Amigas a las que el teatro también unió como madres
Una en su debut como directora teatral y la otra como escritora, trabajan con sus hijas en “Carla y Rubén, estilistas”, que se ve en Microteatro.
Apenas se da ingreso a la sala 1 de Microteatro una de sus anfitrionas, Claudia Piñeiro (59), prende las luces y espera a que se ocupe cada butaca para luego ubicarse en una de las primeras filas. Metros más atrás y de pie -durante los 15 minutos que dura la función de Carla y Rubén, estilistas- Laura Novoa (50), en su debut como directora, maniobra el reflector que marcará los distintos climas de la obra protagonizada por Mora Segade (hija de Novoa), Lucía Saludas (hija de Piñeiro) e Isidoro Barros Vázquez.
El apretado cupo de espectadores en la noche de martes incluye a la actriz Julieta Díaz. También a Ricardo Gil Lavedra, pareja de Piñeiro, que por un imprevisto de capacidad en el lugar debe abandonar la sala (con capacidad de 20) para ceder su lugar a otro invitado. “De repente no había más sillas. Y como
quedó una señora parada, y los actores ya tenían la orden para salir a escena, mi marido que había visto las primeras dos funciones se fue afuera”, argumenta la premiada dramaturga y devela el disparador que dio origen al cuento original, parte de los 16 relatos de Quien no, su más reciente libro de textos breves. “Había leído una nota de un tipo en Londres que tenía una colección de mechones de pelo y que cobraba entrada tipo museo. Nosotras montamos la colección de pelo del subdesarrollo”, acepta con humor sobre la adaptación que transcurre en una peluquería de barrio y se presenta los martes de julio a las 20, 20.30, 21 y 21.30.
Son las 5 de la tarde de un sábado y a una semana de haber estrenado, la escritora de la que se llevó al cine Betibú, Las viudas de los jueves y Las grietas de Jara, acaba de bajar de un avión. Mientras espera la llegada de la actriz, que por una gripe suspendió el último ensayo, recibe a Clarín en su piso 12 de Palermo con una bebida bien fría y algunos señaladores, bien apilados, que llevan la inscripción de la obra de un lado y
en su otra cara, la del libro que la inspiró. Minutos más tarde y anticipando sus ganas de embarcarse en otro proyecto juntas “si sobrevivimos a éste”, Novoa y Piñeiro, amigas desde hace 18 años, coinciden: “Este fue un proyecto engendrado desde el afecto, porque los tres actores tienen, y tenemos, lazos afectivos entre todos. Había algo de nervios, pero de prueba sobre todo, porque uno trabaja para un resultado: poder plasmar un deseo nuestro, como una herencia a nuestros hijos. Y Microteatro nos permitió experimentarlo y jugar con libertad”.
-Y en un espacio fuera del circuito comercial…
Novoa: Yo no creo que sea muy anticomercial, creo que es otra comercialización seguramente.
Piñeiro: A mí me parece que el negocio está en la cena, en tomarte un vino, pero lo que pasa arriba es otra cosa. Algo más del orden del off en cuanto a cómo armás las obras y a la búsqueda. A vos te dan un espacio vacío y decidís dónde ponés el escenario, cómo ponés las butacas, es de una libertad absoluta. Después, que el sistema en sí mismo tenga un sistema comercial está bárbaro.
-¿Es una oportunidad de llegar a otras generaciones?
Piñeiro: Absolutamente, porque es un teatro que funciona mucho en jóvenes. Incluso la primera función estaba tomada por gente que tiene la costumbre de sacar un mismo día para tres funciones juntas. Había una chica que me conocía por mis libros, pero fue por una amiga que era fanática de Microteatro, y recién cuando me vio en la sala se dio cuenta de que la obra la había escrito yo.
-En este nuevo concepto de formato teatral los actores tienen 15 minutos, que es también la duración de la obra, de intervalo para cambiarse y volver a salir a escena.
