Otra marcha contra el gobierno en Hong Kong termina en caos y represión
La policía usó gases lacrimógenos y balas de goma. La protesta exigió la renuncia de la jefa del Ejecutivo local.
El ex protectorado británico de Hong Kong volvió al caos ayer domingo cuando la policía antidisturbios utilizó gases lacrimógenos y balas de goma sobre una masiva marcha contra el gobierno. El incidente ocurrió horas después de que un grupo de encapuchados arrojara huevos y pintara graffitis en la oficina de enlace de las autoridades municipales locales con el gobierno chino de Beijing.
Según los organizadores, unas 430.000 personas manifestaron por la ciudad, en el séptimo fin de semana consecutivo de una protesta que parece no tener fin en este territorio semiautónomo chino. Por la noche, cuando la marea humana se acercaba a sitios gubernamentales, la policía cargó contra manifestantes enmascarados utilizando gases lacrimógenos y balas de goma, en lo que se ha vuelto una costumbre ya al final de estas movilizaciones gigantescas.
Hacia el fin del día, en un hecho inédito, un grupo de simpatizantes del gobierno, también enmascarados y armados con bates, atacaron a opositores en una estación de tren, golpeando a varias personas, incluyendo periodistas que transmitían en vivo.
Hace dos semanas, durante una manifestación similar, cientos de personas irrumpieron en el Parlamento local y destruyeron sus instalaciones, en el peor episodio de violencia desde 1997 cuando se hizo efectiva la transferencia de su soberanía del Reino Unido a China. En virtud de ese pacto, Hong Kong tiene un nivel de autonomía superior a otras regiones chinas, incorporando prácticas capitalistas y la separación de poderes. Beijing se comprometió a respetar ese esquema -conocido como “un país, dos sistemas”- hasta el traspaso total de soberanía en 2047.
Desde el 9 de junio, Hong Kong es el escenario de inmensas manifestaciones. Las más masivas fueron los domingos 9 y 16 de junio, que congregaron a uno y dos millones de personas, respectivamente. El movimiento empezó con el rechazo de un proyecto de ley, ahora suspendido, que autorizaba las extradiciones a la China continental, rechazadas porque los habitantes de Hong Kong desconfían del opaco sistema judicial chino. Luego las protestas se ampliaron para pedir que se mantengan las libertades democráticas de las que goza Hong Kong, en particular la libertad de expresión y la independencia de la justicia.
Ayer, por séptimo fin de semana consecutivo, los manifestantes desfilaron por las calles en un recorrido autorizado más corto que el habitual, que no fue respetado ya que la protesta se dirigió a la oficina de enlace del gobierno chino. Allí, manifestantes con máscaras arrojaron huevos y otros proyectiles a la fachada del edificio, y pintaron graffitis. La oficina condenó a través de un comunicado el comportamiento de los manifestantes. "Hemos respetado a los miembros del público que expresaron sus opiniones pacíficamente, pero las marchas han terminado repetidamente en manifestaciones ilegales, ocupaciones de carreteras, desafíos a los cordones policiales y asedios a edificios", escribió.
"El gobierno (de China) está preocupado de que un pequeño grupo de manifestantes radicales estén planeando incitar al público a violar la ley e incluso asaltar las oficinas del gobierno central en Hong Kong. Tal medida amenazará la seguridad en Hong Kong y supondrá una amenaza para ‘un país, dos sistemas’. La sociedad no aceptará esto", advirtió ayer el texto gubernamental.
Los ataques de hombres enmascarados contra manifestantes que tuvieron lugar más tarde en Yueng Long, en otra parte de la ciudad, constituyen una nueva escalada. Ataques similares de simpatizantes del gobierno se habían registrado en 2004 durante las protestas de la "revolución de los paraguas".
Los manifestantes piden la dimisión de la jefa del ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, que tiene el apoyo de Beijing, así como la retirada del proyecto de ley sobre las extradiciones y una investigación independiente sobre la violencia policial, entre otras demandas. Sin embargo, no hay señales por el momento de que Lam o China estén dispuestos a ceder más de lo que lo han hecho.
Hay creciente temor de que el gobierno chino esté agotando su paciencia ya que la continuidad de los incidentes esmerilan la autoridad del poder de Beijing y de su presidente, Xi Jinping. Todo se complica ante el hecho de que China encara este año los festejos por el 70° aniversario de la creación de la República Popular China, en octubre próximo. ■
Las continuas marchas socavan la autoridad central de Beijing y de su presidente, Xi Jinping.