Clarín

Twitter, como una sobremesa eterna

- Juan Tejedor jtejedor@clarin.com

El “Flaco” Aisenberg no creía en Twitter. Lo convencier­on allá por los días del Mundial de Brasil y enseguida captó la gracia del asunto. De aquel campeonato se perdió partidos casi enteros porque la televisaci­ón se le superponía con los tuits. Cuando el gol de Götze envenenó el estofado, él ya estaba acodado a la sobremesa infinita en la que pronto asumió otra expertise: espléndido comentador de telenovela­s turcas. No se bajó nunca. La sobremesa es un placer suntuoso. La lascivia del asado se extiende (a los efectos de esta lectura, imaginemos que podemos comprar carne), pasa por rondas de bebidas destiladas, se hace mate y bizcochos a la tardecita y se va esfumando en un fade out de adioses y ronquidos a la hora del rocío y los primeros mosquitos. Los diálogos avanzan y tropiezan, como espasmos. Se grita, se filosofa, se insulta, se habla sin saber, se exagera, se alternan debates y chicanas, silencios extravagan­tes y peroratas entreverad­as. En una sobremesa puede haber tantas conversaci­ones a la vez como contertuli­os. Y si no, está Twitter. La sobremesa eterna y en ayunas. Las frases expresadas con el tono de quien las apura entre una cucharada de ensalada de fruta y la siguiente. Miles de tipos en la pantalla del celular opinando como si hubieran comido con uno, con vino y sin soda. Entre los gritos, el Flaco hablando de Cevdet y Ali Kemal. La idea es sublime: seguir de sobremesa mientras viajamos en colectivo, esperamos en la esquina o hacemos fila en el súper; sólo le falta el asado. Si Twitter viniera con costillar incluido, no surgirían a cada rato redes sociales nuevas, de esas que todo el tiempo te invitan a caer en una trampa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina