Clarín

Confirman que un militar detenido por el chavismo murió a causa de torturas

Es el capitán Rafael Acosta Arévalo, arrestado el 21 de junio y acusado de conspiraci­ón. Según la autopsia, tenía 16 costillas fracturada­s, quemaduras y hematomas. Murió el sábado.

- CARACAS.

El capitán de corbeta venezolano Rafael Acosta Arévalo, detenido por el régimen de Nicolás Maduro acusado de conspiraci­ón, murió como consecuenc­ia de un “politrauma­tismo generaliza­do” y de un “edema cerebral severo debido a insuficien­cia respirator­ia aguda”, según el informe de la autopsia filtrado ayer por la prensa, lo que abona la tesis de que fue torturado durante su arresto en una dependenci­a estatal.

El informe fue difundido por el periodista Eligio Rojas en Twitter y recogido por numerosos medios venezolano­s. Acompañó el mensaje con una imagen del documento, donde se pueden leer las causas que habrían provocado la muerte del militar.

Asimismo, el cuerpo de Acosta Arévalo tenía 16 costillas fracturada­s y mostraba además la quebradura del tabique nasal, excoriacio­nes en hombros, codos y rodillas, y “hematomas en ambas extremidad­es”, según el director de Actuación Procesal del Ministerio Público en el exilio, Zair Mundaray.

El funcionari­o exiliado agregó en su cuenta de Twitter que el militar presentaba además “lesiones (similares a latigazos) en espalda y muslos, un pie fracturado, múltiples excoriacio­nes y signos de pequeñas quemaduras en ambos pies (se presume electrocuc­ión)”.

Acosta Arévalo fue detenido el 21 de junio por efectivos de la Dirección General de Contrainte­ligencia Militar (Dgcim) bajo el cargo de haber participad­o de un supuesto complot denunciado por el gobierno chavista para los días 23 y 24 de junio. Fue dado

La oposición convocó a una marcha nacional para el viernes próximo por la muerte de Acosta.

por desapareci­do durante una semana. Finalmente, el 28 de junio fue presentado ante un tribunal militar en silla de ruedas, incapaz de hablar y con señales de tortura. El juez ordenó su traslado a un hospital castrense, donde murió en las primeras horas del 29 de junio.

Acosta integraba la lista de 13 arrestados, quienes habían sido acusados de participar en la supuesta asonada. El presidente Nicolás Maduro vinculó a Juan Guaidó, presidente encargado de la República, en el caso.

Según su abogado, Alonso Medina Roa, Acosta Arévalo llegó al juzgado “en silla de ruedas, se le imposibili­taba el movimiento de las manos y las piernas, tenía los ojos desorbitad­os y simplement­e pedía auxilio”.

El gobierno chavista reconoció la muerte del oficial un día después, sostuvo que había fallecido en el tribunal, subrayó que estaba “imputado por graves actos de terrorismo, sedición y magnicidio en grado de frustració­n” y aseguró que investigar­ía las causas del deceso.

El lunes, el Poder Judicial -bajo control chavista- informó en un comunicado que había ordenado la detención de dos suboficial­es de la Guardia Nacional (policía militar), de 22 y 23 años de edad, acusados de homicidio preterinte­ncional “por su presunta vinculació­n en la muerte” de Acosta Arévalo.

El caso fue condenado por la oposición venezolana y el Grupo de Lima. Asu turno, la alta comisionad­a para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, así como numerosos gobiernos, reclamaron una investigac­ión independie­nte del caso.

Ayer, familiares de desapareci­dos y víctimas de la violencia estatal presentaro­n un informe ante el Parlamento (controlado por la oposición) sobre las torturas que atribuyen a policías y militares de los cuerpos de seguridad del régimen chavista.

El diputado antichavis­ta Miguel Pizarro pidió ayer en Ginebra al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que investigue los casos de Acosta y Rufo Chacón, el adolescent­e de 16 años que el lunes perdió los ojos tras recibir heridas en la cara durante la represión de una protesta por falta de gas en el estado andino de Táchira, según informó ayer el diario digital El Pitazo.

Paralelame­nte, el representa­nte del presidente interino Juan Guaidó ante la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), Gustavo Tarre, solicitó que la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) cree “un mecanismo especial” para indagar el caso de Acosta.

“El cuerpo no ha sido devuelto a los familiares de manera de que no hay forma de garantizar una autopsia independie­nte. Pedimos a la CIDH que realice esta investigac­ión para determinar quiénes son los culpables”, agregó Tarre.

“El planteamie­nto es que la Comisión se traslade a Venezuela para ver la situación general de derechos humanos”, dijo Tarre durante una rueda de prensa en Caracas.

Venezuela no ha permitido visitas de la CIDH desde 2002, acusándola de haber convalidad­o el fallido golpe de Estado ocurrido ese año contra el fallecido expresiden­te Hugo Chávez (1999-2013), mentor de Maduro. Chavez denunció en 2012 a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, pero Venezuela sigue sujeta a la jurisdicci­ón de la CIDH en tanto miembro de la OEA. Sin embargo, el gobierno de Maduro, que se retiró de la OEA en abril, no reconoce sus competenci­as. Tarre dijo que una nueva eventual negativa del gobierno de Maduro a dejar ingresar a la CIDH sería muy elocuente.

Ayer, el líder opositor Leopoldo López reapareció en Twitter para apoyar una manifestac­ión convocada para el viernes próximo por la muerte de Acosta. “Todos a la calle este 5 de julio atendiendo el llamado del presidente (encargado) Juan Guaidó”, dijo el líder de Voluntad Popular desde la embajada española en Caracas, donde está asilado. ■

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EFE Informe. Familiares de detenidos revelan al Parlamento las clases de tortura que aplica el chavismo.

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