Robert Cray “Es inevitable que el blues evolucione”
Guitarrista exquisito de blues, antes de su regreso a Buenos Aires (el domingo en Vorterix), habla de su estilo, sus influencias vitales dentro del género y recuerda una graciosa anécdota con Eric Clapton.
Robert Cray tiene un estilo elegante y una relajada sensibilidad como intérprete y compositor, que lo sitúan como uno de los artistas más personales del género. En ocasiones, incluso, controvertido por su especial aproximación al blues, sin clichés ni sobreactuaciones. Después de 40 años en la escena, este guitarrista sigue siendo un baluarte de la originalidad dentro del género, aunque, admite riéndose: “Mi interés por el instrumento fue a partir de escuchar a The Beatles; mi primer héroe de la guitarra fue George Harrison”.
Cray, de 65 años, se presentará por tercera vez en Buenos Aires, el domingo en el teatro Vorterix, con Dover Weinberg en Hammond B3, Richard Cousins en bajo y Terence Clark en batería.
Desde su casa en Wiscosin, en diálogo telefónico con Clarín, asegura: “Cuando comencé a escuchar rock, me impresionaron los Beatles, aunque después llegaron Jimi Hendrix y todos los demás”, recuerda quien tocó con grandes bluesmen como Albert Collins, John Lee Hooker, Muddy Waters, B.B.King, Willie Dixon, Eric Clapton, Stevie Ray Vaughan, y también con Keith Richards y Tina Turner (con quien grabó en 1987 una célebre versión de A Change Is Gonna Come).
En ese trayecto, consiguió desarrollar una voz personal como instrumentista dentro del blues, algo que sólo un puñado de artistas logró. Ese blues liviano, con tonos de soul y entonación góspel y su particular forma de frasear la melodía le ha dado un bien ganado espacio. Ese tono medido y muchas veces cerebral parece ligado a su carácter tímido. Sigue sin estar seguro de haber vencido la vergüenza. “Mi experiencia es mi verdadero salvoconducto en el escenario”.
-¿Cómo definiría sus etapas en el desarrollo de su estilo? ¿Se fue dando de manera natural o buscó la manera de tener una forma personal?
-Mi estilo nació de manera natural, pero fue un proceso. Al crecer fui encontrando mi espacio haciendo blues. Como dije antes, Los Beatles despertaron mí interés en la música, pero después comencé a escuchar todo el tiempo a Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Otis Rush, Magic Sam. Es la música que sigo tocando. A todos ellos, de alguna manera los siento presentes en mi estilo.
La forma de escuchar a los grandes guitarristas del blues explica en buena medida su estilo. En una entrevista en los años ‘90 decía: “B.B.King toca con mucha elocuencia, mientras que Albert King es todo fuego y pasión, sinceramente no creo que nadie pueda tocar como él. El estilo de estos artistas realmente retrata su personalidad. Una persona de gran estatura como Albert King tocaba una guitarra de gran sonido; B.B. King es un caballero y toca de manera elegante; Buddy Guy puede ser realmente frenético, y a veces esa es su personalidad. Otis Rush es un hombre extraño, y toca un misterioso blues en estilo menor que me gusta mucho. Así que todos tenían o tienen su carácter. Ese era el tipo de cosas que me
gustaba escuchar de diferentes guitarristas”.
Cray nació en 1953, en Columbus, Georgia. Hijo de un padre militar con diferentes destinos, comenzó siendo un niño a estudiar piano clásico en Alemania y lo abandonó años después para zambullirse de lleno en la guitarra, primero tocando rock para luego llegar al blues desde donde edificó su carrera. Se define como autodidacta. “Aprendí a tocar en la ruta”, afirma. Lanzó 22 discos, entre ellos trabajos como Strong Persuader (con el que vendió un millón de placas), que lo situó en 1988 como un compositor creativo y un guitarrista de una expresividad cálida y evocativa. Además, ganó varios premios Grammy, en 1986 por Showdown (con Albert Collins y Johnny Copeland), como Mejor Disco de Blues Tradicional; en 1987, con Strong Persuader, como Mejor Disco de Blues Contemporáneo; en 1997, por SRV Shuffle, como Mejor Disco Instrumentación (compartido); y en 1999, por Take Your Shoes Off, como Mejor Disco de Blues Contemporáneo. Además, su último disco, Hi
Rhythm (2018), estuvo nominado a Mejor Álbum de Blues Contemporáneo. Los críticos coinciden en que él, junto con Buddy Guy, son los dos grandes bluesman vivos.
-¿Recuerda sus experiencias con John Lee Hooker y Willie Dixon?
-Fue fantástica. El primer tour que hice con ellos fue en la Costa Oeste y todo parecía un sueño. Cuando llegamos a Nueva York, nos presentamos en el Carnegie Hall. ¡Imaginate! Tocar rodeado de estos grandes artistas fue una gran experiencia.
-¿Cuál disco de los que ha grabado recuerda con más cariño, y por qué?
-Es difícil de elegir y además explicarlos, porque cada uno tiene un peso emocional y afectivo diferente. Recuerdo muy bien que Who’s Been
Talking, mi debut, lo grabamos a mediados de 1976, y que por razones de la discográfica recién salió en 1980, cuatro años después.
-Si bien hay una enorme tradición en el blues, también es cierto que hay un blues de sonido y mensaje más contemporáneo. ¿Cómo definiría esa modernidad en el género?
-Hoy es muy diferente. La música fue cambiando mucho en todo este tiempo. La música evoluciona como también la forma de expresarnos. Las situaciones de las que hablamos son otras y eso se transmite a la música. Es inevitable que el blues evolucione, todos estamos inmersos en ese proceso. ¿Qué puede ser más moderno que tocar lo que vivimos hoy?
-Usted es uno de los músicos que mejor conoce el negocio . ¿Qué podría decirnos acerca de este mundo que en otras épocas trató tan injustamente a grandes artistas?
-El negocio de la música lo conocí de grandes artistas como Muddy Waters. El del blues -como todoscambió mucho, y músicos como Muddy y otros nos abrieron los ojos. Hoy, no tenemos el mismo público de aquella época y ese es un asunto que debemos tener en cuenta para hacer música que atraiga a ese público. Quizá no será esa gente, pero estoy seguro que la música negra sigue siendo muy atractiva para el público en general.
-¿Qué potencial ve en una música de tanta tradición como el blues?
-El blues tiene mucho potencial y está presente en el sonido que uno desarrolle. Uno debe crear su sonido, en vez de reproducir lo que ya se hizo. No tiene ninguna gracia sonar como otros músicos. El desafío es que mi música suene como la siento. Es algo personal, pero necesario para darle sentido.
-¿Qué material hará para su concierto en Buenos Aires y que clásicos del género incluirá en su playlist?
-Lo que puedo decirle es que no estoy seguro de lo que haremos esa noche en Buenos Aires, pero sí que habrá temas de Bad Influence y de mi último disco, Hi Rhythm, más algunos clásicos que sobre los que siempre vuelvo o, mejor dicho, de los que nunca me alejé.