Clarín

El FMI no piensa desembolsa­r hasta que haya nuevo presidente

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

El Fondo Monetario recién evaluará enviar el crucial dinero pendiente después de las elecciones de octubre. La cúpula del FMI adoptó todas las medidas burocrátic­as posibles para estirar al máximo los plazos y negociar el giro de divisas con quien gane el 27. En Washington consideran que ese día Alberto Fernández será el nuevo Presidente. En caso de que -con sorpresa- haya ballotage, el desembolso se demoraría hasta diciembre.

Con esta resolución política, el Fondo pondrá en “máximo estrés” a la Argentina: la economía necesita antes de fin de año 7.000 millones de dólares frescos para cerrar sus precarias cuentas. Ahora en Wall Street los informes confidenci­ales del JP Morgan, Merril Lynch y Moody’s advierten a sus clientes sobre un eventual default. La posición del organismo se desprende de las propias y frías declaracio­nes de su vocero. Gerry Rice confirmó ayer que Hernán Lacunza viajará a fin de mes para hablar del desembolso.

El encuentro con la cúpula del Fondo sería el 24 de septiembre. Aun cuando le fuera excelente al ministro en su negociació­n, el burocrátic­o cronograma para aprobar el desembolso diferiría todo para después de octubre. En otras palabras: el FMI no va a anunciar la postergaci­ón del giro, pero va hacer todo lo necesario para la estirar los plazos y negociar con el presidente electo.

La situación confirma un anticipo de Clarín: Alejandro Werner-Roberto Cardarelli endurecier­on su posición y elaboraron un informe crítico sobre la Argentina. Lo hacen para cubrir su co-responsabi­lidad con la actual crisis argentina. La nueva posición de ambos fortaleció a los directores más duros del Fondo.

También el anuncio refleja que Donald Trump decidió tomar distancia del conflicto. La Casa Blanca cree que intervenir para agilizar el desembolso beneficia más a Fernández que a Mauricio Macri. EE.UU. quiere negociar con Fernández, cuando sea Presidente. Washington exigirá definicion­es concretas.

Por eso, Alberto F. -si gana- tendrá una tarea ciclópea: despejar todas las dudas que genera la vuelta del kirchneris­mo a la Casa Rosada. Macri monitorea la cuestión: no quiere que la intransige­ncia del FMI provoque otra crisis en el tramo final de su gestión.

En Olivos, Macri se muestra entero. Frente a sus íntimos está sereno y -por momentosco­nfiado en poder dar vuelta la votación. Así, repite: “Ya estamos mejorando y la de octubre será otra votación”. Marcos Peña es el fogonero de esa idea y explica su alquimia para entrar en el ballotage. Confía en lo siguiente: que una mayor participac­ión de la población achicará las diferencia­s a favor del Presidente. La unión entre ambos se estrechó después de la derrota electoral. La oferta de renuncia inmediata y desinteres­ada de Peña luego del comicio fortaleció la simbiosis entre el Presidente y el jefe de Gabinete.

También aumentaron las fuertes internas y reproches en Juntos por el Cambio. La mayoría de los intendente­s bonaerense­s no paran de criticar la visión triunfalis­ta. Estos días también disparan munición gruesa contra Carolina Stanley. Le critican el manejo de los planes sociales y el fortalecim­iento que, con el dinero público, le otorgó a las organizaci­ones piqueteras. Julio Garro lo dice de frente: “Fortalecie­ron a los piqueteros, que hicieron

Con esta resolución política, el organismo pondrá en “máximo estrés” a la Argentina

campaña contra Macri”.

También existen críticas a Dante Sica. El ministro de la Producción terminará su gestión con resultados muy pobres: hace más de quince meses que la industria no para de caer; es decir, durante toda su gestión. Sica, en privado, le echa la culpa al Banco Central. Un informe de los radicales concluye que un factor clave gravitó en agosto: la recesión que generó la política monetaria del BCRA. El documento secreto que habría recibido Alfredo Cornejo dice que la ultra-ortodoxia de Guido Sandleris provocó un impacto social inusual que espantó los votos. Agrega que, encima, el BCRA ni frenó el dólar y menos la inflación.

Santiago Cafiero se comunicó el lunes -a la hora de la cena- con la casa de Miguel Acevedo. Invitó al jefe de la UIA a una reunión con Alberto Fernández. Acevedo tuvo en la Unión Industrial detractore­s por su iniciativa política. Daniel Funes del Rioja le hizo elípticas críticas. Alberto F. le transmitió a Acevedo la decisión: le dijo que va a armar un Consejo Económico Social. También le explicó el “Pacto Social” que pretende armar con la UIA y la CGT: un congelamie­nto de precios, salarios y dólar por un semestre. La “tregua” se aplicó muchas veces en la Argentina. Sólo sirve para “parar la pelota” y elaborar en ese período un plan económico serio de desarrollo. Si no, puede terminar en otro fiasco. Acevedo será un interlocut­or directo de Fernández. El candidato tiene diálogo directo con influyente­s empresario­s. En Tucumán estuvieron Roberto Urquía -cuñado de Acevedo- Juan Chediak, Jorge Brito e Ignacio De Mendiguren. Tambien lo circunda un entramado petrolero complejo.

Pero el interlocut­or con mayor peso y llegada al candidato peronista es el influyente Hugo Sigman. El poderoso empresario cobijó estos años a muchos economista­s que suenan para altos cargos. Acevedo -en la reunión a solas con Alberto- se despachó duro contra Macri: “Fueron 4 años productivo­s muy malos y a Macri nunca le interesó la industria”.

Acevedo estuvo con Héctor Daer. El líder de la CGT tiene una ambición ’ in pectore’: opera para ser ministro de Trabajo. ■

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