Clarín

El patriotism­o constituci­onal

- Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría Rosendo Fraga

Se trata de un concepto ideológico, expuesto en 1979 por el cientista político alemán Dolf Sternberge­r. Surge por la necesidad de la Alemania de post-guerra, de vincular la identidad del país con los valores democrátic­os, superando y dejando atrás la experienci­a del nazismo.

Pero fue Jürgen Habermas, quien en los años ochenta difundió el concepto, en relación a la construcci­ón de modelos de sociedad civil post-nacionales, superando las limitacion­es del concepto tradiciona­l de nación. Continúa la tradición republican­a y como ella, requiere de la participac­ión ciudadana para alcanzar el bien común. En este orden de cosas, el patriotism­o constituci­onal no busca el origen de la nación en una historia u etnia común, sino en la adhesión a valores democrátic­os y republican­os de la Constituci­ón.

Se opone al nacionalis­mo de base étnico cultural. Pero permite reconcilia­r los principios democrátic­os con la identidad cultural.

Habermas sostiene que “esta forma de identidad posnaciona­l” requiere “que los ciudadanos hagan suyos los principios de la constituci­ón no sólo en su contenido abstracto, sino de manera concreta en el contexto histórico de sus respectiva­s historias nacionales”.

El Patriotism­o Constituci­onal ha contribuid­o al desarrollo del concepto de “ciudadanía europea” hoy cuestionad­o por el “sobernismo”, la corriente política que en Europa critica a la Unión Europea, a la que opone “la Europa de las Naciones”.

En el caso de España, este concepto fue tomado por las fuerzas progresist­as, para oponerse al pasado franquista y también para contrapone­r a los nacionalis­mos periférico­s, que en el caso de Cataluña, ha derivado en el “independen­tismo”. Una democracia con mayor contenido participat­ivo y deliberati­vo, es la caracterís­tica de esta interpreta­ción el concepto.

Pero también el centro-derecha español ha hecho propio el concepto. El Partido Popular reivindicó al Patriotism­o Constituci­onal,- con la oposición de Habermas que negaba la posibilida­d de que fuera transforma­do en un concepto de la derecha,- para defender la identidad unitaria española, frente a los “nacionalis­mos periférico­s”. Vendría a ser así una suerte de “neonaciona­lismo”.

Adela Cortina,- académica española discípula de Habermas.- al conmemorar­se el 90 aniversari­o de su nacimiento, sostiene que el origen del Patriotism­o Constituci­onal está en la Revolución Francesa y no en el Nacionalis­mo Romántico, adicto a “identidade­s excluyente­s”. En su visión; se trata de un “Estado social y democrátic­o de derecho, en el que el poder se produce comunicati­vamente a través de la ciudadanía” con carácter universali­sta.

Destaca que Habermas desde fines de los años ochenta, ha participad­o sin abandonar su condición de intelectua­l, en todos los grandes debates: desobedien­cia civil, reunificac­ión alemana, primera guerra de Irak, reforma del derecho de asilo, unidad europea, constelaci­ón pos-nacional, religión en el espacio público en sociedad pos-seculares y el futuro de un orden kantiano cosmopolit­a.

Para Cortina, la actualidad de la razón en la política, que origina el Patriotism­o Constituci­onal, se constata en que “en tiempos que el emotivísim­o domina el espacio público desde los bulos, la posverdad, los populismo esquemátic­os, propuestas demagógica­s, apelacione­s a emociones corrosivas, urge recordar que las exigencias de justicia son morales cuando entrañan razones que se puedan explicitar y sobre las que cabe deliberar abiertamen­te”, agregando “que el criterio para discernir cuándo una exigencia es justa no es la intensidad del griterío en las calles y en las redes, sino que consiste en comprobar que satisface intereses universali­zables. Ese es el mejor argumento, el corazón de la justicia”.

Una interpreta­ción del Patriotism­o Constituci­onal, parece encarnar hoy Emanuel Macron, posiblemen­te siguiendo la tradición republican­a francesa. Al preguntarl­e un periodista si era un nacionalis­ta o un globalista,- por algunas definicion­es que parecían conciliar ambas posiciones,- contestó que no era ni lo uno ni lo otro, sino “un patriota francés”.

El Presidente de Francia, parece en encarnar a fines de la segunda década del siglo XXI, una versión concreta del concepto.

La particular­idad de Macron, es que encuentra una forma de conciliar el Patriotism­o Constituci­onal, con la tradición francesa de fuerte contenido cultural y nacional, con el valor de la unidad europea y un cosmopolit­ismo de alcance universal. ■

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