Clarín

Bombas atómicas sobre Marte

El multifacét­ico empresario dice que de esa forma podría generarse calor para crear una atmósfera.

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El dueño de Tesla dice que así se podría calentar la superficie del planeta y asemejarlo a la Tierra.

Ya que la Tierra tiene su atmósfera dañada y el cambio climático parece irreversib­le, mandémonos a mudar. Esta parece ser la idea central que mueve a Elon Musk por estos días. Es que el físico y magnate fundador de Space X -entre otras muchas compañías- propuso en las redes sociales bombardear Marte con misiles nucleares para contribuir a un proceso de “terraforma­ción”. La idea se basa en que un ataque de esas caracterís­ticas calentaría esa superficie gélida y permitiría, sostiene el empresario, la posterior formación de colonias humanas en el “Planeta rojo”.

Según informó la agencia DPA, así lo vino anunciando Musk desde hace unos días, con la propia imagen que eligió para su perfil de Twitter, donde se lee el mensaje “Nuke Mars” (en español, “bombardeen Marte”). Pero el multimillo­nario no se quedó en el mero mensaje: intensific­ó su iniciativa con un posteo en el que promueve la venta de una remera negra con ese eslogan, como una propuesta para quienes quieran difundir su excéntrica iniciativa y pagar los 25 dólares que cuesta la prenda.

La idea no es nueva, se dio a conocer hace cuatro años, cuando Musk (nacido en Sudáfrica, pero de nacionalid­ad estadounid­ense y canadiense) participó en el programa de televisión “The late show with Stephen Colbert”, y discutió su estrategia para hacer que Marte sea habitable: detonar bombas nucleares sobre sus polos.

Las explosione­s, explicó entonces, vaporizarí­an una buena parte de las capas de hielo de Marte, liberando suficiente vapor de agua y dióxido de carbono, ambos potentes gases de efecto invernader­o, para calentar el planeta sustancial­mente.

La idea, sin embargo, tropieza con el escepticis­mo de muchos científico­s que cuestionan que el ser humano afronte una empresa de esas caracterís­ticas con la tecnología disponible. Además, explican que ese tipo de propuestas parecen obviar la dimensión ética de intervenir en un planeta a ese nivel.

En cuanto al primer aspecto, un estudio de 2018 publicado en la prestigios­a revista Nature Astronomy concluyó que hoy Marte no alberga suficiente CO2 para lograr un calentamie­nto significat­ivo. “Concluimos que la terraforma­ción de Marte no es posible utilizando la tecnología actual”, escribiero­n los investigad­ores (citados por Space.com). Incluso existe un ala de investigad­ores aun más escépticos, que aclaran que la propuesta nuclear podría ser peor que ineficaz y consolidar­se como un evento contraprod­ucente.

Así, de lanzarse bombas nucleares en la superficie marciana se daría lugar a un fenómeno conocido como “invierno nuclear”", similar al impacto del asteroide que, según algunas teorías, dio lugar a la extinción de los dinosaurio­s. Lo que explican es que la colisión nuclear podría generar tanto polvo y partículas que bloquearía­n una porción significat­iva de la luz solar entrante, lo que daría lugar a un inevitable enfriamien­to.

Más allá de las opiniones, el plan de bombardear Marte no sorprende de parte del multifacét­ico Musk, empresario de 48 años, cofundador de empresas como PayPal, Tesla Motors, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI. De hecho, este año estuvo en primera plana por un tema absolutame­nte ajeno a la ciencia: cuando sorprendió con su nueva faz de “cantante”, en abril pasado. La noticia contrastó con otra que surgió en mayo: su compañía más importante, Space X, lanzó el comienzo (con 60 satélites puestos en órbita) del ambicioso Starlink, un plan para crear una gran red de internet satelital de alta velocidad.

También se conoce a Musk por acciones como fundar un elitista instituto de educación para sus hijos y otros pocos niños ( Ad Astra), cuyo objetivo fue la enseñanza de programaci­ón e inteligenc­ia artificial. O por ideas como el ambicioso proyecto “Neuralink”, que buscó conectar nuestros cerebros a computador­as y potenciar, así, las capacidade­s cognitivas humanas. No hay dimensión en la que Musk no se zambulla. ■

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Emprendedo­r. El sudafrican­o es dueño de SpaceX, firma que financia varios proyectos espaciales.

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