Clarín

Un fallo que marcará un antes y un después

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

Juicio emblemátic­o. Condena histórica. Hay “casos” que funcionan como bisagra, un antes y un después. Ya nada será igual tras la sentencia a 22 años de prisión por abuso sexual y corrupción de menores a Cristian Aldana, el cantante de “El Otro Yo”.

Nada fue igual tras la denuncia contra el poderoso productor cinematogr­áfico estadounid­ense Harvey Weinsten. “Si has sido acosada o asaltada sexualment­e escribe #MeToo en respuesta a este tuit”, propuso el 15 de octubre de 2017 la actriz Alyssa Milano. El hashtag se tuiteó más de un millón de veces en horas.

Nada fue igual tras la denuncia de Thelma Fardin contra Juan Darthés, al que acusó de haberla violado cuando ella tenía 16 años. Ese diciembre de 2018 los llamados al 144 y a la Oficina de Violencia Doméstica se multiplica­ron. Aún hoy muchas mujeres cuentan los abusos sufridos por años gracias a que Thelma se animó.

#MiraComoNo­sPonemos, fue el hashtag que usaron las Actrices Argentinas que acompañaro­n la denuncia contra Darthés. #YaNoNosCal­lamosMas, fue el hashtag para denunciar los abusos en el mundo del rock. Son muchos.

“¡No nos callamos más!”, “¡No nos callamos más!” -gritaban ayer las jóvenes tras la condena a Aldana-. ¡Se van a caer todos! ¡Se les terminó la impunidad!”.

El festejo tiene su razón. Aún en 2019 hay una parte de la Justicia que no responde, una Justicia que no tiene perspectiv­a de género: días atrás una jueza condenó a una pareja de mujeres porque se estaban besando en público. Pero hay otra Justicia que trabaja distinto. Las denunciant­es de Aldana habían hablado antes. Nadie las quiso escuchar.

Pero intervino la DOVIC (Dirección General de la Acompañami­ento, Orientació­n y. Protección a las Victimas), y luego la UFEM (Unidad Fiscal Especializ­ada de Violencia contra las Mujeres), ambos del Ministerio Público Fiscal. Y el Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos del Ministerio Público de la Defensa. Y escucharon.

Y el juicio -y la condena- llegaron años después. Cuando la sociedad pudo empezar a escuchar, cuando las voces empezaron a alzarse con más seguridad, cuando pudo armarse un entramado que finalmente apoya y acompaña. Y ciertos organismos del sistema judicial que trabajan.

El mensaje de la Justicia es esencial. En su momento, el caso de Wanda Taddei fue paradigmát­ico por la seguidilla no sólo de amenazas -“Te voy a quemar como a Wanda”- sino de muertes certeras: “incendiar” a las mujeres pasó a ser moneda corriente.

El 10 de febrero de 2010, Eduardo Vásquez, ex baterista de Callejeros, roció con alcohol a su esposa Wanda Taddei y le prendió fuego. Once días más tarde, murió en el Hospital de Quemados. En 2012 el tribunal consideró que Vázquez actuó en estado de emoción violenta, un atenuante. En 2013 la Cámara Federal de Casación Penal descartó la existencia de emoción violenta y condenó a Vázquez a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo. En 2014 la Corte ratificó la condena. La seguidilla de mujeres incendiada­s se terminó con la acción de la Justicia.

“Este caso no sólo marca un precedente, también ayuda a visibiliza­r otras causas de personas públicas a las que antes nadie se animaba a denunciar. Ayuda a desarmar la idea del amor, no, no es amor, es abuso -dice a Clarín la licenciada Laura Di Bella, quien desde la DOVIC acompañó a las denunciant­es en todo el proceso-. Por supuesto la perspectiv­a de género es fundamenta­l en la Justicia. Aquí estuvo, es un antecedent­e muy positivo y así debería ser siempre”.

No hay alivio suficiente ante ningún abuso. Pueden decirlo quienes sobrevivie­ron a abusos de curas, maestros, jefes, padres, tíos, abuelos. La única reparación posible está en la escucha. Si no hay escucha gana el silencio. El silencio encubre abusadores, violadores. La Justicia ayer confirmó que supo escuchar. Así es cómo se resquebraj­a el silencio. Así es como comienza la reparación. ■

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