Reggae a la brasileña y algo más
La banda formada en Brasilia en 1996 -que ya lleva editados 14 discos- vuelve a la Argentina.
Con un sonido tan bailable como armónico, para muchos Natiruts se convirtió en una suerte de prioridad musical a la hora de hacer sentir bien a la gente. Que el público vibre y se contagie con el optimismo de su música y la fuerza positiva de estos brasileños -y de su reggae- es lo mejor que ellos pueden proponer.
Surgido en Brasilia, anticapital de cualquier expresión de reggae, Natiruts nació y creció con la influencia del roots, estilo que el mismísimo Bob Marley puso en valor en los ya lejanos ‘60. Su primer disco fue Nativus, de 1997. Pero el gran salto lo pegan con Raçaman, aparecido en 2009, donde la banda entró al estudio teniendo en claro que su idea consistía en desprenderse de las resonancias y los estilos ubicuos de la música brasileña popular.
Todo empezó en 1996, cuando Alexandre Carlo propuso inventar un grupo de reggae alla brasileña. Barajaron nombres, salió Nativus, pero no (existía), y así apareció la posibilidad de Os Nativos, hasta que finalmente surgió Natiruts Reggae Power Ao Vivo que, lógicamente, se redujo a Natiruts.
Catorce discos y reggae salido de Brasilia, ciudad capital libre de playa, libre de garotas, libre de surf. Si acá la tuvieron complicada Los Pericos -Buenos Aires directamente le da la espalda al río-, lo de Natiruts tiene también algo de épica e imaginación. Brasilia es asfalto y ellos venden aires de olas, cocos y arena batidos con una acerola de retórica urbana.
“Natiruts fue un contrapunto cuando surgió en los años ‘90, porque nosotros, con nuestro reggae, surgimos hablando de espiritualidad y naturaleza. De todos modos, hicimos un camino juntos con el rock, como fue siempre: Bob Marley fue a Londres y conoció a Mick Jagger, y eso posibilitó que el reggae y el rock siempre fueran a la par”, le dijo Alexandre Carlo, su líder, a la revista Billboard.
Pero a medida de que el tiempo fue pasando, y Natiruts fue recorriendo América latina y otros lugares del mundo, la propuesta se fue ampliando e incorporando elementos locales de diferentes raíces. Hoy, el grupo contiene el ADN de la diversidad, y se presenta como un puente entre el reggae, la música brasileña y los ritmos de otros puntos del planeta, en una suerte de convivencia sagrada. ■