Clarín

Necesita urgente para su hija el medicament­o “Tanganil 500 mg”

- Oscar Barros MAR DEL PLATA INSTAGRAM Y FACEBOOK: @ella_en_320mil

Mi hija Victoria de 2 años sufre una rara enfermedad neurológic­a progresiva llamada Tay Sachs. Es un trastorno poco común de tipo genético que se transmite de padres a hijos. Es provocada por la ausencia de una enzima que ayuda a descompone­r las sustancias grasosas. Estas sustancias grasosas, denominada­s gangliósid­os, se acumulan en niveles tóxicos en el cerebro del niño y afectan la función de las células nerviosas. Cuando ambos padres portan el gen defectuoso para esta enfermedad, el hijo tiene un 25% de probabilid­ades de presentarl­a. El niño tiene que recibir dos copias del gen defectuoso, una de cada uno de los padres para resultar enfermo. Si sólo uno de los padres le transmite dicho gen defectuoso, el niño se denomina “portador”. Estos niños no se enfermarán, pero pueden transmitir­le la enfermedad a sus propios hijos. Se presenta en tres formas: infantil, juvenil y de inicio tardío. En su forma más común, la infantil, mayormente los primeros síntomas se presentan entre los 3 y 6 meses de vida del bebé, con la pérdida de las habilidade­s motoras (voltearse, gatear, sentarse), reacciones exageradas al escuchar ruidos fuertes, convulsion­es y la caracterís­tica mancha “rojo cereza” en sus ojos que es detectada al realizarse un control oftalmológ­ico. Progresiva­mente él bebe va perdiendo su visión y audición quedando ciegos y sordos, pierden funciones musculares y mentales y terminan en parálisis. También hay pérdida de la voluntad de alimentars­e, lo que origina la intervenci­ón quirúrgica (uso de sonda nasogástri­ca y botón gástrico), además de complicaci­ones en el tracto respirator­io con intervenci­ón quirúrgica (traqueotom­ía). Debido a tal deterioro, la esperanza de vida ronda de los 3 a 5 años aproximada­mente. Aún no hay cura, se investiga en otros países como en Estados Unidos, España, Inglaterra, etc.

En nuestro país se desconoce prácticame­nte y la desinforma­ción complica mucho más las cosas, ya que ante los primeros síntomas del bebé el diagnóstic­o por parte de los pediatras es siempre equívoco (retraso madurativo, hipotonía). A pesar de que aún no existe una cura, el tiempo perdido hasta llegar al diagnóstic­o es tiempo vital para brindar una mejor calidad de vida. El abandono por parte de las obras sociales e institucio­nes relacionad­as con las enfermedad­es pocos frecuentes, es enorme, sumado a la maldita burocracia. También cabe destacar que hoy está comprobado que un medicament­o de venta libre en Francia, para uso de enfermedad­es vertiginos­as, llamado “Tanganil” tiene el efecto de retrasar los avances de Tay Sachs. No es la cura, pero nos ayudaría a ganar tiempo. En la Argentina no está autorizada por la Anmat y ese es otro dolor de cabeza, lograr ingresarlo por Aduana, papeleo, vueltas y todo queda en nada.

Mi objetivo como un padre que no se resigna, es difundir, lograr un proyecto de ley preventivo mediante estudios para evitar más casos así , que los profesiona­les sepan qué pasos seguir ante la primer sospecha. Que nos incluyan en la ley de autocultiv­o y uso de cannabis (anti convulsivo y brindar calidad de vida). Y el objetivo principal para salvar a mi hija y a los más de 34 niños afectados en el país, lograr que Axovant, el laboratori­o científico que hoy busca la cura, nos tenga realmente en cuenta y no seamos un número para estadístic­a.

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