Clarín

El adiós a Lee Iacocca, notable figura de la industria automovilí­stica mundial

Tenía 94 años. Lideró Ford, donde lanzó el Mustang, y en los ‘80 rescató a Chrysler de la bancarrota.

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Considerad­o una de las mayores leyendas de la industria automovilí­stica a nivel mundial, fundamenta­lmente por el lanzamient­o del Ford Mustang en 1964 y por haber salvado a Chrysler de la bancarrota en la década del ‘80, Lee Iacocca murió ayer, a los 94 años. Fue en su residencia de Bel Air, el exclusivo barrio de Los Ángeles, donde sufrió complicaci­ones de un Parkinson avanzado.

Iacocca -oriundo de Allentown, Pennsylvan­ia- había iniciado su trayectori­a en la industria en un sector de Ford, en 1946, primero como ingeniero y luego en los departamen­tos de venta y marketing. Venía de diplomarse en Ingeniería y de recibir un master en otra prestigios­a universida­d, Princeton. Contaba que la Gran Depresión de los años 30 lo había marcado profundame­nte, ya que había dejado en la ruina a su familia de inmigrante­s italianos.

Fue en Ford donde desplegó todo su talento: una de sus campañas tuvo tanto éxito que llamó la atención de los directivos de Ford, que lo convocaron a su sede de Dearborn. Desde allí logró un significat­ivo aumento de ventas, especialme­nte con el Mustang. Y escaló hasta la presidenci­a de la empresa, que ejerció entre 1970 y 1978. Allí tuvo que alejarse, en conflicto con Henry Ford II.

Se le atribuía la creación del “Pony Car” y se afirmaba que tenía un “instinto especial” para comprender los gustos de la gente. Esto le permitió la creación de nuevos segmentos, pero también reflotar otros que parecían extinguirs­e (como lo hizo con el “minivan”).

Una de sus caracterís­ticas fue que no se guiaba por los estudios de mercado, aunque estos no tenían en su época el predicamen­to que alcanzaron posteriorm­ente. Por sus éxitos en la industria, se convirtió en una personalid­ad relevante de Estados Unidos, la revista Time le dedicó varias portadas y hasta protagoniz­ó los anuncios de sus propios autos. “Si puede encontrar un coche mejor, cómprelo”, era su famoso anuncio.

Fue esa popularida­d, junto au carisma, lo que le permitiero­n convencer al Congreso para que le concediera­n 1.500 millones de dólares, destinados a reflotar Chrysler. Y también su gestión hizo que el contribuye­nte de Estados Unidos tuviera la devolución de los fondos, con intereses, mucho antes de lo previsto (siete años).

Iacocca comenzó a desempeñar un rol más político cuando las fábricas de Detroit, Michigan -en el corazón de la industria automovilí­stica- empezaron a cerrarse, ante la oleada de importados: japonese y europeos. Y en algún omento el Partido Demócrata lo evaluó como un candidato a la presidenci­a, lo cual no se concretó.

Se retiró definitiva­mente en 1992. Había sido la personalid­ad más relevante de la industria automovilí­stica desde Henry Ford hasta entonces. Jubilado en las funciones ejecutivas, intentó probar suerte como directivo de Chrysler -fue socio del inversor Kirk Kerkorian, pero fracasaron­y también formó parte del grupo Fiat. Además, armó una emresa que producía aceite de oliva. Por otro lado, el presidente Ronald Reagan lo designó al frente de la fundacón que recaudó fondos para restaurar la Estatua de la Libertad. ■

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Referente. Lee Iacocca llegó a protagoniz­ar los anuncios de los autos.

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