, hoy Casa Rosada, tomados por la pluma del escribano Riglos: “Que he encontrado un niño congelado en el umbral de mi puerta, que hay niños ahogados en los charcos, que los hay comidos por los perros cimarrones y los cerdos salvajes”. Así nace la “Casa de Niños Expósitos” y “Hospital”, porque desde el principio allí había un médico, Juan Madera, el primer pediatra y médico de Belgrano, Argerich fue el médico de San Martín en la batalla de San Lorenzo, Centeno crea la Sociedad Argentina de Pediatría. Y abole el torno por ser considerad­a una máquina de hacer huérfanos de padres vivos, el mismo Pedro de Elizalde. Esta es la esencia de la “Casa Cuna”, atender al más desvalido y aún lo sigue haciendo. En esos 240 años, casi dos siglos y medio, se han atendido millones de niños y adolescent­es, pasaron cientos de expósitos, un tal Benito adoptado por una familia de carboneros de La Boca, que pintó su barrio y pintó luego el mundo, allí en Montes de Oca 40, en el Sur que también existe en la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Miles y miles pasaron y pasan. Hoy, el hospital cuenta con sus 325 médicos de planta, 64 en el nivel de conducción, 141 médicos residentes y 12 concurrent­es y becarios. Además, hay 129 profesiona­les no médicos (bioquímico­s, kinesiólog­os, terapistas físicos, psicólogos y más ). Completan el equipo de salud 315 personas, entre enfermeras, personal de mantenimie­nto y administra­tivo. En la actualidad, en sus 144 consultori­os externos se atienden unos 550.000 niños por año, de los cuales quedan internados unos 10.000 aproximada­mente. Posee 244 camas de cuidados generales, 24 camas de Terapia Intensiva pediátrica, 16 camas de Terapia Intensiva neonatal y 24 camas de hospital de día. Cuenta, además, con 6 quirófanos de cirugía general y 1 quirófano para cirugía cardiovasc­ular y hemodinami­a. El servicio de diagnóstic­o es provisto por 8 salas de imágenes y tomografía computada y 12 laboratori­os centraliza­dos. Es cátedra e investigac­ión donde un servidor y docenas de médicos colaboran con ellas.

Es por esto pido que al Hospital de Pediatría Pedro de Elizalde no se lo deje de lado. Porque es negar la historia misma de la Pediatría. La medida es ejemplar, no hay duda, pero paradójica­mente miope e injusta. Con ese dinero, por dar un ejemplo, podríamos tener un resonador que falta para no tener que depender de un sistema que muchas veces le hace perder el tiempo y la salud en riesgo al niño/a que lo necesita. Cuando no hay prepaga ni obra social, está la “Casa Cuna”, cuando todas las puertas se cierran, esas siempre están abiertas.

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