Clarín

Los que andan por el mundo con la cara de otro

- Juan Tejedor jtejedor@clarin.com

Todos nos parecemos a alguien, lo sepamos o no. No hay caras suficiente­s para los 6.000 millones de habitantes que tiene el mundo. Si en el reparto toca un famoso, están quienes logran sacar provecho. Por estos días se supo de Javier Parisi, un chico de Lanús tan igual a Lennon que lo llamaron para actuar en un musical en Liverpool, está viviendo allá y los parientes de John lo tratan como si fuera de la familia. Más lejos llegó Andrés Rey, que trabaja de Luis Miguel y según contó, hasta alguna vez lo reemplazó por un rato durante un show. Para Reza Parastesh, el Messi iraní, la semejanza trocó de ventaja a problema. Lo acusaron -por lo visto, falsamente- de haber aprovechad­o el look para abusar de 23 mujeres y ahí anda desmintien­do el fake. No es tarea fácil. Los que hacen de Sandro no cuentan. Por lo general no van más allá del maquillaje, patillas, smoking y mucho oficio. Son lo opuesto a algunos parecidos asombrosos que no trasciende­n porque los astros no se alinean para ellos. A cuatro cuadras de casa, sobre la calle Morón, vive un hombre idéntico a Mario Clavell. Tal vez no lo sepa ni él. Es de locos mirarlo y ver a aquel juglar que guitarra en pecho cantaba “Abrázame así” mientras caminaba el estudio de Feliz Domingo. A ese Clavell se parece mi vecino, no al más joven, de los carnavales y “el hombre es como el auto... A los 50 ya empieza el arranque a fallar”. Igual es lo mismo porque nadie se entera. El señor de la calle Morón ligó un parecido como para que a lo sumo lo cargue un amigo en un asado y los demás no entiendan.

Quizás es mejor eso que vivir siendo Luismi, quién te dice. Igual la cara no se elige.

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