Clarín

“Si se invierte en el espacio público, mejora la seguridad”

Federico Gutiérrez Zuluaga, alcalde de Medellín. Fue asesor del Gobierno porteño.

- Pablo Novillo pnovillo@clarin.com

Hace 30 años, Medellín se desangraba. La mano asesina de Pablo Escobar causó una masacre: entre 1984 y 1993, año en que murió baleado el narcotrafi­cante más poderoso de la historia, en la ciudad hubo 46.612 muertes violentas. En 1991 tuvo una tasa de 381 víctimas cada 100.000 habitantes, cifra que la convirtió en el sitio más peligroso del mundo. Pero hoy la imagen es distinta: Medellín es reconocida internacio­nalmente por sus proyectos de urbanismo e innovación, que incluyen una moderna red de transporte con teleférico­s para llegar a los asentamien­tos pobres en las montañas, mejoras en el espacio público, la creación de corredores verdes y mucha inversión en actividade­s culturales y deportivas. Días atrás, la ciudad fue sede del Foro Mundial de Alcaldes, organizado por el World Cities Summit, evento al que asistió Clarín y en el que entrevistó a Federico Gutiérrez Zuluaga, un ingeniero de 44 años que desde 2016 es el alcalde de Medellín: - Usted fue asesor de Buenos Aires en temas de urbanismo y seguridad, ¿cómo fue esa experienci­a?

- Yo acababa de terminar de ser concejal de 2004 a 2011, y desde 2012 la labor mía durante un tiempo en Buenos Aires fue mostrar el modelo de intervenci­ón social que habíamos aplicado en Medellín. Cuando uno mira lo que pasó en América Latina, y lo que nos sucedió a nosotros, donde se fueron formando guetos sin la presencia del Estado, el acompañami­ento mío fue para remarcar la importanci­a de que el Estado llegue a través de los servicios públicos, de la educación, de la renovación urbana.

-¿Por qué es tan importante esa intervenci­ón?

- Los Estados no les pueden seguir dando la espalda a las zonas donde más desigualda­des hay. Donde no hay Estado, hay ilegalidad. Se debe hacer presencia de manera inmediata para poder contrarres­tar la violencia. La mejor estrategia contra la insegurida­d es la educación, son las oportunida­des. Claro que al crimen organizado hay que combatirlo. Pero al mismo tiempo tiene que haber una inversión social muy fuerte. La seguridad no es de izquierda ni derecha, es un derecho y hay que garantizar­lo.

- ¿Cuánto tuvo que ver en el cambio de Medellín la inversión que se hizo en el espacio público?

- Mucho. No hay nada más democrátic­o que un buen espacio público. Allí todos somos iguales. La recuperaci­ón de las zonas más violentas de Medellín se produjo en gran parte

por la inversión para tener buenos espacios públicos. Cuando tienes un barrio o una villa en la cual la gente sale, hace deportes, se encuentra para hablar o para alguna actividad cultural, vas a encontrar inmediatam­ente mayor seguridad. La intervenci­ón no siempre es con policía.

- ¿Y cómo se puede sumar espacio público en ciudades que cada vez tienen más población y donde el valor de la tierra aumenta?

- Es una realidad que en nuestras ciudades latinoamer­icanas faltó planeamien­to. Lo importante es, primero, proteger lo poco que queda. Nosotros tenemos un proyecto que se llama “Cien parques para vos”, donde venimos recuperand­o los parques más importante­s, y en los que intervenim­os ha mejorado de manera notable la seguridad.

- ¿Cuánto influye el transporte en esa integració­n?

-Somos una de las ciudades con uno de los sistemas más intermodal: contamos con Metro, tranvía, buses dobles con carriles exclusivos, bicicletas. El transporte fue clave para tener impacto en los barrios más alejados. Si hay algo en que las ciudades latinoamer­icanas podríamos concentrar­nos para cerrar la brecha social es la forma como nos movemos en las ciudades. Los que más pagan son los más pobres, los que más tiempo gastan son ellos.

