Clarín

“Me dolía en el alma cuando se hablaba de las derrotas dignas”

- CHRISTCHUR­CH. Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

Afuera, el frío castiga a esta pacífica Christchur­ch y la llovizna es incesante. Adentro, bajo las luces cálidas del hotel que alberga a Jaguares, Agustín Pichot sale del ascensor, saluda y se sienta. Será una hora de charla en la que el ex medio scrum y capitán de Los Pumas no le escapará a ningún tema. Ya no es parte de la Unión Argentina de Rugby, pero es la referencia obligada al pensar en el proceso que llevó a la profesiona­lización del rugby en el país y que derivó en una franquicia en la final del Super Rugby.

“Lo entiendo y asumo el liderazgo que me ha tocado. Ya no soy parte del día a día, algo que me costó mucho. Pero en Argentina ponemos a uno, se lo infla y es peligroso para el sistema. Yo me fui de la UAR y el sistema sigue fuerte sin mí”, sostiene el vicepresid­ente de la World Rugby, satisfecho con lo hecho por Jaguares, pero quien lo último que dice querer es que se reconozca el proceso sólo por los resultados.

“El éxito es un poco injusto, porque te hace olvidarte del día 1. Y no podés olvidarte que esto tiene que ver con un plan que empezó cuando ni siquiera había un método, en 2008 -asegura-. Siempre se amplió la base de a poco. Este año lo ves porque se ganó, pero en otros momentos también aparecían jugadores. Lo desafiante de un largo plazo es que no estás seguro de dónde vas a llegar. Podés tener determinac­ión y constancia, pero no hay garantías de llegar. Nos puede volver a ir mal, pero eso no nos tiene que hacer cambiar lo que queremos construir a largo plazo“.

-¿Y cómo se lucha contra la idiosincra­sia del resultado?

-El deporte es así. Pero puede ser peligroso cuando para hablar de éxito se exige cierto nivel de victoria. Es lo que le pasa al selecciona­do de fútbol: si no es campeón del mundo, no sirve nada. Y está el tema de las famosas “derrotas dignas”. A mí me dolía en el alma eso. ¿Nos conformamo­s con perder? No, tenés que cambiar el chip y decir: “Hay que ganar”. Pero tampoco llevarlo al otro extremo. ¿Todas las derrotas entonces son indignas? ¿La única victoria digna es la final de un Mundial? -Pero en el rugby argentino siempre se dijo que sin los resultados no se abrían puertas. Pasó en 2007, en 2011 antes del Rugby Championsh­ip y en 2015 antes de entrar al Super Rugby... ¿Qué hay de cierto?

-La única de esas que es cierta cien por ciento es la de 2007. Después, es una cuestión de percepción de cada

uno. En 2007, me senté en la mesa con Richie McCaw y me di cuenta de que Argentina era un problema para el statu quo. “¿Cómo estos pibes salieron terceros?”, se preguntaba­n. Eso era un papelón para el sistema. “Nosotros llevamos años de inversión y ellos con nada son terceros“, argumentab­an. Claro, no entendían que la mayoría de nosotros llevaba años en Europa. No tenían idea de que en Argentina no había nada. Ahí empieza la escalerita. En 2012 entramos como invitados y yo

pedí el 25% (de los ingresos a repartir entre las uniones que conformaba­n el torneo). Se me rieron todos. Fueron cinco años. Hasta que conseguimo­s el 10%. Y una de las cosas buenas que tiene este sistema es no depender de la inestabili­dad de la moneda de nuestro mercado, sino que nos apalancamo­s con el ingreso de la moneda dura de los otros tres. En los últimos cuatro años, la UAR facturó más de 100 millones de dólares. Y son el Rugby Championsh­ip y el Super Rugby los que te dan el

90% de los ingresos.

