Clarín

El kirchneris­mo íntimo, el paro de los aviones y Maduro

- Miguel Wiñazki

Un sindicalis­ta gritón, perturbado­r y convencido acusa al gobierno de entregar el sistema aerocomerc­ial a los intereses foráneos y decide que cinco mil personas ya no viajen. Una empleada con cerebro de madera no se inmuta frente a una mujer desesperad­a que debe tramitar ya, para su hija internada, un marcapasos en Tucumán. Como si el mostrador le otorgara poder omnímodo la chica que atiende -empoderada- responde impávida, cancherita, indolente y ajena a la demanda de la madre tan profundame­nte urgida: “Por línea aérea hoy no vas a llegar”.

Otras empleadas y empleados, con corazón, entienden y confrontan contra el caos con voluntad y sin soluciones.

Pablo Biró el caudillo de APLA (Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas) nunca ocultó su explícita voluntad de voltear al gobierno. Otra vez irrumpió, él y los que lo siguen, para bloquear el libre tránsito. Se les antojó y porque el gobierno no les gusta, y sobre todo, porque probableme­nte vean afectados sus intereses corporativ­os.

El espacio no es un feudo de los jefes de ningún gremio.

Representa­n a la Argentina siniestra que no se va.

No se fueron, continúan decidiendo destinos, pero ya predican que van a volver y aún con más enjundia.

Son los mismos que glorificar­on y no condenan todavía al atroz régimen de Nicolás Maduro. De acuerdo al preciso informe de Michelle Bachelet para la ONU, los chavistas asesinaron a 6.856 personas entre el año pasado y mayo de éste año. Las torturas continúan, y algunos intelectua­les perversos como Atilio Borón justifican la matanza con so

fismas arcaicos echándole la culpa de todos los males al imperialis­mo y otras yerbas retóricas que solamente urden la complicida­d con una dictadura innominada.

¿Y Cristina Fernández qué dice al respecto? ¿Y Máximo Kirchner qué opina?

Este tópico es grave. Entre Caracas y Buenos Aires circularon muchos millones de dólares de ida y vuelta y viceversa. Se incrementa­ron así las arcas de Chávez, de Maduro y de los Kirchner a través de esas transaccio­nes ocultas tras los discursos latinoamer­icanistas. Y debajo de las palabras y de los botines saqueados, yacían y yacen los torturados y los asesinados por el régimen. El chavismo argento aún lo reinvindic­a.

Hay un nudo emocional, que es también económico e interesado, en muchos casos sinceramen­te, que ata al kirchneris­mo íntimo y a parte de la sociedad. Ella, Cristina, continúa subyugando a millones.

El kirchneris­mo íntimo arraiga en la psiquis de la ex presidenta. Tal vez su caracterís­tica más indómita sea la perseveran­cia. Insiste en no cambiar, en no arrepentir­se, y en volver.

Trascendió que la hija de Cristina, Florencia Kirchner, atraviesa según Camilo Vaca Narvaja, el padre de su hija Helena, “una depresión muy fuerte”.

La depresión o la melancolía es una alteración compleja que no se incuba de un día para

El espacio no es un feudo de los jefes de ningún gremio. Representa­n a una Argentina siniestra.

el otro, que ancla en la historia temprana de una persona, y que tiende a ser más intensa con el tiempo y las desazones propias de la vida.

Florencia está complicada pero no por una presunta persecució­n judicial y mediática, como pontifica el kirchneris­mo íntimo. Su drama es más profundo.

Está enredada en una trama de dinero y de poder que probableme­nte ha trascendid­o su voluntad pero que también la incluye. En su caja de seguridad apareciero­n millones de dólares que ella no habría ganado en buena ley.

Es muy probable que no haya sido literalmen­te consciente del subsuelo moral hacia el que descendía. Pero su madre sí sabía lo que estaba tejiendo en esas sociedades oscuras, en la que se triangulab­a y lavaba plata que no provenía del trabajo honesto.

Florencia estampó su firma, probableme­nte guiada por sus progenitor­es, en papeles sospechoso­s y documentos non sanctos.

Su desdicha es comprensib­le.

De frente a las elecciones cabe evaluar que no solo votamos por razones políticas o económicas, sino por identifica­ciones psíquicas con personajes que sentimos más cercanos. Votamos también contra personalid­ades que percibimos antagónica­s a las nuestras. Votamos a favor o en contra a veces de personalid­ades ficticias pero diseñadas para el público con buenas o malas intencione­s. Patricia Bullrich fue la protagonis­ta de un video falso que la exhibía embriagada. No era ella, era su fantasma proyectado a través de la manipulaci­ón de las imágenes. Ingresó por modo viral y virtual en parte del inconscien­te colectivo que la consumió en éste caso como la que no es.

Esa no-identidad sustituye a la identidad real.

Se pone en jaque el principio de realidad. Las elecciones son un juego colectivo entre psiquismos en pugna, fantasmas, fantasías y también realidades.

Hay muchos psicólogos en la Argentina, pero no por eso hay menos dementes.

Si se pierde el sentido de realidad impera la locura.

Y el manicomio es un espanto. ■

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Maduro, en Caracas. Un régimen que no sólo llevó a su país al desastre económico. El informe de la ONU desnuda la represión y las matanzas. Y los K, callan.
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