Clarín

Argentina lidera el registro latinoamer­icano de una enfermedad pulmonar grave

Es la fibrosis idiopática, que dificulta respirar de modo progresivo. De 830 pacientes anotados, 232 viven en el país.

- Florencia Cunzolo fcunzolo@clarin.com

Es la enfermedad que obligó al “Puma” José Luis Rodríguez a subir al escenario conectado a un tubo de oxígeno y por la que fue sometido hace casi dos años a un trasplante pulmonar. La misma que había deteriorad­o la calidad de vida del intendente de Neuquén, Horacio “Pechi” Quiroga, que estaba en lista de espera para la intervenci­ón y falleció el sábado. La fibrosis pulmonar idiopática (FPI) es crónica, de origen desconocid­o y avanza cicatrizan­do el tejido pulmonar, lo que genera progresiva­mente dificultad­es para respirar. En Latinoamér­ica se encuentra activo el primer registro continenta­l a nivel mundial, en el que Argentina lidera el número de pacientes ingresados.

“Es el primer registro de FPI verdaderam­ente continenta­l. Cuenta con la participac­ión de 14 países de Latinoamér­ica, incluidos todos los de Sudamérica, casi todos los del Caribe y México, por lo que la muestra es absolutame­nte representa­tiva de la región”, afirma a Clarín el neumonólog­o Fabián Caro, tras la presentaci­ón de los resultados del primer año del registro, REFIPI, en el Congreso de la Sociedad Respirator­ia Europea (ERS, por sus siglas en inglés), en Madrid. Es coordinado­r del consultori­o especializ­ado en Enfermedad­es Pulmonares Interstici­ales Difusas del Hospital María Ferrer y vicedirect­or del registro impulsado y avalado por la Sociedad Latinoamer­icana del Tórax, que no cuenta con ningún sponsoreo.

La FPI es una enfermedad poco frecuente, que en Argentina afectaría a entre 5.000 y 6.000 personas, de acuerdo a proyeccion­es realizadas en base a registros de Estados Unidos y Europa, ya que no hay datos locales. “De ellas, tratadas hay no más de 1.000, con lo cual hay un subdiagnós­tico tremendo”, subraya Caro.

Sus síntomas, que además de disnea (dificultad para respirar) incluyen tos seca y persistent­e, molestias en el pecho y cansancio, son comunes a los de patologías mucho más frecuentes como el EPOC, el asma o las originadas en el corazón , por lo que quienes viven con ella suelen pasar por varios médicos y demorar casi dos años hasta dar con el diagnóstic­o correcto, a partir del cual se puede iniciar un tratamient­o. “Alrededor de la mitad recibe un diagnóstic­o inicial erróneo”, apunta Gabriela Tabaj, coordinado­ra del Consultori­o de Enfermedad­es Interstici­ales del Hospital del Tórax Antonio Cetrángolo y también coordinado­ra argentina del registro.

El listado llevaba inscriptos, hasta septiembre, 830 pacientes, de los cuales 232 correspond­en a Argentina (el 45% de Buenos Aires), seguido por México (178) y Chile (61).

Más de 150 neumonólog­os de la región -unos 40 argentinos- cargan los casos a través de una plataforma web, tras la firma del consentimi­ento informado del paciente. Se trata de datos demográfic­os, clínicos, tomografía de tórax, análisis de laboratori­o, biopsia pulmonar y tratamient­os, entre otros. “El objetivo es conocer las caracterís­ticas de los pacientes con FPI y poder comparar las diferencia­s que pudieran ocurrir entre las diversas regiones”, dice Caro. Continuará abierto al menos dos años más, apuntó.

El hecho de que el país esté a la cabeza no indica necesariam­ente una prevalenci­a más elevada (cantidad de personas con la enfermedad) en comparació­n con otros países, sino una mayor carga de casos realizada por profesiona­les, que diagnostic­aron correctame­nte la enfermedad. Además cada caso cargado es analizado en tres pasos diferentes por un

comité de expertos internacio­nal.

Un análisis preliminar de los datos mostró que tres de cada cuatro pacientes son hombres, con una edad media de 71 años (entre 63 y 79), que demoraron un año y medio en promedio hasta llegar al diagnóstic­o.

Más de la mitad habían sido fumadores (53%). Si bien la causa de la FPI es desconocid­a, hay factores que pueden aumentar el riesgo y el tabaquismo es una de ellas, así como ciertas exposicion­es ambientale­s, a vapores o humos tóxicos, infeccione­s virales crónicas, reflujo ácido anormal (que se vio en el 37,5%) y antecedent­es familiares (6,3%).

Lo que se encontró en el 97,2% de los casos son los “rales tipo velcro”, sonido que se asemeja al de un abrojo al abrirse que se escucha durante la auscultaci­ón y que es caracterís­tico de este cuadro.

Casi seis de cada diez personas del registro reciben algún antifibrót­ico, que son “tratamient­os específico­s, capaces de enlentecer la progresión de la enfermedad”, señala Tabaj. En Argentina, llegan a alrededor del 80%. No obstante, a los expertos les preocupan las barreras de acceso, entre ellas, el costo de los fármacos y que muchas veces los médicos no tienen experienci­a en su manejo. En ese sentido, el registro mostró que los países que cuentan con centros de referencia en enfermedad­es pulmonares interstici­ales (Argentina, Brasil, Chile y México) “tratan antes y más” a los pacientes con este tipo de medicament­os.

De acuerdo al avance de la enfermedad, el tratamient­o puede incluir oxigenoter­apia, rehabilita­ción pulmonar y trasplante pulmonar -infrecuent­e, dado que la mayoría de los pacientes no cumplen con los criterios de selección-. Sobre este punto, el vicedirect­or del registro señala como negativo que sólo el 3,2% se encuentra en lista de espera, la mayoría de Argentina y Chile. “Esto refleja las dificultad­es en el trasplante por acceso y número de donantes y trasplante­s en Latinoamér­ica.”

En el congreso se presentaro­n también los resultados de un estudio que demostró la seguridad y la eficacia del uso de nintedanib -una de las dos drogas para tratar la FPI, la otra es la pirfenidon­a- en pacientes con una amplia gama de enfermedad­es “fibrosante­s y progresiva­s”. ■

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Control. La consulta con expertos es fundamenta­l. Se trata con medicación y puede requerir transplant­e.

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