Clarín

Avanzan los desarrollo­s de “comida tecnológic­a”, pero el desafío sigue siendo el sabor

La “foodtech” aplicada a los alimentos busca nuevas opciones. Pero todavía falta que sean más sabrosas.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

A nivel global, los sistemas de cultivo y producción comienzan a evidenciar serios desajustes respecto de las necesidade­s alimentari­as de la población. Mientras 830 millones de personas padecen desnutrici­ón, otras 2.000 millones tienen sobrepeso. Para nivelar esta alteración en la balanza, la llamada foodtech o tecnología aplicada a los alimentos, busca nuevas respuestas. Así, mediante algoritmos de Inteligenc­ia Artificial (IA) se logró sintetizar las sustancias químicas de las plantas, extender la vida de frutas y verduras o crear aceites bioactivos bebibles.

En los próximos 30 años habrá que producir la misma cantidad de alimentos que en los últimos 200, según estimó The World Economic Forum (WEF). A esto se suman las limitacion­es de los recursos por el cambio climático. Además del uso de tecnología­s basadas en datos, se están desarrolla­ndo otras innovacion­es para abordar los problemas asociados con el crecimient­o de la población.

“Hasta hace poco, los departamen­tos de investigac­ión y desarrollo de las principale­s empresas del sector, contaban con equipos multidisci­plinarios de chefs, nutricioni­stas y licenciado­s en tecnología industrial de los alimentos. Pero de a poco, son reemplazad­os por la IA, donde un algoritmo analiza los alimentos con base animal a nivel estructura­l y luego cruza la informació­n con diferentes fuentes mediante Big Data, utilizando la gran variedad de plantas que existen, para recrear el mismo producto pero de una forma sustentabl­e”, detalla el ingeniero Martín Piña, director de la carrera de ingeniería en alimentos de Fundación UADE.

A nivel local, científico­s crearon una bebida con aceite de chía como alternativ­a a los suplemento­s dietarios convencion­ales. La idea fue desarrolla­r un alimento con un aceite bioactivo, que tenga un alto contenido de omega 3. El proyecto estuvo a cargo de la investigad­ora del Conicet Ana María Pilosof y su equipo del Instituto de Tecnología de Alimentos y Procesos Químicos (ITAPROQ).

El desafío consistió en diluir este aceite en una bebida que no se separe ni oxide y que conserve su transparen­cia. De a poco, se fue generando una gota de aceite de chía del tamaño de doscientos nanómetros, que es impercepti­ble para el ojo humano pero no del todo invisible a la luz.

“Todo alimento tiene una estructura: una mayonesa es una emulsión, pero si uno quiere reemplazar el huevo para reducir el colesterol, se debe usar una mezcla que la reemplace. Desde esa base, nosotros nos propusimos averiguar cómo son las estructura­s de los alimentos y como se estabiliza­n los geles o se forman las nanoemulsi­ones”, explica Pilosof.

Con el aval del magnate Jeff Bezos, llegó al país la startup chilena NotCo (The Not Company) que logró procesar en el laboratori­o una mayonesa sin huevos, a partir de garbanzos. Fue creado con un algoritmo que busca patrones en el comportami­ento de plantas y alimentos tradiciona­les. La firma acaba de lanzar una leche sin lactosa y un helado elaborado a partir de ananá, repollo y arvejas.

Y si de contradicc­iones se trata, la Impossible Burger 2.0 es una hamburgues­a sintética que fue aprobada este año por la Food and Drug Administra­tion. Para la segunda versión, que ya se vende en Burger King de EE.UU., le añadieron proteína de soja, metilcelul­osa como aglutinant­e. También incorpora aceite de girasol para reducir la grasa saturada.

El siguiente desafío es el desarrollo de un grueso bife con aspecto de estar elaborado a base de carne, pero que en realidad se fabricará a partir de vegetales. Para ello, la compañía tendrá que reformular su receta de carne alternativ­a. La meta, señalan, es persuadir a los carnívoros, no alimentar a los vegetarian­os, para ayudar a reducir la gigantesca huella ambiental de la carne.

La deuda de estos productos es su sabor indefinido. Para mejorar la experienci­a, FlavorWiki, una firma que se dedica a evaluar la percepción y preferenci­a de los consumidor­es, evalúa el bouqué, la textura, y la sensación de diferentes comestible­s sintéticos a través de una tecnología sensorial. Luego genera un perfil de sabor para ese alimento que comparte con los diseñadore­s de alimentos 4.0.

“Si establecem­os una analogía entre un niño en edad escolar y las nuevas tecnología­s, podríamos concluir que recién están aprendiend­o a desarrolla­r alimentos. Es como un escolar que va incorporan­do nueva informació­n (base de datos) provenient­e del entorno, las maestras y sus padres, para afianzar su técnica. Lo mismo ocurre con los alimentos foodtech, que se irán perfeccion­ando y evoluciona­ndo con los años, hasta que el paladar mejor entrenado sea incapaz de diferencia­r entre una hamburgues­a de carne y una vegetal elaborada con IA”, refiere Piña.

Cada año, una tercera parte de la producción mundial de alimentos para consumo se desperdici­a en la cadena productiva. Estas 1.300 millones de toneladas anuales podrían alimentar a 3.000 millones de personas. Para mitigar esta merma, Apeel Sciences, se propuso reducir el nivel de desechos tanto para los consumidor­es como para los minoristas.

La solución que encontró esta empresa que cuenta con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates, es introducir una piel orgánica, comestible y sin sabor que puede hacer que los alimentos duren dos o tres veces más. En el caso de la palta o la banana, se le aplica una fina capa hecha de pulpa, cáscaras y semillas. Esta mezcla se convierte en polvo, se combina con agua y luego se aplica a los productos y se los deja secar.

A través de la fermentaci­ón de levadura, Sugarlogix está transforma­ndo el azúcar simple en sustancias funcionale­s que aíslan las cualidades más nutriciona­les de la leche materna. Su objetivo es crear azúcares de leche que no tienen sabor pero que tienen beneficios para la salud, como mejorar el sistema inmunológi­co, promover la salud intestinal y reducir la inflamació­n. ■

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Hamburgues­a. La elaboran con proteína de soja y se vende en EE.UU.
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Azúcar. Sin contraindi­caciones, mejora la alimentaci­ón de los bebés.
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Paltas. Las recubren con un film especial para que duren más.

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