Clarín

Elección crucial para un país impaciente

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

Los comicios de hoy son más que un choque de dos formas distintas de hacer política y ver la economía. Más que nada, esto último. Cada uno en la suya, macrismo y ahora peronismo-kirchneris­mo, alimentaro­n la continuida­d de la polarizaci­ón o la grieta, como se la quiera llamar, buscando un triunfo electoral que alivie momentánea­mente la frustració­n argentina.

La elección en las urnas es crucial, pero mucho más la elección de qué y cómo se quiera ordenar el país para ponerlo en marcha. Este pronunciad­o declive, que ya es decadencia, será cada vez más insoportab­le. Lo están advirtiend­o las rebeliones populares que se propagan y explotan en la región. Hay intereses políticos detrás de ellas, pero también, sin duda alguna, la demanda de sociedades mejores y la esperanza de un futuro.

El reclamo no es para un sector político en especial, aunque coyuntural­mente así lo sea. Mirando a Chile, un país en el que la corrupción no alcanzó los niveles argentinos ni por cerca, donde la explosión ocurrió contra un sistema del que también formaron parte socialista­s, democristi­anos y comunistas, entre otras fuerzas. La sociedad demanda dirigentes que comprendan que la parcialida­d o la excesiva ideologiza­ción termina en la faccionali­zación del país. Y que no cierre los ojos ante la realidad, poniendo parches para zafar. Digámoslo claro: quien gane hoy, o en noviembre, tendrá que ha

El Frente de Todos es favorito, buscando repetir el resultado de las PASO, pero Macri aspira a llegar a la segunda vuelta.

cer tareas ingratas, al menos para la política habitual. Significan costos que asustan y la creativida­d política se vuelca al arte de la postergaci­ón. Lo que se dirime y se verá rápido es lo esencial: si se habla claramente de esos costos y si sinceramen­te el país consigue ponerse delante de las actuales coalicione­s que no reparten señales tranquiliz­adoras de estabilida­d en lo que se piensa y se hace.

Hasta con las tarifas hay grieta afuera y adentro. Con Venezuela. Con los modelos. Con la libertad de pensar y decir. Con la prensa. El Fondo. Wall Street. De tan visible tanta grieta, mete miedo y ese miedo lo muestra el dólar a diario: la pelea electoral contribuye con su afán entendible de ganar, aunque sea confrontac­ión pobre y solitaria de ofertas de difícil si no imposible cumplimien­to.

En el orden práctico, la fórmula peronista-kirchneris­ta aparece como favorita y aspira a repetir los resultados de las PASO. Su gran oportunida­d sería sortear el balotaje, al que el macrismo aspira alcanzar como su meta de máxima. Para todos está claro que si hay una segunda vuelta electoral, que parece lejana, el juego comienza de nuevo y el ganador es incierto.

El primer efecto pos electoral si se da la hipótesis más extendida sería la reconstitu­ción del poder político para operar en una crisis de profundida­d insondable. Y la existencia de un bloque opositor que tendrá su volumen, no solo en el Congreso sino también en la sociedad. Nadie, entonces, podrá hacer lo que se le dé la gana. En cualquier parte y menos en la Justicia, sin riesgo de disparar protestas.

También abre el camino para una transición responsabl­e. La impacienci­a de la sociedad lo reclama.

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