Un referente del catolicismo liberal
Es habitual que se analice la interna de la Iglesia en la Argentina –replicando las líneas del catolicismo mundial- con las categorías de conservadores y progresistas. Pero el director de Criterio –la revista más antigua del país, que el año pasado cumplió 90 años-, José María Poirier, cree que es más apropiado hablar de una corriente católico-liberal y otra católico-nacionalista. Y reconoce que Criterio es, claramente, un exponente de la intelectualidad católica que ficha en el primer grupo. Pero aclara que se trata de “un liberalismo más político que económico, que se entronca con lo republicano. En cambio –añade-, el nacionalista encaja mucho más fácilmente con el peronismo de derecha, el del primer Perón”.
Poirier no tiene dudas de que en el último siglo “prevaleció en la Iglesia la corriente nacionalista, muy poco interesada en los valores republicanos”. Y señala que “la simpatía de la jerarquía eclesiástica con Perón fue evidente por más que hubo épocas de enfrentamiento como la persecución a la Iglesia que derivó en la quema de templos en 1955. Porque, en el fondo, gran parte del Episcopado creía encontrar en Perón cierto eco de la doctrina social cristiana. O porque veía en el peronismo la posibilidad de una toma de distancia, tanto del comunismo como del capitalismo anglo-americano. Una tercera posición inexplicable –acota-, pero el peronismo es difícil de explicar porque tiene muchas caras”.
Si bien en sus primeros años Criterio, que comenzó a editarse en 1928, abrevó en la corriente nacionalista con su primer director Atilio Dell’Oro Maini, en la última etapa de su sucesor, el padre Gustavo Franceschi, muestra simpatía por la naciente democracia cristiana. La línea liberal se consolida con su continuador, el entonces padre Jorge Mejía (luego sería cardenal y destacado miembro de la curia romana), el padre Rafael Braun, el politólogo Carlos Floria y, desde 1996, Poirier, quien admite, por lo demás, un poco en serio, un poco en broma, que la revista “antiperonista fue siempre”. Y concluye: “Criterio nunca fue una revista amada por la Iglesia, pero sí respetada”. Ciertamente, editoriales y artículos de la revista fueron clarividentes. Como el editorial de Mejía en vísperas del golpe de 1976, que anticipaba la noche oscura que sobrevendría, en contraposición con la visión de los miembros del clero más conservador. Y otros que sacudieron al propio Episcopado, como aquel de fines de los ’90 que denunció “dinero bajo la mesa” en la relación entre la Iglesia y el Estado, en referencia a los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) que recibían del gobierno nacional ciertos obispos que simpatizaban con el gobierno de Carlos Menem.
De fuerte formación filosófica y un apasionado del cine y la literatura, Poirier no oculta su gran satisfacción por haber entrevistado varias veces a Jorge Luis Borges. De hecho, se convirtió en un estudioso de su obra y llegó incluso a publicar en Italia un ensayo sobre su poesía. Confirma que el gran escritor, pese a ser “de un pensamiento agnóstico libre, rezaba el Padrenuestro todas las noches, pero solo porque se lo había pedido su madre, que era muy católica”. ■