Un bombardeo arrasa un refugio de migrantes en Libia: al menos 44 muertos
El ataque se dio en el marco del conflicto que mantienen las facciones militares por el control del país.
Un panorama desolador se vivió ayer en el centro de migrantes de Tajura, en la periferia de Trípoli, bombardeado en forma inexplicable por fuerzas militares en disputa. El ataque dejó al menos 44 muertos y más de 130 heridos, muchos de ellos niños.
“Había cadáveres, sangre y pedazos de carne por todos lados. Todo a mi alrededor era una masacre”, describió Al Mahdi Hafyan, un sobreviviente de 26 años al que un pedazo metálico del techo le atravesó el muslo derecho. “Nosotros tuvimos suerte. Estábamos al fondo del hangar y nos salvamos”, agrega.
El incidente deja al descubierto la polémica política de la Unión Europea de aliarse con las milicias del país norafricano para impedir que los migrantes crucen el Mar Mediterráneo. Actualmente los “sin papeles” rescatados en el mar son devueltos a Libia y allí recluidos en centros de refugiados. Pero los libios viven un verdadero caos institucional con grupos militares enfrentados.
En un principio las autoridades libias atribuyeron el ataque a las fuerzas del mariscal rebelde Jalifa Haftar, quien controla una vasta región y ahora busca tomar la capital. Sin embargo, el grupo lo desmintió. “Las fuerzas armadas -pro Haftar- niegan ser responsables del ataque contra el centro de migrantes en Tajura”, afirmó su vocero Ahmad al Mesmari.
Las Naciones Unidas reclamaron una investigación inmediata. “El ataque podría claramente constituir un crimen de guerra. Mató a gente inocente obligada a estar en este refugio por sus espantosas condiciones de vida”, dijo el enviado del organismo en Libia, Ghassan Salamé.
El bombardeo ocurrió durante la noche del martes y la madrugada del miércoles en el centro de Tajura, donde un viejo hangar alberga a unos 130 migrantes, la mayoría sudaneses y marroquíes. A su alrededor hay varios sitios militares controlados por el gobierno.
El ataque se produjo cuando los migrantes, hacinados en el lugar, estaban durmiendo. La explosión dejó un cráter de tres metros de diámetro y un metro de profundidad. “Estamos constantemente en peligro. Lo que vimos ayer por la noche es horrible. Cadáveres, cuerpos desmembrados, heridos sangrando. Había sangre por todas partes”, relata Abdelaziz Hussein, quien perdió a nueve amigos en el incidente.
En este hangar había especialmente sudaneses que huyeron de la guerra en Darfur. “Estoy aquí desde hace tres años esperando que me encuentren un país” de acogida, apunta Abdelaziz. Otro de los sobrevivientes, Radhouan Abdallah, solo tiene 17 años. Este era su quinto centro de detención. “Me detuvieron en Sabratha en octubre de 2017. Desde entonces, me han trasferido de centro en centro. Si salgo de aquí no tengo a donde ir. Me podrían detener de nuevo, torturar o matar”, afirma.
Al menos 6.000 migrantes de Eritrea, Etiopia, Somalia y Sudan, entre otros países, están encerrados en docenas de centros de detención de Libia, gestionados por milicias acusadas de tortura y otros abusos. La mayoría fueron detenidos por guardias costeros, financiados y formados por la Unión Europea, mientras intentaban cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa.
Francia e Italia condenaron el hecho y pidieron un rápido esclarecimiento. Sin embargo, grupos defensores de migrantes criticaron el apoyo de esos países a la guardia costera, que captura a los migrantes y los lleva a Libia.
El país africano está devastado por las peleas internas. El Gobierno de Unidad Nacional (GNA), reconocido por la ONU y las potencias occidentales, está basado en Trípoli. Pero el mariscal Hifter, que controla este y sur del país, intenta arrebatarle el poder. Por eso la región vive una confrontación permanente. ■