China castiga a productos de EE.UU. y Trump responde con más aranceles
Las dos potencias anunciaron nuevos paquetes de sanciones y se derrumbaron las Bolsa de Valores.
El gobierno de Beijing anunció un paquete de sanciones sobre US$ 75 mil millones a productos norteamericanos. Washington retrucó con aumentos del 30% para el ingreso de las importaciones chinas.
La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China se disparó ayer a un nivel de mayor gravedad, alejando a las dos potencias de un posible acuerdo. La República Popular anunció un paquete de sanciones sobre 75 mil millones de dólares de productos norteamericanos. Washington reaccionó horas después con un aumento de 25% a 30% de los aranceles vigentes desde abril sobre US$250 mil millones de importaciones desde China. Asimismo, el gobierno de Donald Trump escaló de 10% a 15% un nuevo grupo de tarifas sobre el remanente aun no sancionado de 300 mil millones de dólares de los productos que EE.UU. compra al gigante asiático.
Este salto de la hostilidades derrumbó de inmediato a Wall Street que había arrancado entonada por comentarios considerados positivos de la Reserva Federal respecto a “cuidar la economía”, lo que se tradujo en eventuales futuras bajas de la tasa de interés.
Trump acentuó las hostilidades a demandar por tweet a los hombres de negocios norteamericanos que tienen plantas afincadas en el gigante asiático o comercial con la República Popular a que busquen alternativas. “No necesitamos a China”, proclamó el magnate presidente en un comentario que sorprendió a los analistas debido a lo difícil de desdeñar a la segunda potencia economía mundial y la primera comercial. “Es imposible para las empresas planear el futuro en un ambiente de este tipo”, dijo David French, representante de la Federación Nacional Minorista.
El golpe de la guerra comercial desesperó a los mercados debido al costo que este enfrentamiento está produciendo en la economía mundial donde la amenaza de una recesión sobrevuela ya en Europa y podría llegar a Estados Unidos a fines del año próximo, según los análisis de los propios bancos norteamericanos.
La República Popular comunicó que los aranceles comenzarán a aplicarse el 1 de septiembre entrante.
Es la misma fecha en la que debían entrar en vigor las nuevas tasas de 10% que había anunciado sorpresivamente la Casa Blanca y que derrumbaron la efímera tregua pactada por los dos países en la Cumbre del G20 de Osaka en junio pasado. Trump decidió luego posponer esas sanciones al 15 de diciembre para dar tiempo a las cadenas de supermercados y los grandes pisos de comercio a recibir importaciones de chinas y de ese modo evitar que los nuevos costos perjudiquen las ventas navideñas. Involucra unos 150 millones de dólares en productos telefónicos, de computación y textiles que produce el gigantes mercado asiático y que forman parte de la canasta de las fiestas en EE.UU.
Fue la primera vez que el gobierno norteamericano admitía de ese modo el perjuicio a los consumidores que produce la guerra comercial. Es un efecto que el presidente norteamericano ha negado con insistencia, pese a las críticas que recibe de las cámaras de comercio y de consumidores y también organismo internacionales como el Fondo Monetario Internacional.
La influyente Cámara de Comercio estadounidense urgió a ambas partes a volver a la mesa de negociaciones para encontrar una solución. “Pese a que compartimos la frustración del presidente, creemos que un compromiso continuo y constructivo es lo adecuado para avanzar”, dijo el líder de la asociación de empresas, Myron Brilliant, en un comunicado. “El tiempo es esencial. No queremos un mayor deterioro de las relaciones entre EE.UU.” y China.
Beijing precisó que, entre los nuevos aranceles, se incluye la reanudación de tarifas adicionales del 25% y del 5% a vehículos importados y componentes de fabricación estadounidense desde el 15 de diciembre.
Trump sostiene que este conflicto se basa en el déficit que registra el intercambio binacional. Beijing le vende alrededor de 540 mil millones de dólares anuales a su adversario le compra por un promedio de 100 mil millones de dólares. En ese paquete se encuentran los productos agropecuarios, entre ellos commodities cerealeros.
EE.UU. rechazó ofertas de China para reducir el diferencial comercial. Esa actitud reveló que el eje del conflicto excede el intercambio. Lo que preocupa a Washington es el avance tecnológico de la potencia asiática que lidera ya la tecnología 5G y busca un dominio similar en robótica, supercomputadores y equipamiento medicinal. El Pentágono ha advertido que esos rubros involucran la seguridad nacional norteamericana, lo que explicaría la profundidad que ha alcanzado este conflicto. ■
El choque comercial es un pretexto que esconde una creciente rivalidad tecnológica.