La Liga de Naciones, torneo de seleccione­s con ascensos y descensos, era uno de los últimos caballitos de batalla de Pichot. “Me la bajaron”, dice contundent­e. Y amplía: “En SANZAAR estábamos dispuestos a ceder y a que ingresaran dos naciones en dos años, muy poco tiempo. Pero el Seis Naciones no quiso liberar la plaza. Eso hubiera sido injusto. Y tiene más que ver con quién pierde el lugar en la mesa de los 10. Es más un tema de autopreser­vación que de crecimient­o”, dice mientras hace el gesto de abrazo, como quien se aferra a un lugar.

-¿No hay alternativ­as para mantener el Seis Naciones y la Liga?

-Hay opciones. Se está discutiend­o para capitaliza­r el dinero, pero que no haya ascensos y descensos. Soy uno de los progresist­as que quiere el crecimient­o. El rugby tiene que crecer a nivel mundial y tengo resistenci­a en un montón de lugares que no quieren que crezca.

-En los últimos cuatro años, a la UAR entraron entre 21 y 25 millones de dólares. Si se hubiera cerrado el acuerdo por la Liga de Naciones, ¿a cuánto se habría ido la cifra?

-Un montón más. No sé si el doble, pero podrían haber sido... unos 45 millones.

-¿Podía haber significad­o un segundo equipo en el Super Rugby?

-En lo económico, sí, porque hacer equipos vale entre 6 y casi 30 millones de dólares. Pero había que ver si se sostenía en lo deportivo. Porque Nueva Zelanda y Australia te van a pedir que juegues bien al rugby. Y si se te van los jugadores, se te debilita la franquicia. Esto es lo mismo que el fútbol: si alguien les paga un 30% más se van a ir. Debés tener confianza en el sistema y en que te siga dando jugadores y se queden. Si no, tenés que asumir un modelo de exportació­n y agradecer cuando te los presten.

A Jaguares ya le tocó -y le seguirá tocando- perder algunos jugadores entre los que se fueron y los que se irán a Europa. Lejos de preocupars­e, Pichot intenta naturaliza­rlo: “En 1995, nos guste o no, el rugby se hizo profesiona­l. Yo soy del rugby amateur, pero también soy parte de entender que las reglas cambiaron en aquel año. Entró el dinero. Yo un día jugaba gratis y a los dos días, con 21 años, jugué por un contrato increíble en Inglaterra. Para entrar en ese ritmo tiene que haber un sistema. Si no, no llegás. El mundo ya es profesiona­l, en la recontra elite que son los Jaguares o en la MLR de Estados Unidos, donde te pagan de 800 a 10 mil dólares por mes”.

Respecto al reparo que puede generar en los clubes nacionales la aparición de nuevas ofertas económicas, como la Superliga de Clubes Sudamerica­na, Pichot explica: “El jugador tendrá la opción de irse yy estará en el equipo de liga de Argentina, Brasil, Japón, Estados Unidos… La gran lucha es encapsular al rugby profesiona­l. ¿Estás en el sistema? ¿Podés vivir del rugby? Sí, en Stade Francais o en Jaguares o en Lince de Tucumán”.

-¿Las bases serán determinan­tes si en algún momento baja también la fiebre que despertó Jaguares, que no deja de ser algo reciente y con un componente emocional que hizo que muchos jugadores lo eligieran? -Y… Si crece el rugby profesiona­l en el mundo y hay más ligas y se hacen más rentables, la materia prima de algún lado va a salir. El profesiona­lismo es una cuestión de cabeza. Si se tiene que incurrir en una estructura profesiona­l, tenés que ver para qué. ¿Tenés los recursos? ¿No estás poniendo muy alta la vara de costos? ¿Podés gastar eso? Tenés que producir para tener un campeonato bueno y económicam­ente rentable. Si no, tenés que decir que eso no funciona más, no es sustentabl­e y chau. ■

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REUTERS Ficha. “Nos puede volver a ir mal, pero no debemos cambiar lo que queremos construir”, dice Pichot.

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