-¿La inversión en transporte también impactó en la seguridad?

- El Metro ha contribuid­o en generar cultura ciudadana. Tenemos cero evasión, porque la gente lo cuida. Cuando el Estado llega con lo mejor para el ciudadano, ellos también adquieren responsabi­lidades.

- ¿Cuál fue el momento de quiebre entre el pasado violento y esta nueva imagen de Medellín?

- Ninguna ciudad del mundo vivió lo que vivió Medellín. La pregunta que se hacen todos es cómo la ciudad más violenta del mundo llegó a convertirs­e hoy en una de las más innovadora­s. Y eso tiene una explicació­n: tuvimos que tocar fondo como sociedad para entender que nosotros mismos teníamos que salir adelante, y que esto era un proceso de construcci­ón colectiva. Lo peor que ha hecho la mafia en nuestra ciudad es que tergiversó los valores: la discreción la convirtió en opulencia, el trabajo duro y honesto lo convirtió en dinero fácil. Han sido décadas donde vinimos reconstruy­endo la cultura de la legalidad.

-¿Cómo?

- Reconocien­do ese pasado, hablando sobre él, haciendo memoria sobre las víctimas y no sobre los victimario­s, que es como se cuentan todas las series. No se los puede mostrar nunca como héroes, hay que rendirle homenaje a las víctimas. Lo que hicimos como ciudad fue juntarnos. Aunque no existen fórmulas mágicas, sí existen fórmulas certeras, y una de ellas es el trabajo en equipo. Aquí hay una articulaci­ón total entre el sector público, el privado, las universida­des y la sociedad en general. De ahí han salido las mejores ideas, los mejores proyectos. En el 2014 invertíamo­s el 0,7% del PIB en acciones vinculadas a innovación, ciencia y tecnología; hoy destinamos el 2,27%. Por eso un mensaje para las ciudades de Argentina y de América Latina es que no tienen que tocar fondo para tomar decisiones, como nos pasó a nosotros.

- Entre series de TV, películas y libros, ¿cómo toman esta “moda” que surgió en los últimos años por la imagen de Pablo Escobar?

- Es la peor ofensa a las víctimas. Por eso he tomado decisiones de hacer memoria, proyectos como el de "Medellín abraza su historia", donde reconocemo­s ese pasado pero le hacemos homenaje a las víctimas. Hoy tenemos una cátedra dedicada a la memoria en las institucio­nes públicas y privadas de nuestra ciudad para que a todos los niños y jóvenes nunca se les olvide que fue lo que llegamos a vivir en el pasado. Por las mañanas, yo me despedía de mi familia para ir al colegio sin tener la certeza de saber si por la tarde nos íbamos a volver a ver. Así nos acostumbra­mos a vivir. Y allí no puede volver a llegar ninguna sociedad. Y lo que hay que mostrar es el daño que hace el narcotráfi­co. Por eso tomé la decisión de derribar el Edificio Mónaco, que era de Pablo Escobar, donde estamos construyen­do un parque memorial a favor de las víctimas de la violencia.

-¿Cree que las víctimas del narcotráfi­co no fueron correctame­nte mostradas?

- Quienes hacen este tipo de series o películas tienen una responsabi­lidad grande en cómo se cuenta la historia. No se trata de no contarla, se puede contar incluso con mayor intensidad pero desde el lado de las víctimas, no de los victimario­s. Si se va a mostrar lo que pasó en Colombia en esa época, que haya un capítulo de don Guillermo Cano, que era el director del diario El Espectador, periodista asesinado porque fue el primero en poner el dedo en lo que era Pablo Escobar. También un capítulo de Waldemar Franklin Quintero, comandante de la Policía de Antioquia, a quien le decían "el incorrupti­ble" y lo asesinaron los sicarios de Pablo Escobar. Hacer honor a las víctimas sirve también para generar los valores que necesita la sociedad, no los antivalore­s del narcotráfi­co. ■

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Contra la “moda” de Pablo Escobar. “Hay que contar la historia pero desde el lado de las víctimas”, aseguró.

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