El otro lado de la moneda que nadie conoce
La moneda está en el aire. Puede ser cara o cruz, nunca se sabe, y sólo podemos ver su vuelo. La mujer guaranga que vimos en el subte tal vez termine siendo nuestro amor y la veremos tan perfecta que hasta jugaremos el juego de la guarangada porque ella ya no nos parecerá una desfachatada sin límites, sino una mujer libre que se expresa con soltura. La moneda está en el aire, y el que siempre consideramos que era mufa resultó que tiene el mismo grupo sanguíneo que nosotros y ese día fatal que tuvimos una urgencia el tipo vino y donó sin ninguna vacilación ni enredo, ni pedido. La moneda está en el aire. Le jugamos al 23 en la ruleta y siempre nos fuimos con una mano atrás y otra adelante, pero ese día que lo necesitábamos con desesperación para pagar la operación de mi hermana el 23 vino… vino… y vino, porque fue así y no por otra cosa. La moneda está en el aire y una novia que fue la mujer de nuestra vida, se nos cruzó un día, y fuimos amantes y amados como nunca. La moneda siempre está en el aire y lo saben sólo aquellos que lo saben, aquellos que pueden mirar de afuera a la moneda y ver su propia vida como una cascada de sucesos no previstos, de sueños aleatorios que ocurren mientras la moneda gira, y hacemos cosas tendientes a generar la cara o seca, pero que son apenas eso, un puñado de intenciones. Y fue así que encaramos una carrera que se deshizo apenas descubrimos que tenemos un título para el cual nunca nacimos; o que el espejo nos grita que no podemos ser modelos; o que sólo Goyeneche pudo llamarse Goyeneche y cantar exquisitamente como el culo. La cara de la moneda somos nosotros, el otro lado nadie lo conoce. La moneda está en el aire. ■