Novoa: Y es un ejercicio fantástico, que te permite, si te equivocaste, poder corregirlo. A diferencia de una novela o película, el teatro es casi una profesión de orfebre. Por eso es un lugar tan amado por los actores. -¿Y cómo te descubriste al correrte de ese lugar tan amado para involucrarte desde la dirección?
Novoa: Como soy en la actuación y en la vida: obsesiva, no podía ser distinto. Todo era llamar y decir: “mirá, no hay un mango”, es como yo empecé haciendo teatro. De todas maneras tenemos un gran equipo, empezando por Gonzalo Berdes, iluminador del Colón…
Piñeiro: Cuando me lo dijo, le dije: “¿Laura, será necesario tanto?” Para todo quería lo mejor.
-¿Qué dificultades se encontraron al embarcarse en un género como la comedia, sobre todo para Claudia Piñeiro, que se aleja de la clásica novela policial con la que supo conquistar la pantalla grande?
Piñeiro: No creas, yo siempre he tenido mucho humor y me he ido amargando con el tiempo (risas). Novoa: Quizá por ser amigas hace tantos años, conozco muy bien su humor, y el de afuera por ahí no lo entienda tanto. Nos pasa en la vida, somos más amigas del desastre que de los aciertos y lo que uno muestra para el afuera son los aciertos. -¿Algún desastre para sacar a la luz? Novoa: Tenemos mil quinientos, de estar ella a punto de salir a dar una mega charla importante y yo grabando, diciéndole angustiadísima: “No hablo, porque si hablo lloro y me corro todo el maquillaje”. Piñeiro: La última fue cuando viajé a un festival en México y me hicieron un mal diagnóstico. Me dijeron que tenía un coágulo en una pierna y tenía que volar anticoagulada, con un susto enorme al subir al avión. Y Laura me mandó un montón de audios de relajación de yoga, yo los escuchaba y en vez de relajarme me cagaba de risa. Me decía: “Bueno, ahora respiro” ¡Doce minutos de audio!
-La crisis de la mediana edad es algo que también las unió.
Piñeiro: Sí, cuando hicimos Las grietas de Jara, con otra amiga más y las tres nos separamos en el mismo año, una atrás de la otra. Y todo lo que pasaba en la película, que le sucede al arquitecto protagonista, era lo mismo que pasamos juntas y nadie más que nosotras lo sabía. Novoa: No hay nada mejor que una amiga separada para una amiga separada… no hay con qué darle.
-En tus comienzos no contabas que eras hija de Pepe Novoa, para hacer tu propio camino. ¿Con Mora, que eligió no estar presente en esta nota, sentís que hay algo de eso? Novoa: Yo tampoco hacía notas con mi papá y me enterneció que ella y también la hija de Claudia tuvieran la misma posición. Tuvimos una charla todas y me pareció bien que quieran ser protagonistas de su propia historia. Cuando tengan 40 seguramente hagan contentas entrevistas con nosotras y tengamos que decirles: “Che, pero las fotos bien de lejos”, porque vamos estar viejitas. -También dijeron que no era de feministas hacer la nota y dejar al varón afuera.
Piñeiro: Porque acá hay un actor que hace lo mismo que las mujeres. Algunos piensan que las mujeres damos pasos adelante y entonces ahora arrasamos con los hombres y fijate que hay una conciencia de que no es así. Una conciencia de la igualdad.
-Sobre el final una de las actrices sostiene un cartel en repudio a la sentencia de Mariana Gómez, condenada a un año de prisión por besar a su esposa. ¿Fue premeditado? Piñeiro: Fue una movida de Mora en la que todos estuvimos de acuerdo. Novoa: Lo discutimos, porque había gente del equipo que le parecía demasiado. Lo pidió porque para ella era importante. Mora hace performances, tiene un recorrido teatral y feminista interesante. Es una generación que viene a decirnos un montón, las pibas vienen con todo. ■
Fue un proyecto engendrado desde el afecto, como una herencia a nuestros hijos.”
Claudia Piñeiro
Microteatro es un ejercicio fantástico que te permite, si te equivocaste, poder corregirlo.”
Laura Novoa