Clarín

Cuando el límite es la toma de la Ciudad

Equilibrio. El Gobierno se mueve entre no ir al choque y evitar un desmanejo.

- Walter Schmidt wschmidt@clarin.com

“Queremos racionalid­ad. No pretendemo­s impedir que protesten o que acampen. Pero que tomen la Ciudad, no”, plantea un funcionari­o porteño sobre el acampe que comenzó ayer y que, por un momento, se transformó en un intento de toma del epicentro porteño que la policía terminó impidiendo.

Detrás de las protestas en la Ciudad, que en medio de la campaña electoral ocurren a diario, la pelea entre el oficialism­o y las organizaci­ones sociales kirchneris­tas se trasladó a las calles.

El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta está decidido a no entregar el territorio a las agrupacion­es que reclaman el aumento de los planes o más planes; la aprobación de la ley de emergencia alimentari­a; o bien repudian al FMI y al gobierno de Mauricio Macri.

Pero el límite entre intervenir y no intervenir no está claro, sobre todo cuando la Ciudad, a guiarse por los resultados contundent­es de las PASO en favor de Alberto Fernández y Axel Kicillof, es el único bastión que el macrismo tiene chances de retener. La duda es si la “ola albertista” cubrirá también el distrito porteño o solo llegará hasta la General Paz.

“Si no intervenim­os la gente nos mata. Hasta cierto punto podemos admitir la protesta, pero hasta ahí”, explicó a Clarín, uno miembro de la mesa chica larretista.

En la Ciudad, hay mediciones de todo tipo. Desde el área de Seguridad afirman que en los últimos 20 días la conflictiv­idad en el centro se incrementó. Crecieron en cantidad de manifestan­tes, en horas en que permanece la protesta y en la frecuencia semanal.

Lo “nuevo” fue el episodio dentro de un emblemátic­o shopping como Patio Bullrich, que también se replicó en Galerías Pacífico y Alto Palermo. A manos del socio de Juan Grabois en la CTEP, Rafael “Rafa” Klejzer. Cerca de Alberto Fernández rechazan este tipo de actividade­s que no hacen más que perjudicar no sólo al candidato presidenci­al del Frente de Todos sino también al aspirante a desbancar a Larreta. “Si a esa protesta repudiada por todos le sumás la foto de Matías Lammens, días atrás, con los dirigentes de la CTEP, esto nos beneficia a nosotros”, se apresura un dirigente de Cambiemos. Lo que todos asienten, tanto en el entorno de Alberto F. como en el oficialism­o, es que los porteños rechazan esas prácticas.

Lo de ayer fue distinto. En la Ciudad aseguran que el martes negociaron con todas las organizaci­ones -el Secretario de Seguridad, Marcelo D’Alessandro y el funcionari­o de Desarrollo Social de la Nación, Carlos Pedrini-, y que estuvieron de acuerdo en no interrumpi­r el Metrobus. Pero el único sector que no acordó fue el de Polo Obrero, cuyo referente es Eduardo Belliboni.

¿Qué cambio respecto del acampe de la semana pasada, de la noche del 4 de setiembre, en la que no intervino la policía pese a que cortaron el Metrobus? En esa ocasión era mucha la gente de las organizaci­ones, con gran cantidad de mujeres y chicos. En cambio ayer la mayoría, en particular la columna del Polo Obrero, eran hombres. “Cuando es así es porque quieren ir al choque, quieren un muerto y nosotros no vamos a entrar en ese juego”, aseguran autoridade­s de la Ciudad.

En el macrismo entienden que, más allá de manifestar­se en contra las administra­ciones de Macri y Larreta, se trata de un mensaje hacia dentro del kirchneris­mo.

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