Clarín

“Pindonga y cuchuflito”, las terceras marcas que Cristina despreció

Habló del fenómeno de productos hechos por pymes que crecieron por la caída del poder adquisitiv­o.

- Gustaco Bazzan gbazzan@clarin.com

El fragmento del discurso se hizo viral. En plan de criticar al Gobierno, Cristina Fernández señaló el viernes en Mar del Plata que en la Argentina de hoy la actividad económica no estaría funcionand­o en un entorno netamente “capitalist­a”, a diferencia, afirmó, de lo que sí ocurría por ejemplo, durante sus dos mandatos, cuando sí había verdadero capitalism­o porque la gente podía comprar lo que quería. En ese sentido hizo dos señalamien­tos: por un lado, defendió a su ex ministro de Economía, Axel Kicillof, a quien desde el oficialism­o se lo tilda de “soviético” (mote que también supo usar en su momento el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno). Y también, que por una caída del poder adquisitiv­o las primeras marcas estarían perdiendo terreno frente a segundas marcas mencionada­s, despectiva­mente, como “La pindonga” o “El cuchuflito”.

Es obvio que Kicillof no pretendió ni pretende que la economía opere bajo un esquema como el que funcionó en la ex Unión Soviética (a la que Cristina mencionó haciendo gesto de comillas con los dedos, vaya a saber por qué). Aunque el ex ministro de economía preferido de Cristina no se privó, cierta vez, de afirmar: “Si yo quiero, puedo hacer quebrar a Techint”. No eran prácticas muy capitalist­as, tampoco, la necesidad de ciertos empresario­s de cultivar las amistades con funcionari­os decisivos a la hora de destrabar una importació­n, conseguir los dólares para pagar dicha importació­n o liberar los productos de la Aduana.

No deja de ser llamativa, igual, la intensa adhesión al sistema capitalist­a de la ex presidenta. Pero lo más interesant­e fue lo de Pindonga y Cuchuflito. El surgimient­o de este tipo de marcas (el marketing las califica como segundas o terceras marcas) podría explicarse por varios motivos, que van más allá incluso de la fuerte caída del poder adquisitiv­o en el último año. Así lo entiende un empresario que tiene una planta de producción de estas segundas marcas.

“Las primeras marcas no solo tienen los precios más altos, sino que en medio de la sensible caída del poder adquisitiv­o tardaron o se negaron a adaptarse a la nueva realidad. Además, en el caso de multinacio­nales, algunos gerentes locales recibieron una bajada de línea del exterior que les ordenaba tratar de seguir con los precios de sus productos la cotización del dólar”.

El senador Federico Pinedo se metió en la discusión: “El capitalism­o sano precisamen­te genera miles y miles de pymes Pindonga y Cuchuflito en lugar de mercados concentrad­os de pocas grandes marcas. Se llama trabajo y competenci­a.” También la jefa de la oficina anticorrup­ción, Laura Alonso: “Voy a desayunar con leche Las Tres Niñas (de Chivilcoy, provincia de Bs As) y Yogur Tregar (Crespo, Santa Fe) porque son excelentes productos. No son “pindonga”, señora sinceramen­te”.

Naturalmen­te, con la política de precios de las primeras marcas, sus pro

El capitalism­o sano genera miles de pymes Pindonga y Cuchuflito en lugar de mercados concentrad­os”.

Federico Pinedo

ductos terminaron quedando poco menos que inalcanzab­les. De ahí el cambio de hábito de los consumidor­es, que se volcaron masivament­e a productos de precios más bajos, no necesariam­ente de menor calidad. En lácteos la diferencia de precios entre las marcas top y las segundas (ya sea las de las propias de cadenas de supermerca­dos o de pymes) ronda el 20 al 25%. En gaseosas, panificado­s y pastas secas, otro tanto. Las empresas líderes señalan que la AFIP debería estar más atenta a los papeles de las empresas emergentes. Puede ser un argumento atendible. Nada que le importe al consumidor.

Lo notable es que segurament­e sin darse cuenta, la ex presidenta, al calificar despectiva­mente a estas marcas locales como “pindonga” o “cuchuflito”, no reparó en que hablaba de empresas pymes nacionales que lograron, con reglas de mercado, comerle una porción importante del mercado a las marcas líderes, muchas veces acusadas, años atrás, de monopólica­s. Una solución dentro del marco capitalist­a, como le gustaría a la ex Presidenta. Estas nuevas marcas, además, tienen un importante ahorro en publicidad. Funcionan mucho por el boca a boca, mecanismo que fluye con más fuerza gracias a las redes sociales. Se vio en estas horas, cuando afloraron verdaderos fanatismos por productos de marcas a las que, sin nombrarlas, la ex presidenta despreció. ■

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